Esta es la Parashá más corta del año: Vayelek (וַיֵּלֶךְ) es la palabra hebrea para ‘Fue’:
Fue Moshé y habló estas palabras a todo Yisrael
En este capítulo, Moshé nombra oficialmente a Yahoshúa (Josué) como su sucesor e inicia la escritura del cántico que habría de servir como testimonio contra Yisrael en el futuro.
Esta lectura por lo general se realiza el Shabbat después de Yom Teruáh que es uno de los días previos a Yom Kippur, el Día del Perdón. Por esta razón recibe el nombre de Shabbat Teshuvá (Shabbat de Arrepentimiento) siendo este un llamado al pueblo de Yehováh a dejar atrás su pecado y rebelión, para retornar (shuv) a Él. Durante este día se realizan dos lecturas de los profetas: Oseas 14:1-9 que enfatiza el arrepentimiento de corazón y Miqueas 7:18-20 que alaba la misericordia de Yehováh.
En esta porción, es notable la advertencia de Moshé respecto a cómo Yisrael desobedecería en el futuro y sería abandonado por Yehováh.
Yahosúa (Josué) sucesor de Moshé
Fue pues Moshé y habló estas palabras a todo Yisrael, y les dijo: Hoy tengo ciento veinte años, ya no puedo salir ni entrar más, y Yehováh me ha dicho: Tú no pasarás este Jordán. Deuteronomio 31: 1-2
En esta Parashá, Moshé se enfrenta a su muerte inminente. A la edad de 120 años, prepara a su gente para un futuro sin su liderazgo. Sabe que no será él, quien llevará a los hijos de Yisrael al otro lado del río Yardén hacia la Tierra Prometida. Sin embargo, les asegura que Yehováh irá con ellos y les dará la victoria contra sus enemigos. De nuevo Yehováh da una palabra de aliento al pueblo de Yisrael: ‘Esfuérzate y ten buen ánimo’.
¿Por qué necesitan este estímulo?
Porque en la Tierra Prometida estarían enfrentando nuevos enemigos y desafíos que nunca habían encontrado en el desierto. También tendrían que aprender a trabajar la tierra en lugar de tener lluvia de maná cada día desde el cielo.
A continuación, Moshé nombró oficialmente a Yahoshúa (Josué) como su sucesor (Deuteronomio 31:7), quien tendría la responsabilidad de dirigir al pueblo, de allí en adelante.
Llegado el momento de apartarse, Moshé nos da un hermoso ejemplo de un líder que supo cómo salir de su posición de prominencia con gracia y dignidad. No sólo pasó la ‘posta’ a la siguiente generación de relevo sin ningún tipo de resentimiento o sentimientos de dolor, sino que también públicamente otorgó bendiciones, aliento y afirmación a aquel que tomaría su lugar “a la vista de todo Yisrael”. Notemos que en ningún momento Moshé trató de delegar la autoridad a sus hijos Gershom y Eliézer, como suele suceder hoy día en muchos ministerios, los cuales se convierten un ‘negocio de familia’.
Yahoshúa ben Nun de la tribu de Efraín fue preparado para este papel de liderazgo. Había sido un hábil líder militar de la campaña contra Amalec (Éxodo 17: 8-13) y leal discípulo de Moshé. También fue el primero en recibir a Moshé después de esperar pacientemente durante 40 días, su regreso del Monte Sinaí (Éxodo 32: 15-17).
Moshé tomó una sabia decisión al elegir a Yahoshúa, porque este siguió fielmente las instrucciones de Yehováh y como resultado, conquistó Yerijó (Jericó) y finalmente el resto de Kenaán (Canaan).
El legado de la Toráh
Observamos que no fue solo el liderazgo lo que Moshé delegó. También se aseguró de que la gente tuviera lo que necesitaba para llevarlos al futuro. Escribió la Toráh y ordenó a los yisraelitas que la leyeran cada siete años en el año Sh’mittah (año sabático) en el tiempo de Sukkot, la Fiesta de las Tiendas o Tabernáculos (Deuteronomio 31:10-11). (Ver tema: El origen de la Parashá)
Moshé confió la custodia de esta Toráh a los hijos de Aarón, quienes eran los Kohanim (sacerdotes), así como a todos los Levitas, responsables de llevar el Arca del Pacto, entre otros deberes. No existían en aquel tiempo los rabinos fariseos, quienes luego del exilio babilónico terminaron desplazando a los levitas de su responsabilidad y usurparon la autoridad que Yehováh había conferido a la tribu de Leví, por lo cual ellos se convirtieron en ‘sabios y maestros’ de Yisrael hasta el presente.
De esta manera, la Torá debería ser enseñada y transmitida de generación en generación, para que temiéramos a Yehováh y guardáramos Sus mandamientos.
De manera similar, nosotros también tenemos la responsabilidad de enseñar la Palabra de Yehováh a nuestros hijos, para que ellos a su vez la enseñen a los suyos y así sucesivamente a través de las generaciones, para que aprendan a temer a Yehováh y a obedecer Su Palabra.
Yehováh conoce perfectamente su pueblo
Finalmente en esta Parashá nos damos cuenta de que Yehováh sabía que a pesar de todas sus advertencias, el pueblo de Yisrael se desviaría y cometería adulterio espiritual al buscar otros dioses y adorar los ídolos paganos que terminarían esclavizándolos de nuevo.
Y Yehováh dijo a Moshé He aquí reposarás con tus padres; y este pueblo se levantará y fornicará con los dioses de los extranjeros de la tierra, donde van a estar entre ellos, y me abandonarán y romperán mi pacto que he hecho con ellos. Y dijo Yehováh a Moshé: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y se prostituirá en pos de dioses extraños, los de la tierra en medio de la cual él está por entrar, y me abandonará, y quebrantará el Pacto que hice con él. Por lo cual mi ira arderá contra él en aquel día, y los abandonaré y esconderé de ellos mi rostro, de manera que serán consumidos. Y le sobrevendrán muchos males y angustias, y dirá en aquel día: ¿No será porque mi Dios no está en medio de mí, que me han alcanzado estos males? Pero ciertamente esconderé mi rostro en aquel día por todo el mal que habrá hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos?
Dos veces, dice Yehováh que ‘ocultará Su rostro’ (hester panim) de Su pueblo debido a sus pecados; pero debe ser claro que este término no indica la ausencia total o el abandono de la Presencia Divina sino su ocultamiento.
Notas Explicativas
Devarim (Deuteronomio) 30:2
Moshé huyó de Mitsráyim cuando tenía 40 años. A la edad de 80, Yehováh lo llamó y lo comisionó para liberar a Yisrael y pasó 40 años con ellos en el desierto.
Devarim 31:6
Si bien Yehováh promete Su Presencia en el proceso de la conquista, el pueblo debe ir con resolución y valentía. Toda misión que Yehováh nos encomienda es una sociedad donde debemos trabajar juntos: Él nos garantiza Su Presencia, pero nosotros debemos hacer nuestra parte.
Devarim 31:7
Yahoshúa (Josué), recibió su delegación delante del pueblo. No fue algo en secreto sino un evento público para que no quedara duda de su autoridad.
Devarim 29:12 y 14
En cada año Sh’mittah, el pueblo se congregaba para escuchar la lectura de la Toráh durante la Fiesta de Sukkot. Esto era una gran limitante, pero en vista de que el pueblo no sabía leer y tampoco era sencillo tener copias de la Toráh, dependían de esa instrucción cada siete años para tener presente la Toráh de Yehováh; por eso eso era de suma importancia memorizar, guardar en el corazón la Toráh, para tenerla presente todo el tiempo.
Devarim 31:13
Todos: adultos y niños debían escuchar la lectura de la Toráh. Nacionales y extranjeros viviendo entre ellos. El propósito: Aprender a reverenciar a Yehováh y a obedecerlo. Los extranjeros no podían llegar con sus tradiciones y leyes a imponerlas a Yisrael; ellos debían comprometerse con la Toráh que Yehováh le había entregado a su pueblo, si querían habitar en medio de ellos.
Devarim 31:19
El poema aparece en el capítulo siguiente.
Aplicación Práctica
No somos mejores que nuestros padres en el desierto. Necesitamos aprender la importancia de la lealtad y fidelidad a nuestro Padre Yehováh y a Su Palabra. Aprendamos de las consecuencias tristes que nuestros ancestros enfrentaron y decidamos poner por obra Sus Palabras hoy y ahora.
Esforcémonos por pasar a nuestros hijos el testimonio que hemos recibido. Ellos están en gran riesgo de irse en pos de otros dioses ante la abundancia y comodidad en la que viven, ante la carencia de una genuina experiencia de conversión que les haya permitido ver la diferencia entre estar en las tinieblas y haber sido trasladados a la luz; y lo que es peor ante el testimonio “fofo” ó “baboso” y sin compromiso de sus mayores.
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El día 10 del Séptimo Mes, es la festividad conocida como Yom Ha-Kipurim (o Yom Kippur), “El Día de la Expiación“. Este es un día dedicado al ayuno y la oración en el que le pedimos a Yehováh que expíe -perdone- nuestros pecados. En esta celebración, la Toráh nos ordena “afligir nuestras almas (‘INuI NeFeSH)”
Una vez mas El Padre Eterno nos habla atraves de la Torah y eso es lo que menos se hace y el no obedecerlo nos traera consecuencias muy tristes ,pero gracias a su bondad podremos ser aceptados otra vez .Gloria a su nombre .Shabbat Shalom familia.