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B’midbar 1:1 – 2:13 | B’midbar

Parashá Trienal – B’midbar (Números) 1:1 – 2:13

Nombre de la Parashá: B’midbar – En el Desierto

Lecturas Complementarias: Ezequiel 43:13-23 | Lucas 15:1-7

Iniciamos el estudio del cuarto libro de la Toráh, cuyo nombre significa: “en el desierto”; sin embargo en nuestras Biblias es llamado Números, porque inicia con el censo que Yehováh ordenó realizar a Moshé.

Antes de adentrarnos en el contenido del libro, reflexionemos por unos momentos en lo que significa vivir en el desierto. Probablemente muchos de nosotros ni siquiera hayamos estado en un desierto físico, donde lo único que se ve es arena bajo un sol abrazador, sin oportunidad de hallar lugares frescos y con una enorme limitación para conseguir agua. A esto se suman la soledad y los bruscos cambios de temperatura que pasan de extremos muy calientes durante el día, a extremos muy fríos durante la noche.

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Ese fue el lugar que Yehováh escogió para revelarse a su pueblo, y todavía es el lugar en el que suele darse a conocer. Yehováh no está en medio de los lujos y el confort que ofrece el mundo y mucho menos en los templos y sedes de la religión cristiana moderna.

TODO absolutamente todo lo que se halla en la Toráh, tiene una razón de ser. Si bien este libro puede parecer tedioso a simple vista, la verdad es que está lleno de detalles que nos revelan aspectos secretos del corazón de nuestro Padre, y también de secretos que yacen bajo los textos, los cuales pasan desapercibidos para el lector casual o apurado.

Consideremos por ejemplo, el mandamiento para realizar el censo. No fue una simple orden de contar a la gente. Observa que la instrucción dice:

Levantad censo de toda la asamblea de los hijos de Yisrael, por sus casas paternas, contando los nombres de todos los varones, cabeza por cabeza.  Números 1:2

¿Qué significa “contando los nombres”?… piensa un poco…

Evidentemente Yehováh no deseaba que los individuos fueran simplemente un número, sino que mantuvieran su “identidad” por eso lo que se contaba eran “los nombres”. Nuestro Padre nunca nos despersonaliza, Él nos conoce por nombre propio y nos distingue como seres únicos de su Creación.

En los últimos tiempos, la Bestia marcará a los hombres con su símbolo y en su incapacidad de ser omnisciente como solo Yehováh lo es, pretenderá controlar a todos los seres humanos mediante el uso de su marca, haciéndose pasar por Dios y muchos serán engañados. Para la Bestia lo que cuenta es  el número de sus seguidores a quienes arrastrará a eterna perdición junto con ella.

¿Por qué toda esta enseñanza fue dada en el desierto?

¿Por qué Yehováh, siendo Todopoderoso no hizo brotar ríos en los sequedales y formó un oasis de la nada, para tener a su pueblo cómodamente instalado allí mientras transcurría el tiempo de la instrucción, organización, entrenamiento militar y demás, para entonces proceder a ingresar a la Tierra Prometida? Piensa…

Porque evidentemente Yehováh no es sobreprotector y siempre buscará hacernos crecer mediante el descubrimiento de sus secretos y el desarrollo de los talentos y/o habilidades que Él ha puesto en cada uno de nosotros!

Los beneficios de pasar por el Desierto

Siendo así, tratemos de entender que el desierto tiene varios propósitos:

  • Nos enfrenta con nuestras limitaciones y revela nuestra realidad. Por lo cual nos enseña a depender de nuestro Creador y Padre.

  • Al tener que ser dependientes, aprendemos a ser humildes. Para recibir instrucciones (Toráh); no hay lugar para la arrogancia. Por eso quienes rechazan la Toráh (las Instrucciones de Yehováh), están condenados a “vagar por el desierto” aunque se consideren “guiados por el espíritu“.

  • Nos enseña obediencia. Rápidamente nos daremos cuenta de que cada instrucción tiene un propósito y que no seguirlas traerá consecuencias funestas.

  • Nos enseña a ser interdependientes teniendo cuidado de quienes nos rodean porque a su vez ellos nos protegen a nosotros. No se puede sobrevivir como “llanero solitario”.

  • Nos permite ser testigos de las poderosas manifestaciones del poder de Yehováh, proveyendo todo lo que es necesario para la jornada.

Retornemos a la porción de hoy. El número de aquellos contados que tenían más de 20 años fue de 603.550 quienes conformarían el ejército de Yisrael responsable de hacer su parte en la conquista de la Tierra Prometida. Este número excluye a los levitas, quienes eran responsables de cargar, armar y desarmar el Tabernáculo de reunión con todos sus accesorios y muebles. Números 1:49-53. 

El capítulo dos proporciona claras instrucciones respecto a la manera en que el pueblo debería organizarse tanto para acampar, como para ponerse en movimiento, cada vez que Yehováh así lo demandara. Esto nos revela claramente que tenemos un Elohim de orden; donde Él se halla no puede haber ni confusión, ni alteración, ni perturbación, ni disturbio, ni exceso ni abuso.

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