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Deuteronomio 11:26 – 12:19 | Notén lifnekhém

Devarim (Deuteronomio) 11:26 – 12:19

Nombre de la Parashá: Notén lifnekhém – Pongo ante vosotros

Lecturas Complementarias: Isaías 54:11-17; 55:1-6 | Lucas 6:20-49

He aquí, hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición: la bendición, si escucháis los mandamientos de Yehováh vuestro Dios que os ordeno hoy; y la maldición, si no escucháis los mandamientos de Yehováh vuestro Dios, sino que os apartáis del camino que os ordeno hoy, para seguir a otros dioses que no habéis conocido. Devarim (Deuteronomio) 11:26–28

El libre albedrío siempre será respetado por Yehováh. Moshé claramente nos dice que los dos caminos están delante de nosotros y que es nuestra elección la que determinará nuestra condición futura: bendición (berrakjah) ó maldición (Kelalá).

Ahora bien, nuestra palabra española “bendición” viene del latín benedictio que se compone de tres palabras: Bene (bueno, bien), dicere (decir = apuntar o indicar) y el sufijo –ción, este último que da acción o efecto a las dos anteriores. Una bendición es “decir bien”; en resumen: Decir o señalar algo bueno que le suceda a otra persona.

Para maldición, tenemos algo similar: maledictio: male (mal) dicere (decir = apuntar o indicar) y el sufijo –ción. En otras palabras, maldecir es decir que otra persona le vaya mal.

El significado en hebreo no difiere mucho de lo anotado anteriormente: Berrakjá: prosperidad, liberalidad, acopio de patrimonio; kelalá: vilificación, es decir hacer a alguien vil, o conducirle a una pérdida de la condición de apartado, de sagrado. (ver caso de Esav y Ya’akov).

Pero regresando a nuestro verso: No es Yehováh quien determina una condición u otra; somos nosotros mismos quienes decidimos tomar el camino ya sea a la bendición o el que conduce a la maldición.

Cabe la pregunta: ¿Es Yehováh celoso, porque teme perdernos, si vamos a otros dioses? ¿nos pueden ofrecer los otros dioses, algo mejor que lo que Él nos provee? Evidentemente ¡No! Yehováh nos hace tales advertencias porque sabe que aparte de Él solo hay dolor y esclavitud; “solo uno es bueno”, como dijo Yeshúa de su Padre (nuestro Padre).

Los montes Gerizim y Ebal

 

Yahoshúa (Josué) dio cumplimiento al mandamiento de pronunciar tanto las bendiciones como las maldiciones desde los montes Gerizim y Ebal respectivamente: Josué 8:30-35. Moshé daría las instrucciones de qué tribus estarían a un lado y al otro en Devarim (Deuteronomio) 27:11-13.

Si bien en la actualidad los dos montes lucen similares, en ese tiempo el monte Ebal era totalmente árido, mientras que el Monte Gerizim era fértil. Distan aproximadamente 1.5 km uno del otro y en medio esta la ciudad de Nablus que antiguamente era llamada Shekjem o Siquem como parece en nuestras Biblias.

 

Estos son los estatutos y los decretos que cuidaréis de cumplir en la tierra que Yehováh, Dios de tus padres, te ha dado para que la poseas todos los días que viváis sobre la tierra: Destruiréis completamente todos los lugares donde las naciones que vais a desposeer sirven a sus dioses: sobre los montes altos, encima de las colinas y debajo de todo árbol frondoso. Derribaréis sus altares y quebraréis sus estatuas, quemaréis al fuego sus imágenes de Asera y destruiréis las imágenes de sus dioses. Así extirparéis su nombre de aquel lugar. No procederéis así con  Yehováh vuestro Dios. Deuteronomio 12:1–4

Claramente el mandamiento implica destruir todo ídolo y santuario pagano de adoración, quemándolos, desmantelándolos, rompiéndolos, cortándolos en pedazos, etc., incluyendo los árboles frondosos bajo los cuales se practicaran actos idolátricos. Ahora tengamos en cuenta, que estas instrucciones serían aplicables solo en la tierra de Yisrael, una vez que nuestros padres entraran en ella. No es algo que tenemos que hacer hoy en los lugares que habitamos.

Mientras estamos en la diáspora, no es apropiado, por lo tanto, salir a hacer destrozos en los sitios de prácticas paganas violentando los “santuarios” de otras religiones. Nuestra lucha no es contra tales edificios o representaciones:

porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los gobernadores del mundo de las tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efesios 6:12

Shaul (Pablo) en Efeso, nunca trató de destruir el templo de Diana; simplemente predicó la verdad y eso produjo tal reacción en la gente que le generó un serio conflicto. Ver Hechos 19:23-40

Si bien, mientras estamos en la dispersión, nos toca tolerar el paganismo de los lugares donde vivimos, no debemos tolerarlo en nuestro entorno porque podríamos contaminarnos y es nuestra responsabilidad mantener pura nuestra fe.

No destruirás las cosas que pertenecen a Yehováh

No procederéis así con  Yehováh vuestro Dios de esta manera. Devarim (Deuteronomio) 12:1–4

Muchas traducciones, dicen: “No habéis de servir así a Yehováh…” pero el contexto de los versos anteriores no nos está hablando de la manera en que los pueblos paganos de Canaán servían a sus dioses. Lo que dicen es que hay que “borrar” las huellas tanto de los ídolos como de esos lugares de culto paganos. Entonces el verso 4 debemos entenderlo más como la instrucción que se nos da para no hacer de manera similar con las cosas que pertenecen a Yehováh, una de las cuales es su Nombre. Veamos otras traducciones que nos dan idea de lo anterior:

No procederéis así con el Señor vuestro Dios,” (Deuteronomio 12:4, Las Américas)

“But you are not to treat Adonai your God this way.” (Deuteronomio 12:4, Complete Jewish Bible)
Traducción: “Pero no debes tratar así a ADONAI tu Dios”. (Deuteronomio 12:4, Biblia Judía Completa)
No procederéis así respecto de Yahvé vuestro Dios,” (Deuteronomio 12:4, Biblia de Jerusalén)

Esta es otra de las razones por la cual el judaísmo pone mucha atención a la escritura del Nombre de Yehováh y prefieren nunca escribirlo, para no tener que borrarlo, por ejemplo en una pizarra o tablero. Por nuestra parte, consideramos que el nombre de Yehováh no debiera escribirse en cualquier parte (vasos, pocillos, lápices, etc.), porque es Su Nombre Sagrado y debemos tratarlo con mucho respeto; de igual manera, debemos poner mucha atención a la manera como procesamos un documento o libro que contenga ese Nombre; es decir cuidemos de no arroje a la basura papeles, documentos, volantes etc. que contengan el Nombre, en lugar de tirarlos busca la manera apropiada de procesarlos.

Solo un lugar de culto: La Casa de Yehováh

sino que el lugar que Yehováh vuestro Dios escoja entre todas vuestras tribus para poner allí su Nombre para su morada, ése buscaréis, y allá iréis. Allá llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, la ofrenda de vuestra mano, vuestros votos y vuestras ofrendas voluntarias, así como los primerizos de vuestra vacada y de vuestro rebaño. Allí comeréis delante de Yehováh vuestro Dios y os regocijaréis, vosotros y vuestras familias, por todo lo que adquiera vuestra mano, aquello con que Yehováh tu Dios te haya bendecido. Devarim (Deuteronomio 12:5–7)

Si bien a este punto de la historia, Yehováh no le había aun definido al pueblo cuál sería el lugar de Su Casa, hasta entonces la instrucción era que los sacrificios, ofrendas, diezmos y demás deberían ser llevados o consumidos solamente en el lugar que Él le indicara. En ese tiempo era el Mishkán – La tienda movible o Tabernáculo; pero una vez en la tierra prometida sería el Monte Sión, según le fue revelado a David años más tarde.

El verso 8, nos permite inferir que durante su travesía por el desierto, el pueblo fue bastante descuidado en ese aspecto, cosa se corregiría cruzando el Jordán.

¿Podemos comer carne fuera de la Casa de Yehováh?

No obstante, podrás sacrificar y comer la carne en todas tus poblaciones, conforme a tu deseo, según la bendición que Yehováh tu Dios te haya dado. Tanto el impuro como el limpio la podrán comer, como si fuera de gacela o de ciervo. Sólo que no comeréis la sangre. Como las aguas la derramaréis sobre la tierra. Deuteronomio 12:15–16

Este verso nos dice que era lícito sacrificar animales con el propósito de consumirlos; su sangre debía ser vertida en tierra, y tanto las personas “limpias” como las “impuras” ceremonialmente hablando (contacto con un cadáver, flujos corporales, etc.) podrían comer de ellos. 

Solamente en Yerushaláyim

Tampoco podrás comer dentro de tus puertas el diezmo de tu grano, o de tu vino o de tu aceite, ni las primicias de tu vacada, ni de tu rebaño, ni los votos que hayas prometido, ni tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas de tus manos, sino que las comerás delante de Yehováh tu Dios, en el lugar que Yehováh tu Dios haya escogido, tú y tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita de tus ciudades. Y te regocijarás delante de Yehováh tu Dios en toda la obra de tu mano. Deuteronomio 12:17–18

La instrucción de Moshé a este respecto, tenía el propósito de evitar que el pueblo aprendiera a actuar a la manera que lo hacían los pueblos que habitaban la tierra de Canaán. Estos sacrificaban a sus ídolos en cualquier lugar que consideraran conveniente; pero para Yisrael, habría un lugar central a donde todos los varones tendrían que ir tres veces al año: Las Fiestas de Matzot (Panes sin Levadura), Shavuot (Semanas) y Sukkot (Tabernáculos). Esas serían ocasiones para que los hombres cabeza de familia, llevaran sus ofrendas, diezmos, primogénitos y demás delante de Yehováh.

Conforme los hombres traían los animales para ser presentados delante de Yehováh, los cohanim (sacerdotes) tenían que traer tales ofrendas, unas para ser presentadas en holocausto, otras para ser compartidas con los oferentes; a continuación algunos decretos relativos a los sacrificios.

🩸  Las ofrendas por los primogénitos no se pueden comer fuera de Yerushaláyim.
🩸  Las ofrendas por el pecado y la culpa no se pueden comer fuera de la Casa de Yehováh.
🩸  No se comerá la carne de las ofrendas quemadas u holocaustos.
🩸  No comer ofrendas de menor santidad, antes de que los sacerdotes apliquen la sangre de estas en el altar.
🩸  No comer las ofrendas de Primeros Frutos, antes de estar en los suelos del Santuario.

Ojo a los Levitas

Cuídate de no desamparar al levita en todos tus días sobre tu tierra.” Devarim (Deuteronomio) 12:19

En primera instancia, el verso se aplica a los levitas que habitaban en medio del pueblo en todas sus ciudades. Los levitas, tenían la responsabilidad de enseñar la Toráh a todo el pueblo, por lo cual tenían prohibido trabajar la tierra; ellos deberían depender exclusivamente de lo que el pueblo les proveyera. Por eso, más tarde cuando el pueblo se volvió a la idolatría, lo primero que hizo fue descuidar a los levitas y estos dejaron el ministerio de la Palabra para poderse sustentar; como resultado el pueblo cayó en tinieblas mayores acarreándose las maldiciones anunciadas.

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