Parashá Trienal – Bemidbar (Números) 6:22 – 7:89
Nombre de la Parashá: Tevarajú – Bendeciréis
Lecturas Complementarias: Jeremías 31:21-34 | 1Corintios 6:18-20
La Bendición Sacerdotal
Habla a Aharón y a sus hijos, diciendo: Así bendeciréis a los hijos de Yisrael. Diles:
Yehováh te bendiga y te guarde,
Yehováh haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia.
Yehováh alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
Así pondrán mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré.
“Dios te bendiga“, ha sido el estribillo con el cual pretendemos bendecir a otras personas; es de uso muy frecuente entre padres e hijos o entre personas cercanas al despedirse. Sin embargo la instrucción de nuestro Padre Yehováh es muy clara: Así bendecirás a los hijos de Yisrael.
Durante los días que la Casa de Yehováh estuvo en pie, esta bendición era pronunciada dos veces al día : una en la mañana y otra en la tarde, después de las ofrendas de humo ascendente u holocaustos; entonces los cohanim se reunían al frente del Santuario, levantaban sus manos y pronunciaban la bendición sobre la asamblea que se hallaba allí reunida.
En vista de que los cohanim pronunciaban tal bendición en conexión con las ofrendas de humo ascendente, posteriormente en los servicios de las sinagogas, se incorporó la ceremonia de pronunciación de la bendición al final de la enseñanza. El cohen presente, pasaba al frente de la congregación, levantaba sus manos y cantaba la bendición Aharónica o Sacerdotal.
El Talmud nos informa que la pronunciación de esta bendición estaba conectada al levantamiento de las manos poniendo los dedos de manera que se formara con ellos la letra Shin, que simboliza el nombre de Yehováh:
De esta manera, los cohanim daban cumplimiento al mandamiento de “poner el Nombre de Yehováh sobre” el pueblo cuando lo bendecían.
Dentro del judaísmo la bendición también es conocida con el nombre dujanin, que significa: subir a la plataforma; esto a causa de que en los tiempos del Templo los cohanim debían subir a una plataforma (dujan) para pronunciar tal bendición.
Existen dos tradiciones para llevar a cabo esta práctica: la una es según los judíos sefarditas y la otra según los askenazi. Los primeros, pronuncian la bendición cada Shabbat, pero los segundos, solo en los días de las Festividades de peregrinación: Matzot (panes sin levadura), Shavuot (Pentecostés) y Sukkot (Tabernáculos).
Ahora bien, nosotros los seguidores de Yeshúa, que hemos sido declarados cohanim en virtud de su obra, podemos pronunciar la bendición y deberíamos hacerlo particularmente sobre nuestros hijos durante el Shabbat; esto deja una gran impresión en ellos, además de traer realmente el Nombre de nuestro padre Yehováh sobre ellos.
A continuación el texto de la pronunciación en español, de la Bendición Aarónica:
Ofrendas de las Tribus
Aconteció que el día en que Moshé terminó de hacer levantar el Miskán (Tabernáculo), de ungirlo y santificarlo con todos sus utensilios, y de ungir y de consagrar el Altar con todos sus utensilios, que los príncipes de Yisrael, cabezas de sus casas paternas, presentaron sus ofrendas. Números 7:1-2
Los relatos que hallamos en la Toráh no necesariamente están en orden cronológico. Si bien los primeros seis capítulos de este libro nos narran la historia de la preparación de nuestro pueblo para dejar el Monte Sinaí, lo cual incluyó el censo, ahora el capítulo siete, nos habla de cómo los levitas obtuvieron seis finas carretas que habían de ser tiradas por doce toros. La narración, pues, nos lleva de vuelta al día primero del primer mes, cuando Moshé levantó la tienda del Miskán y la Shekjináh, la Gloria de nuestro Padre Yehováh, llenó el lugar.
Fue en ese mismo día que quienes eran las cabezas de las tribus, presentaron a nuestro Padre Yehováh varios regalos; todos presentaron las mismas cosas de manera que no hubo quien resaltara o buscara impresionar por su generosidad.
Esto fue lo que cada una de las Tribus obsequiaron para facilitar el trabajo de los levitas:
Como bien nos aclara el pasaje, las carretas estaban destinadas a transportar todos los utensilios y componentes del Miskán, cosas que estaban a cargo de las familias de Merari y Gershón. Por su parte, los Koatitas eran responsables de: El Arca del Pacto, y los tres artículos que se hallaban en el Lugar Kadosh: La Mesa del Incienso, la Mesa de los Panes y la Menoráh, que debería ser llevados en los hombros por los Levitas asignados previamente para tal tarea. Ver Números 9:7.
Al leer este pasaje surge una pregunta obvia: ¿Por qué no se hace mención solo una vez de los regalos y se dice que todas las tribus trajeron lo mismo? Para responderla viajemos en el tiempo.
Era muy importante tanto la repetición, como la mención de los nombres de cada tribu; el propósito era no solo lograr que la gente recordara que su tribu había participado activamente, sino dar a los oyentes un fuerte sentido de identidad. Recordemos que la gente no tenía una copia de las Escrituras a la mano y que dependían de la lectura ocasional que de ellas se hacía.
Este pasaje nos muestra igualmente una sombra profética de las tribus restauradas y trayendo ofrendas para la dedicación en la Era Mesiánica:
…tus puertas estarán siempre abiertas,
no serán cerradas ni de día ni de noche,
para que te traigan la riqueza de las naciones…
Isaías 60:11
Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, mi Espíritu estará en medio de vosotros. No temáis. Porque así dice Yehováh Sebaot: Dentro de poco Yo estremeceré los cielos y la tierra, el mar y la parte seca. Estremeceré a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones, y llenaré de gloria esta Casa, dice Yehováh Sebaot.
Mía es la plata y mío es el oro, dice Yehováh Sebaot. La gloria postrera de esta Casa será mayor que la primera, y en este lugar daré paz, dice Yehováh Sebaot.
Hageo 5-9
La Voz de Nuestro Padre Yehováh.
Y cuando entraba Moisés en el Tabernáculo de Reunión para hablar con ’Elohim, oía la voz que le hablaba de encima del Propiciatorio que estaba sobre el Arca del Testimonio, entre los querubines, y le hablaba. Números 7:89
A partir de aquél momento cuando nuestro pueblo dejó el Monte Sinai, nuestro Padre Yehováh continuó comunicándose con Moshé, hablándole desde en medio de los Kerubines que estaban en el Arca, así nos acompañó durante toda la travesía por el desierto.