¡No queremos ser diferentes!
La historia de Israel, no es otra cosa que la de una sucesión de intervenciones divinas para ayudar a los israelitas a mantener su identidad, aspecto fundamental para poder cumplir con su misión. Todo se origina en el propósito que Yehováh declara tener para ese pueblo:
Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi pacto, entonces vosotros seréis objeto de mi predilección entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa. Exodo 19:5-6
Notemos el énfasis en la importancia de ser. Por supuesto, todo lo que Yehováh hace, es con el propósito de diferenciar a Israel de las demás naciones; y lo hace dándoles leyes justas para gobernarse y parámetros muy claros para relacionarse con Él, quien es su Creador y Libertador; de esta manera Israel podría cumplir con su misión: ser portador de la Luz Suya para las demás naciones que se hallan en tinieblas.
Sin embargo, la historia de Israel nos deja ver que éstas cosas no fueron entendidas del todo. Y así fue que siendo la única nación gobernada por Yehováh, años más tarde pidió tener un rey “como las demás naciones” manifestando así su deseo de adoptar las costumbres, rituales, tradiciones, organización y demás de los pueblos paganos que les rodeaban, en claro desafío y abierta desobediencia a lo ordenado por YHVH, por lo cual el juicio sobre ellos no se hizo esperar:
…Yo os juzgaré sobre el territorio de Yisrael, y sabréis que Yo soy Yehováh, porque no anduvisteis en mis estatutos ni obedecisteis mis decretos, sino que imitasteis las costumbres de las naciones que os rodean. Ezequiel 11:11-12
Ahora, es fácil juzgar a nuestros ancestros y criticar su deslealtad y desobediencia. Pero… ¿Acaso hemos sido nosotros mejores que ellos?
Durante los primeros catorce años, los seguidores del Camino, como originalmente fueron llamados los discípulos de Yeshúa, se multiplicaron alcanzando aún a miembros de los grupos tradicionales:
Y la palabra de Yehováh crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Yerushaláyim, y un gran número de los sacerdotes obedecían a la fe. Hechos 6:7
Ahora, es evidente que todos estos nuevos seguidores del Camino se hallaban bajo una enorme presión para mantener la tradición de los escribas y fariseos, cosas contra las cuales, Yeshúa tan valiente y ardientemente había contendido (aclaro que Yeshúa no enseñó a desobedecer o menospreciar la Toráh -Ley-, sino que cuestionó las adiciones que los fariseos le habían hecho, pervirtiéndola y convirtiéndola en un yugo imposible de llevar).
Desde entonces, todos quienes decidimos seguir al Mesías, nos vemos confrontados con la misma presión: mantener las tradiciones que hemos heredado de nuestros padres, o las de la sociedad, o las de la religión circundante, o las que practica la mayoría de la gente alrededor nuestro.
Las dos caras de la asimilación
Hay una aspecto positivo de la asimilación. Es aquél que tiene que ver con la identificación con quienes nos rodean. Yeshúa tomó forma humana y se hizo como uno de nosotros. Habló la lengua de su pueblo, se vistió como uno de ellos, comió lo que la gente de esa época comía, viajaba como ellos y en general vivió como ellos; en otras palabras se asimiló a su pueblo, pero no fue asimilado por las tradiciones de éste. Yeshúa mantuvo firme su misión, su carácter y su obediencia a la Toráh, a pesar de que todo el tiempo los líderes del sistema religioso le asechaban y cuestionaban porque no era igual a ellos.
En otras palabras, al igual que Yeshúa, podemos asimilar las cosas buenas de una cultura, mientras no riñan con las enseñanzas de la Toráh; pero no podemos dejarnos asimilar por ella porque perderíamos la razón de nuestra misión: SER objeto de la predilección de Yehováh y SER un reino de sacerdotes y nación apartada.
Existe el peligro de dejar de SER lo que nuestro Padre espera, cuando nos dedicamos a hacer lo que el medio a nuestro alrededor hace y esto significa que dejamos de influenciar a otros porque ya hemos llegado a ser como ellos:
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será salada? Para nada es buena ya, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Mateo 5:13
Lamentablemente, el cristianismo actual ha sucumbido a la presión de los sistemas contemporáneos y ha llegado a ser una religión contaminada, aunque de una manera diferente a como lo ha sido el judaísmo, que en lugar de mezclar tradiciones de origen pagano, se ha dado más importancia a sus tradiciones y a las interpretaciones de los sabios que a la misma Toráh. Así es que tanto los unos como los otros están alejados de la verdad revelada por Yehováh.
Cuando el cristianismo aceptó cambiar los tiempos y las celebraciones establecidas por Yehováh; cuando aceptó los estándares del mundo para organizarse (Nicolaísmo ); cuando recurrió a las técnicas humanistas (consejería) para resolver los problemas de sus miembros; cuando decidió sustituir la adoración a Yehováh por shows de luces y música profesional; cuando desplazó a los varones de su rol de padres, sacerdotes y profetas en el hogar y estableció “pastores” que pretenden hacer ese trabajo; cuando su énfasis es la búsqueda de dinero para sostener sus edificios, organizaciones y programas descuidando a los huérfanos, las viudas y los necesitados; cuando la Palabra de Yehováh, la Biblia se convirtió en un texto para estudiar a Dios y perdió toda la autoridad para enseñar, para refutar el error, para la corrección y para la instrucción en la justicia; cuando la palabra de un líder célebre tiene más peso que lo que dicen las Escrituras, entonces la iglesia ha sido asimilada, se ha contaminado, ha pervertido la Verdad y ha perdido su función de ser luz y sal y está bajo el juicio del Dios Verdadero cuya Palabra y designios son inmutables.
Tú… ¿que tan asimilado estás?
De la misma manera que Yehováh hizo con Israel, ha hecho con sus hijos que se han decidido a seguir a Yeshúa. Siempre ha habido un pequeño remanente que ha permanecido fiel y de cuando en cuando, ha levantado voces de advertencia para hacer que el pueblo retorne a la Verdad.
No podemos perder de vista que estamos envueltos en una guerra cósmica; en una guerra del mal contra el Bien, en la que los seguidores de Yeshúa estamos invadiendo el terreno del enemigo, lo cual representa una amenaza para todo el sistema del mundo, razón por la cual nunca seremos bienvenidos, si realmente estamos andando como Yeshúa nuestro Mesías:
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os elegí de entre el mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que Yo os dije: Un siervo no es mayor que su señor. Si a mí me persiguieron, también a vosotros os perseguirán; si guardaron mi palabra, también guardarán la vuestra. Juan 15:19-20
Yeshúa nos llama a vivir tal y como Él lo hizo; pero advierte que nos puede suceder lo mismo que a Él. Por eso muchos prefieren ser asimilados por el sistema; eligen pasar desapercibidos de manera que su “cristianismo” no resulte escandaloso u ofensivo para otros. Pero ¿es eso posible? ¿Acaso la luz no disipa las tinieblas y causa incomodidad a los ojos acostumbrados a la oscuridad? ¿Nos olvidamos que estamos llamados a no participar de las obras infructuosas de las tinieblas sino a denunciarlas? Efesios 5:11-13
Las fuerzas del mal no cesan de contaminar toda la Creación y por supuesto el pueblo de Yehováh no es la excepción. Con miles de tretas y subterfugios buscan influir en cada hijo de Yehováh para enredarlo en su caminar, distrayéndolo y apartándolo de la Verdad y la obediencia a la Toráh, para lo cual usarán todos los medios posibles a su alcance: tecnología, moda, recreación, posesiones, experiencias, filosofías, teorías seudo-científicas etc.
Ahora, a cada uno de nosotros le toca decidir qué camino tomar: El de la senda amplia y cómoda de la aceptación y complacencia de si mismo y de los demás, o la senda estrecha, la de la renuncia, la soledad, el reproche, la crítica, la desaprobación y la burla de las mayorías. Si optas por la primera, habrás sido asimilado y si por la última, tu recompensa será grande en el futuro próximo cuando regrese Yeshúa el Rey de Gloria y seas invitado a reinar con Él. Es tu decisión y debes tomarla ahora.