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¡Se requiere fuerza, para ser libres!

Esta semana la Toráh nos habla de este mandamiento:

“Si adquieres un siervo hebreo, él trabajará por seis años; y en el séptimo saldrá en libertad…” (Éxodo 21:2)

Yehováh instruye al pueblo Hebreo para que liberen a los siervos hebreos después de seis años de trabajo. A primera vista, uno tendería a pensar que cuando llegaba el séptimo año, el siervo entusiasta y felizmente salía volando de la casa de su señor para disfrutar de su independencia. Pero la verdad es que un siervo no reacciona de esta manera. La razón de esto es que mientras más tiempo una persona está bajo el mando de otra, menos cree que puede hacer su vida por sus propios medios.

Uno de los aspectos más debilitantes de cualquier tipo de servidumbre, es que ésta le roba a la persona su valor propio y su autoestima. La persona voluntariamente se esclaviza física, emocional y mentalmente. Pero el hecho de que Yehováh ordena liberar al siervo hebreo en el séptimo año, revela una increíble y poderosa “semilla” que Él plantó en todos nosotros. Y esa semilla es saber que, sin lugar a duda, todos tenemos la habilidad de lograr grandes cosas de manera individual, sin un amo sobre nosotros.

Ya sea que te des cuenta o no, cada uno de nosotros se ha hecho a sí mismo esclavo de alguien o de algo. Ya sea permanecer en un trabajo que no nos agrada, continuar en una relación nociva, involucrarnos en conductas autodestructivas, o ver televisión durante horas para escapar de la realidad; de una manera u otra, todos decidimos voluntariamente convertirnos en esclavos.

Y si bien a nadie le gusta ser controlado, nosotros creemos que esta esclavitud es una mejor opción que la libertad plena. ¡Nos da miedo ser libres! Dentro de nosotros existe un poderoso impulso que cuestiona nuestra habilidad de lograr algo por nuestros propios medios, sin la necesidad de un amo sobre nosotros. Y a pesar de que la esclavitud es dura, frustrante y dolorosa, no somos capaces de dejar a nuestro amo ya que dudamos de nuestra capacidad de ser independientes.

Pero lo opuesto es verdad. Cuando una situación poco sana controla una parte de tu vida y te impide florecer y crecer, debes saber que puedes alejarte de ella cuando quieras, y que puedes continuar tu vida sin la ayuda de este amo.

Y cuando reúnes la fuerza necesaria para liberarte y combatir la voz interna que cuestiona tu capacidad de triunfar, entonces ya has ganado el 99% de la batalla, porque al comprometerte a ser libre, entonces ahora sólo debes pasarle el mando a Yehováh, y Él te dará todo lo que necesitas para lograrlo.

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