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Éxodo 30:11 – 34:35 | Ki Tisa

Parashá Anual – Exodo 30:11 – 34:35

Nombre de la Parashá: Ki Tisa – Cuando Tomes

Lecturas Complementarias: 1Reyes 18:1-39 | Marcos 9:1-10

La porción inicia con instrucciones respecto al censo de población. A diferencia de la ofrenda voluntaria que se tomó para la construcción del Tabernáculo y su mobiliario, en esta ocasión todos “deberían traer” una ofrenda, es decir: pagar. Era más bien algo como un impuesto por ser incluido en el censo. La suma debería ser pagada por todos los varones mayores de 20 años, ricos o pobres; no importaba su condición pagarían lo mismo:

Esto es lo que ha de dar todo el que pase por el empadronamiento (censo): medio shekel, según el shekel sagrado, el shekel es: veinte geras.  Medio shekel será la ofrenda para Yehováh.  
Exodo 30:13

Este hecho tiene un significado importante respecto a la igualdad de todas las almas ante nuestro Creador y Padre: no hay diferencia en cuanto a su condición económica, su abolengo, su educación, su apariencia, su entrenamiento, sus conexiones o experiencia.  

Los censos eran realizados para saber el potencial de las naciones para ir a la guerra; y esta ofrenda o impuesto, no era una garantía ni de sus vidas, ni de que tendrían éxito en las batallas. Sea que ganaran o perdieran, Yehováh estableció que Yisrael pagara un rescate por su propias almas durante el censo, mostrando así la seriedad con que Yehováh considera la pérdida de una vida humana.

El pago debía ser anual, y así se practicó hasta el tiempo del exilio a Babilonia bajo Nabucodonosor, cuando fue suspendido. Luego Nehemías lo restableció cuando regresaron del exilio, pero Adriano, el emperador romano lo prohibió en 135 EC. Ahora que Yisrael ha regresado a su tierra, ésta práctica fue restablecida el 23 de Marzo de 1997.

Exclusividad de lo que se ofrece a Yehováh

Tanto el aceite como el incienso, tenían fórmulas específicas provistas por Yehováh, y eran de uso exclusivo. Aprendemos que todo lo que ofrecemos a Yehováh, nuestro Padre, ha de ser conforme a Sus instrucciones y no de acuerdo a lo que nos parece mejor según nuestro punto de vista. En otras palabras, si hemos de guardar un día de reposo o una festividad para YHVH, todo ha de ser hecho conforme a las instrucciones (Toráh) precisas que el Padre nos ha entregado y no deben ser combinadas, transformadas y muchos menos cambiadas a nuestro acomodo y preferencia.

En el capítulo 31:13-17, prestemos atención al énfasis que Yehováh hace a Moshé respecto a guardar el Shabbat, una vez que terminó de escribir en la tablas y se las entregó.

El Becerro de Oro

Aharón (Aarón), quien había quedado como responsable, luego de que Moshé subió al monte, no puso objeción a las peticiones y deseos del pueblo. Debería haber sido firme ante la queja de este por la demora de Moshé. Pero pudo más la presión del pueblo; y él queriendo satisfacer los caprichos de Yisrael cedió haciendo lo incorrecto tal y como se lo declaró a su hermano más tarde:

…ellos me dijeron: haznos dioses… Y les dije: el que tenga oro, que se lo arranque. Y me lo dieron, lo eché al fuego y salió este becerro! VS 24

¿No parece esta, una defensa ingenua? Aparentemente, todo fue obra de magia. Aharón, da a entender que actuó inocentemente, y pareciera que ni sospechaba qué habría de salir del horno. ¡Cómo se parece ese argumento a los nuestros cuando nos metemos en problemas! Posteriormente, el pueblo se reunió a celebrar “Fiesta para Yehováh“, utilizando precisamente las representaciones que a los ojos de Yehováh eran ídolos abominables, cosa  que Él les había prohibido expresamente solo unos días atrás; así quebrantaron el pacto de sangre que recientemente habían hecho, y cayendo en excesos, cometieron actos vergonzosos que finalmente les costaron la vida, todo lo cual Yehováh quiso prevenir, cuando les dio tal mandamiento.

¿Nos escandalizamos verdad? Pero… ¿acaso no estábamos actuando de la misma manera cuando celebrábamos festividades como la navidad y la pascua entre otras? Usando argumentos como: “yo lo hago con la mejor intención”,  practicábamos celebraciones que en realidad son abominables para YHVH por cuanto van directamente en contra de las instrucciones provistas por Él.

Observa que ante la situación, Yehováh le dice a Moshé: “tu pueblo que sacaste de Mitsráyim (Egipto).”  ¿Cómo así?  ¿En qué momento Yisrael dejó de ser el pueblo de Yehováh? ¿Acaso no fue Yehováh quien lo sacó de allí?  Esta expresión nos muestra la desconexión inmediata que ocurrió cuando Yisrael decidió tomar su propio camino y desobedecer las instrucciones de Yehováh. Y hoy sucede igual; Yehováh no puede bendecir a quienes deliberadamente optan por reemplazar las instrucciones provistas por Él; por eso la obediencia a Su Palabra constituye la única señal perpetua de que realmente le conocemos y somos Su pueblo:

Y en esto sabemos que lo hemos conocido: si guardamos sus mandamientos.
El que dice: Yo lo conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que obedece su Palabra, en éste verdaderamente se ha perfeccionado el amor de Yehováh; por esto pues sabemos que estamos en Él.
El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo.
1Yohanán (Juan) 2:3-6

Un Día Trágico

Moshé descendió, y aquél día la tribu de Levi, Aharón incluido, se arrepintió y se consagró por su obediencia al ejecutar juicio sobre los transgresores. Por esa razón fueron constituidos como la tribu sacerdotal y así un privilegio que correspondía a toda la nación, a todas las tribus, quedó ahora limitada a una sola: la Tribu de Levi.

Moshé clama entonces por la presencia de Yehováh para seguir adelante, como una señal de que Yisrael es apartado de los demás pueblos (33:16). Y así debe suceder con nosotros. Necesitamos buscar la presencia de Yehováh cada día, encomendar nuestros caminos a Él y comportarnos como el pueblo escogido que somos, guardando sus instrucciones o mandamientos.

El pacto hecho con Yisrael, fue roto casi tan pronto como fue entregado y así lo representa la acción de Moshé al quebrar las tablas de piedra. Posteriormente, Yehováh le dice que él (Moshé), debe preparar otras tablas de piedra en las que de nuevo, Yehováh escribirá las Diez Palabras y así el pacto fue renovado: vs. 34:10. 

Observemos que Yehováh es celoso. Pero sus celos no son del estilo de los nuestros. Cuando nos ordena no hacer alianza con los pueblos de la tierra, es para evitar que nos contaminemos y aprendamos las costumbres de ellos porque nos conducirán de nuevo a la esclavitud. Es decir no son celos restrictivos y controladores sino celos que protegen.El Ruaj (Espíritu) de Yehováh nos anhela celosamente. Porque Yeshúa pagó un alto costo por nuestra redención y necesitamos entender que, más que su pueblo, ahora somos sus hijos; no simplemente siervos, sino Su familia, razones por las cuales debemos mantener nuestra identidad y testimonio limpio y sin contaminación.

Aplicación Práctica

NO SOMOS MEJORES QUE AHARON

A pesar de haber hecho una decisión para seguir a Yeshúa, aún conservamos en nuestro interior el impulso de hacer lo que nos parece bien a nuestros propios ojos, cosa que hemos estado acostumbrados a hacer por tantos años; y fácilmente tendemos a rechazar de manera casi natural las directrices que nos provee nuestro Padre Yehováh.

Nos llenamos de razonamientos y actuamos exactamente como lo hizo Havah (Eva) en el Edén: “vemos las cosas, nos parecen buenas, las hallamos agradables, y procedemos a actuar” sin dar mayor trascendencia a nuestras acciones y mucho menos a sus consecuencias.

Tal fue el caso de Aharón. Afortunadamente él se arrepintió a tiempo y el perdón para él y su familia fue tan completo, que le fue mantenido el nombramiento que había recibido de ser el segundo después de Moshé y más aún fue nombrado Sumo Sacerdote al servicio de Yehováh!  

Cuando hay verdadero arrepentimiento y acciones que así lo demuestran, Yehováh perdona y sigue adelante con Su plan para nosotros.  Esto es maravilloso.

Pero no olvidemos la lección: Se requiere de nosotros un serio compromiso con la obediencia; es lo que nuestro Padre espera. En el proceso de obedecer, siempre habrá multitud de razonamientos como: “Parece que soy el único que está en esto, pues la mayoría de personas hace otra cosa”; o… “me siento raro actuando de esta manera”, etc. Pero Yehováh espera que nuestra voluntad controle tales impulsos y pensamientos y que inteligentemente decidamos seguir sus instrucciones, mandamientos, leyes, decretos, estatutos, testimonios y demás. Al actuar de esta manera, estaremos demostrándole que confiamos en sus palabras, que nos consideramos Su pueblo y sobre todo que en realidad le amamos.

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