Golden Calf

Shemot 31:1 -32:14 | Betzalel ben Uri

Parashá Trienal – Shemot (Éxodo) 31:1 – 32:14

Nombre de la Parashá: Betzalel ben Uri – Besaleel

Lecturas Complementarias: Isaías 43:6-21 | 2Timoteo 1

Llamamiento de los artesanos

A pesar de que estos versos nos pueden parecer simplemente el anuncio de quiénes serían los encargados de ejecutar los diseños entregados a Moshé, en realidad nos revelas una verdad maravillosa: Los dones, las habilidades o talentos, “el buen gusto” y la creatividad, son características provistas por Yehováh a quienes Él, en su absoluta soberanía, decide.

Así sigue siendo hasta hoy. Como lo dijo Shaúl (Pablo) en su carta a los corintios: “hay diversidad de dones, pero no son solamente los nueve dones que aparecen allí, sino la variedad y multiplicidad de dones que existen.

Los diseños provistos por nuestro Padre Yehováh, son sobrios, equilibrados, y seguramente eran hermosos a la vista; la combinación de colores, los balances entre la madera de acacia , el oro y la plata seguramente resultaban imponentes, como era digno de Yehováh. Todo este esplendor se hallaba oculto a la vista de las personas comunes quienes al pasar solo veían la sencillez de una gran tienda o carpa con cubierta de pieles de animales, nada atractivo que despertara la codicia.

Y en esto vemos una figura de nosotros mismos: lo que es más valioso, no es lo externo, lo que se ve, sino lo de adentro; lo invisible que hace que una persona realmente sea de valor. ¿De qué sirve un cuerpo engalanado con los mejores trajes y joyas, si por dentro está lleno de podredumbre y perversión?

Lo que no se ve, es más importante que lo que se ve. Y se necesita abrir los ojos (del alma) para discernir quién es quién en realidad.

¿Por qué la mención del Shabbat otra vez?

Y habló Yehováh a Moshé, diciendo: Y tú, habla a los hijos de Israel, diciendo: De cierto guardaréis mis sábados. Es señal entre Yo y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que Yo soy Yehováh, quien os santifica. 
Éxodo 31:12–13

Yehováh nuestro Padre, sabía la excitación que produciría en el pueblo, el anuncio de que ellos construirían una Casa de habitación (aunque fuera provisional), para que Él viviera en medio de ellos. ¡Sería algo realmente emocionante! Todo un privilegio y una forma de retribuirle  por sus manifestaciones poderosas y su liberación de la esclavitud, algo que humanamente era imposible.

Entonces, nuestro Padre Yehováh, afirma que la observancia del Shabbat está por encima de todo, aún de construirle una morada a Él. Y enfatiza de nuevo el significado de observar o practicar el Shabbat: Porque “es una señal entre Yo y vosotros”.

Reflexionemos en el significado de una señal. ¿Tienes alguna con los miembros de tu familia? ¿O con un grupo selecto de amigos? Una señal puede ser algo como un anillo de graduación; o las argollas de matrimonio; o una prenda de vestir que identifica a quien la lleva como miembro de una logia o una sociedad, etc.

Así, al guardar u observar el Shabbat, estamos siendo identificados, no solo por nuestro Padre, sino por todos los seres que vemos: amigos, familia, etc., y los que no vemos: principados, potestades, ángeles etc. (ver Efesios 3:8-12).

¿Has podido definir qué se considera trabajo, en el Shabbat? Porque sin haberlo hecho con claridad, no será posible obedecer celosamente este mandamiento.

Las Tablas de la Toráh

Y cuando acabó de hablar con él en el monte Sinay, dio a Moshé las dos tablas del testimonio, las tablas de piedra escritas por el dedo de Elohim. Éxodo 31:18

Aquí hay un detalle muy importante que pasa desapercibido: Las tablas de piedra que Yehováh entregó a Moshé, fueron escritas por el dedo de Elohim. ¿No es esto maravilloso?

Nos deben surgir muchos interrogantes: Si Dios es Espíritu, ¿cómo interactuó con las piedras que son de esta dimensión física? ¿De dónde tomó Yehováh las piedras? ¿Qué apariencia tenían? Lo que debemos resaltar aquí, es que nuestro Padre no le dio a Moshé la orden de escribirlas, ni siquiera de proveerlas, como fue con las segundas tablas, sino que Él personalmente las escribió. Tampoco nos dice que haya sido un ángel o alguien más. ¿Y esto qué representa?

Bien, como Yehováh había entrado en un pacto de tipo matrimonial con Israel, el acto de escribir Él mismo estas instrucciones, revelaba el supremo y personal interés, en que su pueblo conociera cómo Él pensaba y también qué esperaba de ellos.

Fueron llamadas: Las Tablas del Testimonio, porque ellas habrían de permanecer como testigo de un pacto que se había realizado al pie del monte. Vendrían a ser algo como lo que hoy conocemos como un documento, con la firma debidamente autenticada de su Autor. Las Tablas habrían de permanecer en al Arca del pacto; como cuando nosotros guardamos un documento muy importante en una caja fuerte y cuando surgen problemas, vamos a consultarlo a ver qué dice.

El trágico becerro de oro

Pero como el pueblo vio que Moshé tardaba en bajar del monte, se reunió el pueblo alrededor de Aaron, y le dijeron: ¡Levántate! ¡Haznos dioses que vayan delante de nosotros! Porque este Moshé que nos sacó de tierra de Mitsrayim, no sabemos qué le ha ocurrido. Entonces Aaron les dijo: ¡Arrancad los zarcillos de oro de las orejas de vuestras mujeres  de vuestros hijos y de vuestras hijas y traédmelos! Todo el pueblo, pues, se quitó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas y los llevaron a Aaron. Él los tomó de sus manos e hizo un becerro de fundición y acabó de modelarlo con un buril. Éxodo 32:1-4

La impaciencia no es buena consejera. La demora de Moshé generó en el pueblo un sentimiento de abandono y por consiguiente de desorientación: “No sabemos que le pasó a este Moshé…”  podemos percibir en estas personas una actitud de desprecio e irrespeto.

Indudablemente surge la pregunta: ¿Cómo es que Aaron que fue testigo de primera mano de todo lo sucedido, no se opuso firmemente a tal locura? Antes pareciera que fue diligente en el proceso dando instrucciones para que “arrancaran” (lo cual denota urgencia) los zarcillos tanto de varones como de mujeres y entusiasmado puso manos a la obra de buena gana, hasta que acabó de modelarlo con el buril.

Fue todo un proceso que requirió dedicación; no fue como más tarde le respondió a Moshé: “lo eche al fuego y salió esto”. Acto seguido, Aaron completa el escenario para la gran fiesta construyendo un altar y mandando anunciar: ¡Mañana sera fiesta solemne para Yehováh!

Cuánta diligencia del pueblo: madrugaron a ofrecer sacrificios y ofrendas de paz. No tuvieron inconveniente alguno en utilizar precisamente las representaciones que a los ojos de Yehováh eran ídolos abominables, cosa  que Él les había prohibido expresamente solo unos días atrás. Así quebrantaron el Pacto de Sangre que recién habían sellado, y cayendo en excesos cometieron actos vergonzosos que finalmente les costó la vida, todo lo cual Yehováh quiso evitar, cuando les dio tal mandamiento.

¿Nos escandalizamos verdad? Pero… ¿acaso no estábamos actuando de la misma manera cuando celebrábamos festividades como la navidad y la pascua entre otras? Usando argumentos como: “yo lo hago con la mejor intención”, practicábamos celebraciones que en realidad son abominables para Yehováh por cuanto van directamente en contra de las instrucciones provistas por Él.

Entre tanto, Yehováh y Moshé están terminando su conversación en la cumbre del Monte. De repente, Yehováh que lo conoce todo, le dice a Moshé: “Anda desciende porque tu pueblo que sacaste de Mitsrayim se ha corrompido”.  ¿Cómo así?  ¿Por qué ese giro? ¿Qué está sucediendo? ¿En qué momento Yisrael dejó de ser el pueblo de Yehováh? ¿Acaso no fue Yehováh quien lo sacó de allí?  

Esta expresión nos muestra la desconexión inmediata que ocurrió cuando Yisrael decidió tomar su propio camino y desobedecer las instrucciones de Yehováh. Y hoy sucede igual; Yehováh no puede bendecir a quienes deliberadamente optan por reemplazar las instrucciones provistas por Él; por eso la obediencia a Su Palabra constituye la única prueba de que realmente le conocemos y somos Su pueblo:

Y en esto sabemos que lo hemos conocido: si guardamos sus mandamientos.
El que dice: Yo lo conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que obedece su Palabra, en éste verdaderamente se ha perfeccionado el amor de Yehováh; por esto pues sabemos que estamos en Él.
El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo.
1Yohanán (Juan) 2:3-6

Una propuesta atrayente

Deja ahora que se encienda mi ira contra ellos, y los consumiré, y haré de ti una nación grande. Éxodo 32:10

Yehováh está enojado y con justa razón. Sin embargo le dice a Moshé: “deja que…”, resulta maravilloso e incomprensible que el Todopoderoso Creador y Juez Justo, le diga a su siervo: “deja…”. Esto nos muestra una faceta de nuestro Padre que no es coherente con nuestro concepto de las personas en autoridad, porque nuestra experiencia  seguramente ha sido, y lo es en el presente, que los que ejercen autoridad son arbitrarios, soberbios, arrogantes y solo se escuchan a sí mismos. 

Moshé responde negativamente a la propuesta de hacer un pueblo de su descendencia, con argumentos que revelan su amor por Yehováh: 

Pero Moshé suplicó en presencia de Yehováh su Elohim, y dijo: ¡Oh Yehováh! ¿Por qué se ha de encender tu ira contra tu pueblo, al cual sacaste de la tierra de Mitsrayim con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los mitsritas, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes y para destruirlos de la faz de la tierra? ¡Vuélvete del ardor de tu ira y desiste del mal contra tu pueblo! Éxodo 32:11–12

y enseguida Moshé trae a memoria de Yehováh las promesas que Él hizo a Avraham, a Yitsjak y a Ya`akov respecto de multiplicar su descendencia y darles la tierra prometida. Yehováh entonces desistió del mal que dijo había de hacer a su pueblo.

¿No es este un hermoso ejemplo de interacción entre el Creador y su criatura? De un lado tenemos a Nuestro Padre quien se muestra como un Ser al que podemos acceder para razonar, conversar y esperar de Él lo mejor; y por el otro tenemos a Moshé quien se muestra como una persona vacía de intereses personales; alguien que solo está pensando en el beneficio de los demás; en este caso preocupado tanto de la buena fama de Yehováh, como de la vida de sus hermanos.

Aprendamos estas lecciones y desarrollemos una más profunda y transparente relación con nuestro Padre, a la vez que vaciamos nuestra vida de intereses personales.

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