tzav-kohen-gadol

Éxodo 27:20 – 30:10 | Tetzavéh

Parashá Anual: Éxodo 27:20 – 30:10

Nombre de la Parashá: Tetzavéh – Ordenarás | Éxodo 27:20 – 30:10

Lecturas Complementarias: 1 Samuel 15:2-34 | Marcos 6:14-19

En la porción anterior iniciamos leyendo acerca de la ofrenda voluntaria que el pueblo trajo para construir el Tabernáculo (mishkan en hebreo) y su mobiliario.

En esta ocasión, Yehováh ordena que los hijos de Yisrael traigan aceite puro de olivas machacadas para hacer arder continuamente las lámparas dentro del Tabernáculo en el lugar santo.

El aceite es extraído de las olivas mediante un cuidadoso proceso para mantener su pureza y calidad. A menos que las olivas sean trituradas es imposible obtener el preciado aceite que encenderá las lámparas del candelabro.

La Menoráh, es llamada la Lámpara  de  Elohim en 1Samuel 3.3 y fue fabricada a martillo y cincel de un pieza de oro que pesaba 100 libras aproximadamente. Tenía siete brazos y sólo estaba a la vista para los sacerdotes que entraban en el lugar santo. Así, eran ellos quienes tenían la responsabilidad de traer la luz de la Palabra al pueblo para instruirlo, de manera que a su vez, éste fuera luz para las naciones. Isaías 49.6.

Al presente, la Menoráh es el símbolo del moderno estado de Israel, cuya existencia constituye una prueba de la fidelidad de Yehováh a sus promesas.

Según las Escrituras Mesiánicas (Nuevo Testamento), Yeshúa declaró:

Yo soy la luz del mundo.  El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12

Por esto, cuando Yeshúa partió, nos comisionó para que brilláramos dando testimonio de su Luz en nosotros alumbrando a otros para hallar el Camino al Padre. Por esta razón, ahora que las tinieblas se están haciendo cada vez más densas los hijos de Yehováh debemos brillar mucho más, así como las lámparas del Tabernáculo que nunca se apagaban.

Confección de las prendas sacerdotales

Harás vestiduras sagradas para tu hermano Aarón, para honra y esplendor. Y tú mismo hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes he llenado de espíritu artístico, para que hagan las vestiduras de Aarón, a fin de consagrarlo para que me sirva en el sacerdocio. Exodo 28:2-3

Aparte del hecho de que las vestiduras sacerdotales deben ser hechas “para honra y esplendor”, el versículo anterior también nos instruye que deben ser hechas con sabiduría y espíritu artístico… lo que podemos entender como de buen gusto; y la razón es que deben ser confeccionadas exactamente conforme a todos los matices y detalles provistos por Yehováh.

Las prendas sacerdotales no estaban cosidas, como otras ropas. Cada artículo es tejido, sin costura, de una sola pieza. La única excepción a esto son las mangas de la bata, que se tejen por separado y son cosidas a la bata después.

Esto nos trae a la mente la capa que utilizaba Yeshúa, que según nos dicen los evangelios, era sin costura y por tal razón los soldados no la rompieron sino que la jugaron entre ellos.

Los sacerdotes deberían vestir prendas blancas, confeccionadas para ser usadas especialmente durante su tiempo de servicio en el Templo. El sumo sacerdote, vestía ornamentos especiales, diseñados por Yehováh mismo, para mostrar la Realeza de Su Majestad.

Según fuentes históricas judías, cuando era necesario cambiar las vestiduras sacerdotales, las telas viejas no se tiraban sino que se hacían tiras de éstas y se les daban dos usos: envolver a los niños recién nacidos que pertenecían a la familia real, ó confeccionar las mechas de los candelabros usados en el Templo.

Ahora bien hasta el momento en que Yeshúa entregó su vida, dependíamos de aquél tipo de sacerdocio, es decir del sacerdocio levítico, cuyos kohanim nos representaban delante de Elohim presentándole sacrificios en nuestro nombre y a la vez lo representaban a Él delante de nosotros.

Pero la obra de Yeshúa abrió la puerta para darnos acceso directo al Padre por lo cual ya no hay necesidad de sacerdotes terrenales. Así, quienes nos identificamos con Él, venimos a ser “kohanim” (sacerdotes), tal y como lo declara 1Pedro 2:9:

…vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa…

lo cual nos da acceso directo a Yehováh nuestro Padre para alabarle, honrarle y ofrecerle sacrificios tal como lo expresa el apóstol Shaúl:

Ofrezcamos siempre, por medio de Él (Yeshúa), sacrificio de alabanza a Yehováh, es decir, fruto de labios que confiesan su Nombre. Hebreos 13:15

Esta es nuestra primera responsabilidad como kohanim; la segunda tiene que ver con lo que realizaban los kohanim de antaño: interceder por las personas en necesidad y la tercera, servir y enseñar a esas personas para que lleguen al conocimiento de nuestro Padre y también puedan ser sacerdotes!

Esto no significa que debemos usar vestiduras como las descritas en este capítulo de Éxodo, ni hábitos o sotanas como acostumbran los erróneamente llamados “sacerdotes”, monjes, o monjas de la iglesia católica.

Las vestiduras sacerdotales descritas en el libro de Exodo, son una sombra de características que necesitamos exhibir mientras hacemos nuestra jornada en este mundo:

La noche pasó y el día se ha acercado; desechemos las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.  Andemos decentemente, como de día, no en orgías y borracheras, no en impurezas sexuales e indecencias, no en contienda y envidia.  Sino vestíos de Yeshúa, el Mesías y no proveáis para satisfacer los malos deseos de la carne.  Romanos 13:12-14

Aplicación Práctica

PARA QUE TU LUZ BRILLE

De manera similar, a lo que sucede con el aceite para la Menoráh si la Luz de Yehováh ha de ser vista en nuestras vidas, es necesario pasar por procesos de “trituración” que, en la mayoría de veces, no son nada agradables sino dolorosos; pero que son la única manera de purificar nuestras vidas, limpiándolas y extrayendo todo lo que no debe estar allí para que la luz de Yeshúa sea manifestada a través de nosotros. 

Isaías afirma:

“…muchos pueblos vendrán y dirán: Venid, subamos al monte de Yehováh a la casa del Elohim de Ya’akov; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Yerushaláyim la Palabra de Yehováh… Venid oh casa de Ya’akov, y caminaremos a la Luz de Yehováh” 
Isaías 2:3-5

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