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Parashá Anual – Levítico 21:1 – 24:23
Nombre de la Parashá: Emor – Habla
Lecturas Complementarias: Ezequiel 44:15-31 | Mateo 26:59-66
La semana anterior conocimos de cerca las instrucciones para llevar una vida santa (no común) – apartada -, tal y como corresponde a hijos de Yehováh. Esta semana continúa el estudio de la santidad, con reglas concernientes a la pureza del sumo sacerdote descendiente de Aharón y estudia también la santidad requerida a través de los MOADIM, o sea los Tiempos Señalados por Yehováh, mejor conocidos como: Las Fiestas o Festivales establecidos por nuestro Padre.
En vista de que los sacerdotes eran especialmente dedicados a labores de presentación de ofrendas diarias, eran responsables de cumplir con normas adicionales que no eran aplicables al resto de la tribu de Leví o al resto de los yisraelitas (ver gráfico a la derecha); por ejemplo, ellos (los sacerdotes descendientes de Aharón) no podían casarse con una mujer divorciada, pero esta ley no aplicaba al resto de Yisrael.
Las leyes respecto a la pureza sexual eran tan estrictas, que si la hija de un kohen (sacerdote) llegara a cometer inmoralidad sexual, tendría que ser quemada en una hoguera. Levítico 21:9
Claramente Yehováh establece que una persona dirigente de la nación, tiene mayor responsabilidad de andar en santidad. ¡Cómo serían de diferentes las cosas hoy, si los dirigentes de las naciones entendieran esto!
Una cuidadosa lectura de éste capítulo, nos permite entender la trascendencia de la perfección en el servicio a Yehováh. Lo que se percibe es que nuestro Elohim, es de una categoría tal como no existe nadie más y su nivel de perfección y justicia absoluta demanda que quienes se acerquen a presentar cualquier ofrenda o simplemente quien deba entrar en el lugar santísimo, debe ser perfecto y SIN CONTAMINACION! No es que Yehováh discrimine a las personas con defectos, es más bien protector de ellas; porque si alguien con algún defecto se acercara a ofrecer sacrificio u ofrenda a Yehováh, tal persona sería destruída al estar expuesta a la perfección divina, así como sucedió con Nadab y Abiú los hijos de Aharón. Busquemos, pues, entender la importancia de ser apartados – no comunes- por ser Su pueblo y todo lo que ello implica.
No solo los sacerdotes deberían ser sin defecto; también deberían serlo las ofrendas presentadas por ellos. Igualmente, era de suma importancia que los sacerdotes participantes de alguna de las comidas presentadas en ofrenda, estuvieran en condición de pureza ritual, porque:
… también las primicias de todos los primeros frutos de todo, y toda ofrenda de todo lo que se presente de todas vuestras ofrendas, será de los sacerdotes. Así mismo daréis al sacerdote las primicias de todas vuestras ofrendas alzadas, para que en vuestras casas repose la bendición.
Ezequiel 44:30
Todo lo anterior nos lleva a comprender que los sacerdotes eran considerados por Yehováh como Sus embajadores, representándole ante los hijos de Yisrael, quienes a su vez eran representantes de Yehováh ante el mundo; ese era el plan original con Yisrael.
Los kohanim (sacerdotes) y todo Yisrael, no deberían hacer nada que pudiera deshonrar el nombre de Yehováh. Actos así son llamados en hebreo: Jillul HaShem: Profanadores del Nombre. Es decir que a ellos no les era permitido ni cometer ni involucrarse en acto ó comportamiento alguno que trajera vergüenza, deshonra, desgracia, o descrédito al nombre de Yehováh ni a Su Toráh; ni desacreditar la fe en Él o aún traer deshonra a la gente del pueblo de Yisrael que representa al Creador del Universo.
Ejemplos de Jillul HaShem son cosas como: no guardar el Shabbat, no respetar las leyes de comida dadas por Yehováh, robar o involucrarse en problemas de chismes y crítica.
Lo opuesto a Jillul HaShem es Kiddush HaShem que significa santificar el Nombre de Yehováh, trayendo honra, respeto y gloria a Él.
De manera similar nuestra responsabilidad hoy es la misma, puesto que hemos sido adoptados por Yehováh y hemos sido injertados en Yisrael. Nosotros como pueblo de Yehováh estamos llamados a vivir de manera tal que en todo lo que hagamos y hablemos le honremos no solo a Él, sino también a su Toráh (Instrucciones), puesto que ella es una expresión Su carácter.
Y no solo esto… también somos responsables de traer honra al pueblo de Yehováh. Por eso es tan lamentable que en el presente, los líderes de las “comunidades cristianas”, no tengan reparo en romper sus matrimonios, deshacer sus familias o en involucrarse en negocios ilícitos, buscando la riqueza y la fama escudándose en la doctrina de la prosperidad, como si Yehováh la respaldara.
Entonces pregúntate: “Mi estilo de vida, ¿honra realmente a mi Padre Celestial y su Toráh? Siendo que ahora pertenezco al pueblo de Yisrael, ¿soy un testimonio para quienes me rodean?”
Si no es así, entonces ¿Qué esperas para cambiar y ajustarte a las demandas de tu Creador y Padre?
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