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El valioso aporte de las mujeres al Tabernáculo

La parashá Trienal de esta semana comienza narrando que Betzalel hizo el  mobiliario y nos da los detalles de cada uno; pero más adelante encontramos un material de los que él utilizo que no fue mencionado en las ofrendas; veremos entonces dos contrastes muy especiales acerca de la belleza que llaman la atención.

Bezalel fue lleno de espíritu de sabiduría para toda obra artesanal. En estos capítulos y los anteriores, se pone gran énfasis en la belleza externa: el arte, la estética y el buen gusto con que fue hecho cada artículo y en general todo el Tabernáculo.

Betzalel tuvo cuidado de cada combinación, detalles estéticos y muy sutiles para que todo fuera a la altura del mandato, recordemos que fue Yehováh quien lo dotó con diversos dones para hacer cosas hermosas, que pudieran llegar a juzgarse como vanas ya que son belleza externa.

Pero más adelante en el capítulo 38 la Torah nos narra:

E hizo una fuente de bronce y su soporte de bronce con los espejos de las mujeres que velaban a la puerta de la tienda de reunión Éxodo 38:8.

No hay narración en la Torah donde Moshé pidiera las mujeres que entregaran sus espejos. Investigando un poco acerca de estos, podemos ver que en la antigüedad los espejos solían hacerse de un bronce lustrado y fueron utilizados por las mujeres, desde épocas muy remotas, como objeto muy personal que no era compartido; cada una debía tener su propio espejo donde mirarse para arreglar su aspecto físico.

Llama la atención esta mención de la belleza: Betzalel es lleno de sabiduría para que todo lo que hiciera fuera hermoso; pero a su vez las mujeres entregan los espejos que son un instrumento que se utiliza para cuidar de su belleza externa; fue como si ellas hubieran renunciado al cuidado de su belleza externa. Esto lo hicieron de manera voluntaria, con un espíritu de entrega, para que sus espejos fueran usados en algo más importante.

Muy seguramente, estos espejos eran de gran valor para sus dueñas; pero dedicarlos al Padre fue un ejemplo de sacrificio; significa que estas mujeres estimaron más la belleza interna que la externa.

Su ofrenda, nos muestra que ellas deseaban estar representadas en la construcción del Mishkán; y que a pesar de no poder dar algo como lo que sus esposos ofrendaron, se desprendieron de lo que consideraban muy valioso para ellas, y prefirieron que el lugar en donde Yehováh iba a descender para compartir con ellos, fuera más hermoso a pesar de no poder ellas cuidar de su propia belleza.

Como mujer medito en estos dos contrastes y me pregunto: ¿A qué cosas le damos más valor hoy día: a la belleza externa o a la interna? ¿en qué invertimos más las mujeres de hoy? Si se presentara una situación similar hoy, ¿seríamos capaces de entregar nuestros objetos personales que usamos para embellecernos?

Aprendamos a no tener reservas a la hora de ofrecer todo lo que apreciamos a Yehováh nuestro Padre. y busquemos tener un balance entre la belleza externa e interna. Después de todo somos la morada de Ruaj HaKodesh.

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