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Devarim 22:6 – 23:8 | Ki yikaré

Parashá Trienal – Devarim 22:6 – 23:8 

Nombre de la Parashá: Ki yikaré – Cuando encuentres

Lecturas Complementarias: Miqueas 5:5-6 | Mateo 22:1-14

Cuidado de las avecillas

Si encuentras delante de ti un nido de pájaro con polluelos o huevos, en cualquier árbol o en el suelo, y la madre está echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no tomarás a la madre con las crías. Sin falta soltarás a la madre y podrás tomar para ti las crías, a fin de que te vaya bien y prolongues tus días. Devarim 22:6–7

Iniciamos con otro mandamiento que revela el cuidado de Yehováh por su Creación. Esta clase de mandamientos nos permite inferir que el carácter de nuestro Padre es tierno y compasivo; Él como diseñador, sabe cómo se siente un animal cuando es privado de sus hijos y nos instruye para alejar a la madre antes de tomar sus huevos o sus polluelos. ¿Por qué la conexión de la obediencia de este pequeño mandamiento, con una vida prolongada? Es todo un misterio; simplemente al igual que la obediencia debida a otros mandamientos, sabemos que hay bendición de Yehováh para quienes le obedecen sin reparo.

Barandas de protección

Cuando construyas una casa nueva, harás pretil (baranda) a tu terrado, no sea que si alguno cae de allí, traigas delito de sangre sobre tu casa. Devarim 22:8

Las casas en medio oriente suelen tener los techos planos para ser utilizados de diversas maneras, ya sea secando grano, almacenando cosas temporalmente, o simplemente para estar allí en la noche y ver las estrellas. Así que existe el riesgo de que alguien caiga por la ausencia de una barda de protección. Ahora bien, por extensión el mandamiento advierte sobre la responsabilidad que tienen los dueños de casa de tener obstáculos o condiciones en su edificio que pudieran poner en riesgo la vida de otros.

De hecho en muchos países los propietarios de viviendas o edificios tienen pólizas de seguro contra accidentes de visitantes dentro de ellos. Por ejemplo si tengo una escalera en condiciones de riesgo y un visitante resbala o cae por causa de ella, puede instaurar una demanda contra mí como dueño de la propiedad para que le sean cubiertos sus gastos médicos.

Devarim 22:9-11

¿Cuál es el espíritu del mandamiento?  ¿Qué nos revelan estas instrucciones del carácter de Yehováh? Nuestro Padre como Creador Supremo, estableció, géneros, especies, cualidades, y demás características para sus criaturas. Nadie mejor que Él conoce cómo opera cada ser viviente y qué situaciones lesionan o alteran ese funcionamiento perfecto.

Es un hecho que los frutos híbridos desarrollados por el hombre, van en contra de lo establecido por Él. Tan cierto es, que los frutos resultantes son estériles al igual que sucede cuando se cruzan dos especies de animales. El más común es el caso de la mula, que resulta del cruce de un caballo y burra ó de un burro y una yegua. El resultado es una animal muy fuerte para el trabajo, pero incapaz de reproducirse.

Cruce de una equino con una cebra

Este mandamiento también se relaciona con el otro mediante el cual Yehováh nos ordena no mezclar las formas de adoración a Él con aquellas practicadas con ídolos porque resultan ser abominación. Así pues entendemos que la pureza de su Creación se mantiene si evitamos las mezclas porque estas conducen finalmente al deterioro y al caos.

Shaúl (Pablo) a su vez hace una aplicación de este principio cuando afirma:

No estéis unidos en yugo desigual con incrédulos, pues ¿qué compañerismo hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Y qué comunión hay de la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia del Mesías con Belial? ¿O qué parte del creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo entre el Santuario de Dios y el de los ídolos? Porque nosotros somos Santuario del Dios viviente, como dijo Dios: Habitaré entre ellos y entre ellos andaré; Y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 2 Corintios 6:14–16

Devarim 22:12

Es otra referencia a los tzit-tzit. Estos van en el “manto” o la prenda más exterior que vestimos.

Ver Números 15:38-39

Devarim 22:13-21

¿Acaso es permitido tener relaciones sexuales antes del matrimonio? No. EN el antiguo Israel había tres manera como una pareja podía entrar en el pacto matrimonial:

  1. Pagando una dote por una doncella virgen.
  2. Mediante un documento escrito.
  3. Teniendo una relación sexual.

Cualquiera de estas tres formas daba por hecho el matrimonio. No necesariamente tenía que haber una ceremonia religiosa o civil, con vestidos de novia o trajes especiales, y comida y licores y músicos e invitados. Estas son costumbres posteriores que según las culturas han ido tomando forma.

De hecho las relaciones promiscuas, desordenadas por fuera del matrimonio, caen en la categoría de adulterio o de fornicación si uno de los participantes es soltero(a).

el padre y la madre de la joven tomarán las evidencias de su virginidad y las llevarán a los ancianos a la puerta de la ciudad. Devarim 22:15

La evidencia de virginidad, era la prenda (camisón o sábana) que conservara manchas de sangre producto de la pérdida de su virginidad la noche de la boda.

Ahora, si el marido estaba difamando a la esposa, a él se le imponía una multa y no podía deshacerse de ella de por vida. En caso contrario, es decir si era verdad que la mujer había perdido su virginidad antes del matrimonio, entonces ella era apedreada públicamente.

Devarim 22:22-30

Las relaciones adúlteras constituyen pecado de muerte. Reiteramos que el adulterio solo lo puede cometer una persona casada.

Las situaciones de los versos siguientes se prestan para discusión; pero se asume que la mujer en el campo es forzada y no hay quien la proteja; no así en la ciudad. Y a continuación se establece en los versos 28 y 29 que si un hombre tiene una relación con una doncella virgen, tiene que casarse con ella y pagar al suegro 50 piezas de plata y nunca la podrá repudiar ni divorciarse de ella.

Finalmente el verso 30 reitera la prohibición de tener relaciones sexuales con la madrastra. Como tal mujer, ha tenido relaciones íntimas con el padre del hombre, está identificada con aquél y tener relaciones sexuales con ella equivale a “descubrir la desnudez del padre”, lo que constituye una abominación.

Devarim 23:1-8

Recordemos que originalmente la Toráh no tiene divisiones de capítulos ni de versículos. Por tanto cuando leemos de corrido, nos damos cuenta que los versos de capítulo 23 siguen tratando el asunto del matrimonio y de diversas clases de uniones matrimoniales prohibidas. 

Así, cuando los versos uno al tres afirman:

No entrará en la congregación de Yehováh el que tenga magullados los testículos o amputado su miembro viril. No entrará bastardo en la congregación de Yehováh. No entrará en la congregación de Yehováh hasta la décima generación. No entrará amonita ni moabita en la congregación de Yehováh. Ni aun en la décima generación entrarán en la congregación de Yehováh, Devarim 23:1–3

se están refiriendo a uniones matrimoniales con personas de estas condiciones. Es decir la expresión: “No entrará en la congregación” es otra forma de decir: “no se casarán con…”. Obviamente estos mandamientos son vigentes para nosotros como el pueblo de Israel nada más, por cuanto somos su pueblo. Sin embargo, respecto de los eunucos (quienes han sido castrados) que guarden el Shabbat y elijan vivir por la Toráh, Isaías advierte que tendrán un lugar en la Casa de Yehováh en la era Mesiánica. Isaías 56:3-5.

El verso dos hace mención de los hijos bastardos o mamzer en hebreo, refiriéndose a cualquier clase de hijo ilegítimo, ya sea nacido por fuera del matrimonio o mediante la unión con una mujer pagana. El judaísmo establece que una persona mamzer no puede casarse con una persona judía, a menos que se convierta al judaísmo.

Respecto a los moabitas y amonitas, que son los descendientes de la relación incestuosa de Lot con sus hijas luego del juicio sobre Sodoma y Gomorra, la instrucción provista en estos versos, se ha prestado a múltiples interpretaciones. Máxime cuando Ruth, abuela del rey David, ¡era moabita! y Salomón por su parte se casó con ¡una mujer amonita! y estos dos personajes están en listados en la genealogía de Mashíaj.

Hay quienes interpretan que las diez generaciones se cuentan desde Avraham; y así, Boaz (Booz) y Ruth vienen a ser la onceava; luego cumplirían con la regla provista acá. Veamos:

  1. Avraham
  2. Yitsjak
  3. Ya’akov
  4. Yahuda
  5. Perez
  6. Hezron
  7. Ram
  8. Aminadab
  9. Nahason
  10. Salmon
  11. Boas (Booz) y Ruth.

Pero en realidad no es claro a partir de qué generación se debería hacer la cuenta. Otros afirman que la prohibición es solo para los varones, mas no para las mujeres y por eso, Boaz (Booz) pudo tomar a Ruth como su esposa.

Así que respecto a estos dos grupos, no solo se prohibe emparentar con sus descendientes, sino que se ordena no favorecerlos nunca. Verso 23:6

El tratamiento para los Egipcios y Edomitas (descendientes de Esaú) sería diferente: 

No abominarás al edomita, pues es tu hermano. No abominarás al egipcio, porque extranjero fuiste en su tierra. Los hijos que nazcan de ellos en la tercera generación, podrán entrar en la congregación de Yehováh. Devarim 23:7–8

En contraste con los grupos mencionados arriba, tanto los egipcios como los edomitas, podrían entrar a formar parte de Israel a partir de la tercera generación. En Israel se ha interpretado este mandamiento como sigue: De cualquier egipcio o edomita que se haya convertido al judaísmo, sus descendientes después de dos generaciones pueden casarse con personas judías; es decir sus nietos.

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