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Levítico 1:1 – 6:7 | Vaykrá

Parashá Anual: Levítico 1:1 – 6:7

 Nombre de la Parashá:  Vaykrá – Y llamó

Lecturas Complementarias: Isaías 43:21 – 44:23 | Mateo 5:23-30

Comenzamos la lectura de Levítico, uno de los libros más interesantes de la Biblia por cuanto contiene de manera detallada las instrucciones provistas por nuestro Padre Yehováh para que nosotros, Su pueblo, llevemos vidas consistentes con Su carácter.

El nombre del libro en hebreo es: VAYKRA, y corresponde a sus primeras  palabras. El nombre LEVITICO proviene de la Septuaginta (traducción al griego de las Escrituras Hebreas concluida en el año 150 A.C.) y hace referencia a las tareas que tenía la tribu de Levy, encargada del servicio en el Tabernáculo de reunión, describiendo las funciones sacerdotales y los deberes de toda la nación. Recordemos que Yisrael fue llamada para ser una nación de sacerdotes.

También es conocido como el LIBRO DE LA SANTIDAD. Generalmente hemos pasado muy de prisa por ésta sección de las Escrituras o bien la hemos ignorado totalmente pensando que no es aplicable a nuestras vidas o que “solo es para los judíos”.  Sin embargo, su contenido tiene un énfasis en la santidad de las relaciones entre las personas, la santidad de la finanzas, la santidad de las festividades y por supuesto la santidad del Templo y de los oficios sacerdotales. Cuando hablamos de santidad, nos referimos a una forma de comportamiento diferente de lo que hace la gente común, que aunque religiosa, realmente carece de una relación viva e íntima con su Creador.

La primera carta de Kefa (Pedro) nos habla de las funciones sacerdotales que tenemos todos los seguidores del Camino:

…vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación apartada, pueblo adquirido por Yehováh, para que anunciéis las virtudes de Aquél que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Yehováh; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero que ahora la habéis alcanzado.  1 Pedro 9:10

Es por esto que también podemos afirmar sin ninguna duda que somos parte de Yisrael y por tanto no solo herederos sino responsables de obedecer la Toráh o Instrucciones de nuestro Padre.

Poco antes de declarar los Diez Mandamientos a Yisrael, Yehováh le dijo:

…si pues diereis oído a mi voz y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.  Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente apartada.  Exodo 19:5-6

Con esta declaración, Yehováh estaba manifestando de manera inequívoca cual era su propósito con Yisrael.

Para que esto fuera posible era importante detallar esos mandamientos de manera que no quedasen dudas respecto a las cosas del día a día en los diferentes aspectos de la vida. De eso trata Levítico. Las Instrucciones o Toráh allí encontradas no son exhaustivas, es decir ni pretenden regular todos los detalles ínfimos de la vida, ni abarcan la totalidad de los aspectos de la misma; sin embargo incluyen todo lo que Yehováh desea que su pueblo conozca, y constituyen una base sólida e inconmovible de la manera como deberíamos vivir en el presente. Algunas de esas instrucciones son ampliadas en los libros de Números, Deuteronomio y en el resto de la Escritura, habiendo sido Yeshúa, el Mesías, quien dio la mejor explicación e interpretación de las mismas.

En total los rabinos consideran que hay 613 mandamientos o instrucciones, incluyendo los Diez principales, entre preceptos y prohibiciones:

1. Las instrucciones obligatorias son 248 y están divididas en 18 secciones.

2. Las instrucciones prohibitorias son 365 y están divididas en 13 secciones.

No todas las instrucciones son aplicables a todos. Hay algunas solo para  hombres, otras para mujeres, otras son de carácter social y otras civil. Aquellas que tienen que ver con las ceremonias rituales y sacrificiales, quedaron inoperantes a causa de la venida y sacrificio de Yeshúa, aparte de que su cumplimiento requiere de la existencia del Templo, el cual fue destruido en el año 68 de nuestra era.

Así es que el libro de Levítico, más que simplemente dar mandamientos para que la nación sea santa, establece diversos sacrificios de animales con varios propósitos, entre ellos la acción de gracias, la adoración, y  por supuesto sacrificios substitutivos cuyo derramamiento de sangre viene a ser el fundamento para el entendimiento del significado de la muerte de Yeshúa en el madero. Una pobre compresión de éstos aspectos, nos conduce a una pobre valoración de la obra del Mesías Yeshúa y por supuesto a limitar nuestra comprensión del efecto que todo esto tiene en nuestra vida diaria.

En la lectura de hoy, aprenderemos acerca de:

    • La ofrenda quemada u holocausto (olah). Completamente quemada sobre el altar.  Levítico 1:3-17

    • Las ofrendas de comida (minjáh). Preparadas de harina selecta, aceite de oliva e incienso.  Levítico 2

    • El sacrificio u ofenda de paz (zebaj shelamim). Que debía ser comido por la persona que presentaba el animal, después de que el sacerdote había recibido su porción. Otras partes del animal debían ser quemadas en el altar. Levítico 3

    • La ofrenda por el pecado (jattat), la cual hacía expiación (reparación) por los pecados involuntarios.  Levítico 4:1-26

    • La ofrenda por la culpa (asham) que hacía expiación por la transgresión involuntaria respecto de cosas sagradas o bien, por haber sido descuidados respecto a promesas o juramentos. Las ofrendas por la culpa también involucran hacer la correspondiente restitución al sacerdote y a la víctima. Levítico 4:27 – 5:26

La palabra hebrea para ofrenda es KORBAN. Dos palabras hebreas relacionadas con korbán son: karev, que significa acercar y krav que significa batalla. La primera karev, revela que dar korbán era una manera de acercarse a Yehováh.

¿Qué efecto tenían los sacrificios en quienes los ofrecían?

Los seres humanos tendemos a adormecernos, a volvernos rutinarios y a bajar nuestros estándares morales y espirituales. Nuestros padres, los yisraelitas no estaban exentos de estos riesgos por lo cual Yehováh estableció mecanismos que habrían de ayudarles a tomar conciencia de ese problema. Así cuando un yisraelita había caído por negligencia y se había acomodado a un mundo de fantasías que le permitía vivir mediocremente, necesitaba despertar.

La Toráh tiene ese propósito. Mediante la práctica de los sacrificios busca despertarlo. Le exige llevar una vaca al Templo de Yerushalayim, donde él deberá degollar, cortar y observar cómo queman la vaca hasta que quedan sólo sus cenizas. De esta forma, el oferente obtendrá una imagen clara y nítida de la fragilidad de la vida. Y quizás esta experiencia logre sacudirlo de su apatía inmoral. Si Yehováh se lo permite, logrará entender que la vida es corta, que hay mucho que hacer en este mundo, y que no puede permitirse vivir para siempre en un estado de letargo.

Romanos 12 nos instruye a presentar nuestros cuerpos como “un sacrificio” que nos ha de evitar caer en la mediocridad y apatía espiritual:

Así que, hermanos, os exhorto por la gran misericordia de Elohim a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Yehováh, que es vuestro culto racional. No os adaptéis al mundo, sino sed transformados por la renovación de la mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Elohim: Lo bueno, lo aceptable y lo perfecto.  Romanos 12:1-2

Las ofrendas no fueron designadas para compensar a Yehováh de manera alguna, ni para hacer reparación por pecados cometidos intencionalmente. 

Entender esto es de suma importancia porque nos demuestra que la Toráh no fue dada para alcanzar salvación; la evidencia de esto, es que no hay provisión (sacrificio) para los pecados  que se cometen deliberadamente.

En otras palabras, la Toráh no fue entregada para que el hombre alcanzara la salvación mediante su cumplimiento, como se enseña  tradicionalmente, razón por la cual muchos han llegado a concluir erróneamente que: “Como Yeshúa cumplió la Ley, no es necesario que nosotros la obedezcamos hoy.”

Esta forma de pensar solo muestra ignorancia y una muy pobre comprensión de los propósitos por los cuales Yehováh entregó su Toráh. Más bien debemos entender que ésta nos fue dada para saber cómo relacionarnos con Él, con nuestros semejantes y con Su Creación, por lo cual constituye el parámetro de vida del pueblo de Yehováh.

La idea de que Yehováh no se complace en las ofrendas, tanto como de la obediencia, es evidente cuando Shemuel reprende a Shaúl a causa de su desobediencia diciéndole:

Se complace Yehováh tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las Palabra de Yehováh?  Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 1 Samuel 15:22

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