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Vaykra 26:3 – 27:34 | Bejukotay

Parashá Trienal – Vaykra (Levítico) 26:3 – 27:34

Nombre de la Parashá: Bejukotay – Mis Estatutos

Lecturas Complementarias: Jeremías 16:19-21 | Lucas 9:57-62

Si andáis en mis estatutos (Jukkot) y guardáis mis mandamientos para ponerlos por obra, entonces Yo daré las lluvias en su época y la tierra dará su cosecha y el árbol del campo dará su fruto.  Levítico 26:3-4

En la porción anterior Yisrael recibió instrucciones respecto a dar reposo a la tierra cada siete años celebrando el año Shmitah – liberación. Igualmente Yehováh ordenó la observancia del Año del Jubileo – Yovel.

En esta porción leeremos acerca de la bendiciones que resultan de la obediencia así como de las maldiciones que conlleva la desobediencia.

Yehováh nuestro Padre, tiene el derecho legal y total de exigir a sus criaturas el cumplimiento de los mandamientos que Él establece, por múltiples razones:

    • Es el Creador del Universo.
    • Es el Sustentador de la vida.
    • Es Quien rescató a Yisrael de la esclavitud (incluídos nosotros), con grandes señales.
    • Es Quien hizo un pacto con Yisrael, cuando ya le había dado libertad.

A pesar de todo lo anterior, Yehováh no forza a su pueblo a obedecer Su Toráh (instrucciones o mandamientos), sino que nos deja en plena libertad de hacerlo, por cuanto Él espera que el acto de obedecer sea una demostración de amor y gratitud, más que simplemente un acto de sometimiento.

Yehováh advierte entonces de la conveniencia de obedecer, porque hay bendiciones que se desprenden de hacerlo; así está diseñada Su Creación. Él no es un policía que está al acecho pendiente de quién comete una infracción para “caerle” encima con una maldición. NO! simplemente nuestras decisiones tienen consecuencias “naturales” que se desencadenan de acuerdo a las acciones que realizamos.

Así una vida ajustada a la obediencia a la Toráh, desata bendiciones; mientras que una vida de desobediencia, conlleva maldiciones que ya están establecidas. Tanto las unas como las otras son simples consecuencias de las elecciones que hacemos en plena libertad.

Yehováh promete lluvias a tiempo, así como abundancia en la producción de la tierra, junto con una habitación segura y en paz.

Como en el presente no somos una sociedad agrícola, nos puede parecer que éstas bendiciones poco o nada atañen a nuestras circunstancias actuales. Pero no nos quedemos en la letra, sino vayamos al espíritu de las Palabras de nuestro Padre; aunque no seamos labradores y las lluvias no afecten (aparentemente) nuestra productividad, es claro que la intención de la bendición es proveer lo que se requiere, con gran abundancia y en el tiempo adecuado; dándonos a la vez, la oportunidad de disfrutarlo todo en paz y seguridad, cualesquiera que sean nuestras circunstancias. Entonces surge la pregunta:

¿Está vigente la Toráh?

Este sigue siendo un tema controversial, por cuanto los cristianos han sido erróneamente adoctrinados con una interpretación torcida de las Escrituras, convencidos de que Yeshúa clavó la ley (Toráh) en la cruz” y por tanto ya no están obligados a obedecerla. Nada más falso que esto. Según lo declara Shaúl (Pablo):

Yeshúa tomó el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, la quitó de en medio y la clavó en la cruz. Colosenses 2:13-14

Observa bien: lo que fue anulado fue el acta de los decretos que nos declaraba culpables, es decir la sentencia; no la ley mediante la cual se llega a ese veredicto.

Sí. Es claro. Yeshúa pagó por nuestras culpas; recibió el castigo que nos correspondía a cada uno de nosotros; pagó la multa o… como lo quieras llamar; pero en ese acto no abolió la Toráh o la Ley, como Él mismo lo declaró:

…no he venido a abolir la Toráh, sino a cumplirla.

Esto es: a obedecerla completamente, o satisfacerla; cosa que ninguno había podido hacer.

Pero lejos de abandonarnos a nuestras propias opiniones de lo que es la justicia y el obrar correctamente, la Toráh, Instrucciones (la “Ley”, como defectuosamente se le llama en el Nuevo Testamento), continúan siendo el parámetro provisto por nuestro Creador para determinar lo que es lícito hacer o no en Su Creación.

Considerar que Yeshúa eliminó la Toráh, y vivir sin ella es un inmenso riesgo que no vale la pena correr. Yeshúa declaró en el Sermón del Monte:

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquél día:  Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?  Entonces les protestaré:  Nunca os conocí.  ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!  
Mateo 7:21-23

Esta última palabra traducida en algunas versiones como: “maldad”  y en otras como: “iniquidad” , viene de la palabra griega “anomia” que significa: sin Ley, es decir sin Toráh.  ¿Te das cuenta de lo que esto significa?

Nunca os conocí.  ¡Apartaos de mí, hacedores (autores) sin Toráh! 

Muchos de los líderes actuales que hacen milagros y señales en sus ministerios, serán echados fuera, porque vivieron sin la Toráh, siguiendo sus propios impulsos y caprichos según “el espíritu” les guía. Pero la única Fuente segura de dirección es La Palabra, la cual modeló Yeshúa cuando habitó entre nosotros. En cierto sentido, él encarnó la Toráh, cuando fue capaz de obedecerla sin defecto alguno, demostrando que como ser humano, igual a nosotros, sí es posible vivir por ella.

Esa misma Palabra que Yeshúa obedeció, es la misma que el Ruaj HaKodesh (Espíritu de Yehováh) usa para proveer dirección a los hijos de Yehováh, conforme a lo que está escrito en Su Palabra y no según impulsos internos y preferencias de cada quien.

Piensa bien:  ¿A quienes más se puede estar refiriendo Yeshúa en ésta porción? ¿A los musulmanes? ¿a los ateos? ¿a quienes más sino a aquellos que proclaman ser sus representantes y mensajeros, pero que están saturados de sus propios planes, satisfacciones, logros y demás? Líderes que viven para complacer sus audiencias y para tenerlas contentas y cautivas, pero que no celebran las Fiestas de Yehováh, que evaden el Shabbat porque lo consideran una carga, que mezclan la verdad de Yehováh con las tradiciones y mentiras heredadas de otras naciones, etc., pero en cambio le dan paso a todos los festivales que el sistema pagano ha generado sin tener cuidado de su origen, contaminando así al pueblo de Yehováh y conduciéndole por el camino del error.

Por eso les dice: APARTAOS DE MI, VOSOTROS QUE HABÉIS VIVIDO SIN TORAH!

Retornando a nuestra lectura de Levítico, tengamos en cuenta que las bendiciones que resultan de la obediencia, son el resultado de andar -halak-  en Sus divinos Decretos o Estatutos: jukkot  y también de guardar Sus Mandamientos: mitzvot.

En el pasaje de Levítico encontramos 13 bendiciones que terminan recordando que Yehováh fue quien liberó a los Yisraelitas de la esclavitud como lo enfatiza en Levítico 26:13 e igual sucedió con nosotros: Yehováh, por medio de Yeshúa nos trasladó del reino de las tinieblas al reino de la Luz y por esa razón espera que habiendo sido rescatados, deseemos andar -halak- de acuerdo a Su Toráh.

Shaúl lo expresa de esta manera:

Por tanto, de la manera que habéis recibido a Yeshúa haMashíaj, andad (vivid) en él. Colosenses 2:6

Las maldiciones también están advertidas. Y de acuerdo a la historia que conocemos, el ciclo: DESOBEDIENCIA, MALDICION Y EXILIO, se repite varias veces. Levítico 26:14-32 son versos para leer con temor y temblor pues terminan con el exilio: ser esparcidos por toda la tierra, describiendo así nuestra actual condición.

Hacia el final del capítulo se manifiesta de nuevo la misericordia y fidelidad de nuestro Padre, cuando afirma en el verso 26:44

Pero ni aún por todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, los desecharé ni los aborreceré para destruirlos anulando mi pacto con ellos, porque Yo Soy Yehováh su Elohim.

De manera que si tú y yo hemos llegado a conocerle, es porque Él es Fiel a Su pacto y esto a su vez nos confirma que nosotros somos Yisrael, por lo cual somos responsables de la obediencia Su Toráh.

Clases de Mandamientos

La Toráh está llena de imperativos de diferentes clases.  El término Mitzvá es usualmente utilizado para referirse a cualquier mandamiento dado por Yehováh. Los Mitzvot (plural de mitzvá) pueden ser dividido en las categorías:

    • Jukkim, que son estatutos entregados sin razón aparente.  Son decretos supra-racionales, es decir que están más allá de la razón.  Ejemplos de esto son las leyes concernientes a la pureza o a la dieta.

    • Mishpatim, son leyes entregadas por una razón específica, tales como los mandamientos concernientes a la caridad, al robo o al asesinato, acciones que están ligadas a la conducta moral requerida dentro de una comunidad.

Tanto en los Jukkim como en los Mishpatim, existen Eidot, que son testimonios, para conmemorar o representar algo; por ejemplo: observar el Shabbat y los Festivales de Yehováh, vestir tzitzit, comer matzáh en Pascua, sonar el shofar, etc. son todos mandamientos que simbolizan o recuerdan algo, y éstos caen en una categoría intermedia de las dos anteriores.

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