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Deuteronomio 26:1 – 29:9 | Ki Tavó

 Parashá Anual – Deuteronomio 26:1 – 29:9

Nombre de la Parashá: Ki Tavó – Cuando entres

Lecturas Complementarias: Isaías 60:1-22 | Mateo 4:13-24

En la parashá de esta semana, Yehováh instruye a Yisrael a traer los primeros frutos cosechados (bikkurim) al santuario central que se establecerá una vez que los yisraelitas hayan entrado a la Tierra Prometida.

Tuvo que ser un alivio para los hijos de Yisrael, escuchar que habría un final a la prolongada jornada de 40 años a través del desierto. Por fin estaban a punto de cruzar hacia la Tierra Prometida.

De hecho, la palabra hebrea para designar a un hebreo, es “Ivri“, que viene de la raíz hebrea que significa cruzar. En un sentido espiritual, cualquiera que ha cruzado para entrar en el Reino de Yehováh es un Ivri.

Por tal razón, quizás, el apóstol Shaúl afirmó que ser Judío (léase hebreo) es asunto de haber sido circuncidado en el corazón , más que en la carne. Aclaro que él no estaba negando la circuncisión; tan solo estaba enfatizando que para cruzar hacia el Reino de Yehováh, no basta con la circuncisión hecha en la carne, sino que debe haber un cambio interior, porque aquellos que adoran a Yehováh deben hacerlo en espíritu y en verdad.

La experiencia del desierto fue tan desafiante, que actualmente consideramos cualquier desierto físico o espiritual, como un enemigo a vencer. Tales situaciones, constituyen nuestro reto a caminar a través de tales tiempos de desierto, para ser transformados de manera que podamos entrar en la “Tierra Prometida”.

Ki Tavó, promete que la obediencia a Yehováh será recompensada con la protección divina, la prosperidad y diversas bendiciones sobre nuestras familias y futuras generaciones.

Por esta razón, la parashá Ki Tavó ha sido llamada “el capítulo de advertencia“, y en las sinagogas, el lector de la Toráh que tradicionalmente canta una porción de la Toráh correspondiente, siguiendo un patrón de canto, se apresura a leer las temidas maldiciones en un tono tembloroso y temeroso.

No necesitamos mirar lejos para ver que el pueblo judío ha sido bendecido por el Todopoderoso Yehováh conforme a sus promesas; pero también vemos que ha padecido sufrimiento durante muchos siglos, a causa de las maldiciones de la ley que vienen como consecuencia del pecado (Deuteronomio 28: 15-68).

Hay algunos que siguen a Yeshúa HaMashiaj (Jesús el Mesías), pero creen que es nuestra suerte en la vida sufrir de estas maldiciones junto con el resto del mundo; sin embargo, la Palabra de Yehováh dice otra cosa: Como hijos del pacto con Dios, debemos disfrutar Sus bendiciones en nuestras vidas si estamos caminando en obediencia a Sus mandamientos.

Las bendiciones vienen por ser de bendición a otros

Uno de los primeros actos de obediencia que el Señor pide a Su pueblo es “recoger” (cosechar y poner aparte) las primicias de nuestro aumento de salario, nuestro diezmo, la porción sagrada, y darla tanto a los que sirven al Señor, como a los pobres.

Y dirás en presencia de Yehováh tu Dios: He apartado de mi casa lo consagrado, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo tu mandamiento que me ordenaste. No he transgredido tus mandamientos ni los he olvidado. Devarim 26:13

Si no estamos obedeciendo este mandamiento, entonces tenemos muy poca base bíblica para estar expectantes de las bendiciones de Yehováh en nuestras finanzas. Recordemos que Yehováh ha prometido que si le obedecemos a Él entregando el diezmo, Él detendrá al devorador para nuestro beneficio y bendición de nuestras finanzas:

Os alejaré al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra ni os hará estéril la vid en el campo, dice Yehováh Sebaot. Malaquías 3:11

Pero actuar de modo contrario, también trae consecuencias. Si fallamos en apartar la porción que corresponde de nuestro ingreso, entonces estamos rompiendo el pacto al robar a Yehováh, y como consecuencia el siervo que sirve a Yehováh, la viuda, el huérfano y el extranjero en necesidad sufrirán, mas no por descuido de Yehováh sino porque aquél a través de quien debería llegar Su socorro, se apropió de lo que no le pertenece. Entonces es cuando caemos bajo maldición y le damos al devorador un piso legal para que llegue a destruir nuestras finanzas.

Aunque Yeshúa ha quitado la maldición que pesaba sobre nuestras cabezas a causa de haber quebrantado la Toráh, Él no nos ha quitado la responsabilidad de seguir su ejemplo viviendo una vida apartada de los patrones de este mundo. Cuando entendemos que estamos caminando en pecado en alguna área, debemos arrepentirnos y regresar a Él.

Y esto es verdad también en nuestra área financiera. Al separar nuestro diezmo – la porción apartada (kadosh) de nuestros ingresos – recogiéndola (cosechándola y poniéndola aparte) de nuestra posesión, para compartirla con quienes nos ordena la Toráh, volvemos a Yehováh de muchas maneras y Él regresa a nosotros:

¡Volveos a mí, y Yo me volveré a vosotros!, dice Yehováh Sebaot. Pero vosotros decís: ¿En qué nos hemos de volver? ¿Robará el hombre a ’Elohim? ¡Pues vosotros me habéis robado! Pero decís: ¿En qué te hemos robado? ¡En los diezmos y en las ofrendas! ¡Me habéis maldecido con maldición, porque vosotros, la nación toda, me estáis robando!  Malaquías 3:7-9

No todo en el judaísmo es errado. Allí se enfatiza la práctica de dar; en hebreo: tzedakah (caridad) que es considerada un Mandamiento tan importante, que si alguien no lo cumple, se duda de que pueda tener descendencia. Dar a los pobres es una obligación en el judaísmo, un deber que no puede ser abandonado incluso por aquellos que están en necesidad. Algunos de sus sabios han dicho que la tzedaká es el más elevado de todos los mandamientos, igual a todos ellos combinados, y que una persona que no realiza tzedaká es equivalente a un adorador de ídolos. No en vano Yeshúa afirmó: Donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón.

Este principio se afirma también en el Brit Hadasháh (Nuevo Testamento), que enfatiza que si no damos cuando vemos a un hermano en necesidad material, es dudoso que el amor de Yehováh realmente more dentro de nosotros:

Pero el que tiene bienes en este mundo, y ve a su hermano en necesidad, y cierra su corazón, ¿cómo podrá habitar el amor de Yehováh en él? 1Juan 3:17

Por supuesto, el Yehováh recompensa la compasión y la generosidad. Él promete que cuando damos a los pobres y necesitados, las viudas y los huérfanos, nos retribuirá por lo que hayamos dado.

El que da al pobre presta a Yehováh, y Él se lo devolverá. Proverbios 19:17

 

NOTAS EXPLICATIVAS DE ALGUNOS VERSICULOS CLAVE

Devarim (Deuteronomio) 26:1

El verso habla de “cuando entres en la tierra que estoy dando como herencia”; sin embargo no podemos argumentar que el contenido de la Toráh es solo para quienes habitan en la tierra de Yisrael. Recordemos que el propósito original de Yehováh era que todo el mundo  aprendiera su Toráh mediante el ejemplo que daría Yisrael.

Devarim 26:2

En una sociedad agrícola, las primicias son los primeros frutos que aparecen cuando llega el tiempo de la cosecha. Los hebreos marcaban esos frutos y los tenían presentes para presentarlos ante Yehováh en el tiempo indicado.

Devarim 26:10

La breve historia que se debería recitar al presentar las primicias, era con el propósito de que la persona no olvidara que sin la intervención de Yehováh, ella no estaría allí y tampoco tuviera esos frutos. Es claro que las primicias son una forma de adoración a Yehováh

Devarim 26:11

Notemos que la abundancia era para ser compartida con el Levita y con el extranjero; no era para acapararla.

Devarim 26:12

Cada tres años, se apartaba un diezmo adicional a los otros, para compartirlo con el Levita, el extranjero, el huérfano y la viuda. La entrega de este diezmo iba también acompañada de una declaración de fidelidad.

Devarim 27

Con el capítulo 27 se inicia el tercer discurso de Moshé, donde recapitula una vez más la importancia de mantener fresca la responsabilidad de obedecer los Mandamientos -la Toráh – o Instrucciones de Yehováh. Era tan crucial, que se ordenó hacer un muro de piedras, pintarlo con cal y escribir allí las palabras de la Toráh para testimonio permanente al pueblo. Acto seguido se recitarían a viva voz las maldiciones que resultan de proceder incorrectamente, y todo el pueblo respondería: Así sea!

A continuación se haría la enumeración de las bendiciones que vienen como resultado de seguir las Instrucciones de Yehováh. Posteriormente, de manera profética Moshé enumera los resultados de la desobediencia, de cuyo cumplimiento hoy somos testigos.

Devarim 27:12

La tribu de Yosef, incluye a Manasheh y Efráyim 

Devarim 28:1

Las bendiciones son el resultado de la obediencia cuidadosa y fiel a todos los mandamientos de Yehováh. Así la verdadera prosperidad está ligada a la obediencia, más que a la habilidad de hacer negocios.

Devarim 28:10

El respeto viene como resultado de que el Nombre de  יהוה (Yehováh) es proclamado sobre quienes le obedecen.

Devarim 28:15

Al igual que las bendiciones, las maldiciones son resultado de la manera en que actuamos. Las maldiciones descritas en los versos siguientes están mucho más detalladas, a manera de advertencia para Yisrael y para nosotros.

Devarim 29:4

Este es uno de los terribles riesgos que podemos correr: A pesar de estar expuestos a las maravillas de Yehováh, ser incapaces de verlas, oírlas o entenderlas. Por eso necesitamos clamar para que nuestro Padre abra nuestros ojos, de manera que podamos distinguir sus actuaciones en favor nuestro y que abra también nuestro oido para poder discernir su voz; de otra manera estaremos atribuyendo lo que sucede a la buena o mala suerte y aunque nos hable no podremos escucharle. 


Aplicación Práctica

¿Qué pretendía Yehováh con todo esto? Conociendo que somos seres olvidadizos, nuestro Padre nos da una instrucción para traer a la memoria todos los hechos desde nuestro rescate hasta el presente. Cuando perdemos de vista de dónde hemos sido sacados, con gran facilidad olvidamos el Pacto que hicimos de vivir bajo la autoridad de Yeshúa, nuestro Señor, y de obedecer todos sus mandamientos.

Los versos 17 y 18 muestran que el propósito de esta instrucción, era renovar de manera solemne, nuestro compromiso de que Yehováh es nuestro Elohim y que andaremos en sus estatutos… lo que desembocará en una multitud de bendiciones conforme a Sus promesas.

Qué importante es mantenernos conscientes de dónde estamos y por qué. Ciertamente hoy no estás literalmente en la tierra de Yisrael; pero donde quiera que te encuentres, Yehováh te ha puesto allí, y es un buen lugar.

Por eso, lo que recitaban los Yisraelitas al entregar sus ofrendas es lo que cada uno de nosotros debiera declarar o al menos tenerlo presente en nuestra mente al entregar cualquier ofrenda. El propósito es mantener vivo el recuerdo de que fuimos rescatados de una vana manera de vivir por la pura y sola gracia de Yehováh y de reconocer que solo a Él pertenece la gloria de la nueva vida que tenemos.

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