En la parashá Vayakh’El pudimos observar la construcción del Tabernáculo en el desierto, a partir de la donación de todos los materiales aportados por las familias de Yisrael. Uno de los aspectos importantes de la porción de esta semana, es el informe que presenta Moshé de la manera como fueron utilizados tales aportes.
Por ejemplo, debido a que fue recolectado medio shekel de plata de cada uno de los 603,550 hombres (en total 301,775 shekels), Moisés reportó haber construido 100 bases para los pilares (cada una 3,000 shekels), y con lo que quedó (1,775 shekels), bandas de plata, ganchos, y tapas.
Igualmente, Moshé reportó cómo fue utilizado el oro, el cobre, la madera, las telas, las pieles de animales y las gemas preciosas – confirmando que cada artículo fue apropiadamente utilizado para la construcción del Tabernáculo – y ninguna porción quedó para su beneficio personal o el de su familia.
Moshé llegó a ser reconocido por su integridad y tenía una reputación libre de reproches, sin embargo, consideró necesario presentar en detalle y públicamente este reporte. ¿Por qué? En ninguna parte vemos que YHVH le hubiera exigido hacerlo; pero a pesar de esto, él lo hizo de su propia iniciativa.
Un asunto de integridad
La respuesta nos da una perspectiva acerca de cómo funciona la integridad. Cuando somos íntegros, no solamente quienes nos rodean tienen la obligación de juzgarnos favorablemente, sino que al mismo tiempo tenemos la responsabilidad de evitar situaciones en las que tales personas puedan llegar a conclusiones erradas respecto de nosotros.
Con frecuencia escuchamos individuos declarando: “No me importa lo que piensen de mí, yo sé que estoy haciendo lo correcto”. El planteamiento de la Palabra de YHVH, sin embargo, es que a pesar de que ciertamente tenemos que hacer lo correcto ante los ojos de YHVH, no debemos dar una impresión equivocada a quienes nos rodean.
Hallamos escrito en el libro de los Proverbios:
No se aparten de ti la paz, el favor y la verdad, sino átalos a tu cuello y escríbelos en las tablas de tu corazón, para que encuentres misericordia, favor y entendimiento ante YHVH y ante los hombres. Proverbios 3:3-4
Curiosamente, el Talmud (Shekalim 3:2) estipula:
“…cuando el tesorero retira los cofres del Templo, no puede utilizar prendas que le permitan esconder dinero – pantalones con bolsillos, batas, incluso zapatos”.
Estas precauciones no fueron tomadas por alguna duda respecto a que el dinero realmente pudiera ser robado, sino para evitar que la gente llegara a pensarlo.
Evitando las malas apariencias
Esto tiene consecuencias particulares para quienes observamos la Toráh. Imaginemos que vemos a un líder casado de nuestra asamblea, en su carro con una mujer extraña. Podríamos llegar a concluir erróneamente, que tal líder está enredado sentimentalmente con esa persona, cuando tan solo él le estaba prestando el servicio de llevarla urgentemente a cualquier lado.
Para evitar tales situaciones, debemos pensar con sabiduría y prudencia. En un caso como ese, hágase acompañar de una tercera persona, precisamente para “evitar malentendidos”; o facilítele a la persona dinero para que tome un taxi y vaya por sí misma a donde lo requiere.
La realidad es que no vivimos en un mundo donde podemos aislarnos y hacer lo que nos parece sin considerar las implicaciones de nuestras acciones. Somos una familia, pertenecemos a una comunidad, a una nación dispersada por todo el mundo con la responsabilidad de inspirar a otros y de elevar la barra del comportamiento aceptable. Te guste o no, todos somos modelos de comportamiento para los demás. Y las acciones de una persona – incluso las mal interpretadas – pueden generar una mala imagen para YHVH y para su pueblo.
Un caso que te puede suceder
Pensar de esta manera, va a afectar nuestras acciones diarias por simples que ellas sean. Imagina que vas a una tienda de autoservicio, llevando una pieza de plomería que llevas de muestra para comprar otra igual. Si al entrar no anuncias que la llevas, al momento de salir, te pueden reclamar que no la estás pagando y tendrás que dar explicaciones en medio de una situación incómoda.
Para evitar tal situación:
- Simplemente anuncia a uno de los cajeros que estás entrando con tal pieza y muéstrasela.
- Cuando vaya a pagar, ve al mismo cajero, y paga lo que compraste mostrándole que llevas la otra pieza que entraste contigo.
Cosas como esta, nos ayudan a evitar la apariencia de mal y completan nuestro testimonio delante de los hombres.