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Levítico 25:1 – 26:2 | Behar

Parashá Anual – Levítico 25:1 – 26:2

Nombre de la Parashá: Behar – En el Monte

Lecturas Complementarias: Jeremías 32:6-27 | Lucas 4:14-22

Las dos semanas anteriores reflexionamos sobre lo que significa ser santos: ser “apartados” por Yehováh para ser de Él, razón por la cual nos dio muchas instrucciones respecto a la manera en que debemos comportarnos mientras estamos en este mundo cuyos parámetros son abiertamente opuestos a los suyos.

En ésta porción aprendemos respecto a la manera de administrar la tierra. Fueron instrucciones dadas a Yisrael para “cuando entréis en la tierra que yo os daré”; es decir en principio esas instrucciones deberían ser aplicadas en Israel; pero como la misión de esa nación era enseñar al resto del mundo, podemos concluir que Yehováh esperaba que de esa forma toda la Tierra fuera administrada.

El problema de la repartición de las tierras en la actualidad no existiría, si por generaciones hubiésemos hecho caso de la manera en que las posesiones deberían ser administradas. Miremos cómo funcionaba:

El Año Sh’mitáh (pronunciado: Shemitá)

  • En primer lugar, la tierra tenía que descansar cada seis años. El séptimo no se podía cultivar nada. Es decir que este era un Año Sabático – Sh’mitáh en hebreo. La gente habría de vivir de lo que Yehováh proveyera durante el sexto año, ya que Él bendeciría la tierra y en ese sexto año, produciría lo suficiente para tres. Durante el año de descanso de la tierra, es decir el séptimo, tanto los pobres como los animales del campo, podrían alimentarse de lo que produjera la tierra por sí sola.

  • En segundo lugar, Yehováh estableció el Año de Jubileo para volver a equilibrar la economía de la nación y evitar que quienes habían prosperado restaran oportunidades a los que no lo habían logrado. Esto sucedía cada Siete Septenarios o semanas de años, es decir cada 49 años. Entonces el año siguiente, el número 50 era llamado de Jubileo. La tierra no se podía vender a perpetuidad, sino que se pagaba por ella de acuerdo al número de cosechas que potencialmente produciría hasta el año del Jubileo. El año de Jubileo, era como un año de liberación, o como lo diríamos hoy: El tiempo para hacer un reinicio (“reset” en lenguaje de computador). Por eso había júbilo, alegría al saber que había la oportunidad de un nuevo comienzo.

  • Cada cincuenta años, todas las tierras regresaban a ser posesión de la familia que las había recibido originalmente y de esa manera cada generación tenía la misma oportunidad de iniciar poseyendo una “porción de tierra” en donde cultivar y desarrollar sus ganados o intereses.

De hecho conforme se ponía en marcha tal redistribución, había quienes eran más hábiles o fieles que otros, y así unos prosperaban y mientras otros fracasaban. Entonces los últimos iban vendiendo poco a poco sus posesiones a los primeros para poder sobrevivir; pero al final, siempre había oportunidad de reversar las cosas. En otras palabras, una familia no estaba condenada a ser pobre por generaciones, pero tampoco estaba destinada a ser rica para siempre. Así todos tendrían periódicamente la misma oportunidad; eso es justicia.

Observemos atentamente la siguiente porción:

Ninguno oprima a su prójimo. Temerás a tu Elohim, porque Yo soy Yehováh vuestro Elohim. Cumpliréis mis estatutos, observaréis mis decretos y los haréis, para que habitéis seguros en la tierra. Y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta la saciedad, y habitaréis en ella con seguridad. Levítico 25:17-19

¿Percibes las prioridades de nuestro Padre Eterno? ¡NO OPRIMIRAS!

¡Ay! de todos aquellos que tienen empleados y pagan salarios injustos aprovechándose así de las necesidades de ellos. ¡Ay! de los que exigen más de lo que debieran a sus empleados. ¡Ay! de los que se enseñorean de los bienes de esta tierra, sabiendo que no se llevarán nada. Y de nuevo: la obediencia es el Seguro de Vida que muchos andan buscando. No es el fondo de pensiones para la vejez, no es el seguro de salud, o el seguro de vida. NOO! es la obediencia a sus Mandamientos lo que nos hace habitar seguros en el lugar donde hemos sido plantados por nuestro Padre. Él nos promete abundancia y seguridad.

¿Establece la Toráh que el gobierno se ocupe de los pobres?

Evidentemente no. Nunca fue el propósito de Yehováh nuestro Padre, quitarnos la responsabilidad de cuidar al necesitado; de oler la pobreza, de mirar la miseria; por eso afirma:

Si tu hermano empobrece y se halla en penuria a tu lado, tú lo sostendrás, aunque sea extranjero y forastero, para que pueda restablecerse junto a ti.
Levítico 25:35

Que gran diferencia! Actualmente son los gobiernos los que se inventan programas ineficaces que motivan a la flojera y la pereza. Por cierto, enormes cantidades de dinero se pierden en el camino hacia los necesitados, quienes en muchas ocasiones ni siquiera tienen acceso a lo prometido por los gobernantes.

Aún así la gente, en vez de poner la mirada en Su Creador, continúa esperando y demandando de sus líderes; de ésta manera, el Estado se convierte en su dios y ellos, los beneficiados, llegan a ser sus adoradores, aceptando ser esclavos y dependientes del sistema que a su vez recorta y controla más los derechos de la población.

Lamentablemente cuando se llega a estos extremos, la gente culpa al Creador y es cuando se preguntan ¿Dónde está Dios que no responde? A lo cual respondemos con otra pregunta: ¿Por qué habría de hacerlo si ustedes escogieron endiosar su sistema político?

El capítulo nos enseña la responsabilidad familiar-social que todos tenemos. No podemos ser indiferentes ante las situaciones de necesidad de otros. Así lo diseñó Yehováh y así funcionó en Israel durante siglos.

Cuando apareció “La iglesia”, como un substituto de Israel, evadió la responsabilidad de proveer dirección y ayuda a los necesitados, y generó su propio sistema de organización e intereses en total desconexión con la Toráh de Yehováh.

Por eso lo que existe en la actualidad son denominaciones e iglesias independientes que solo trabajan para sí, buscando mantener la gloria de su propio nombre. Por tal razón se demandan enormes presupuestos para mantener sus complejas estructuras, sistemas, programas, cuerpo administrativo, etc.; pero en cuanto a lo social, no existen programas serios, sino tan solo pretextos que justifican el levantamiento de más dinero.

Ese no es el camino de Yehováh. Por eso te invito a evaluar lo que ves en tu entorno y a tomar acción. Si no puedes remediar nada al respecto, Yehováh te llama a salir del sistema religioso contaminado, al desierto donde le hallarás a Él tal como sucedió con Israel.

La última parte del capítulo 25 habla de la razón por la cual nos debemos cuidar unos a otros:

…porque los hijos de Yisrael, son siervos para Mí, siervos míos son,
a los cuales saqué de la tierra de Mitsráyim. Yo, Yehováh

La porción termina en los versos 1 y 2 del capítulo 26, donde se enfatiza la importancia de no tener ídolos ni imágenes de talla de ninguna clase para postrarse ante ellas. Más claro no se puede. Y finalmente nos reitera una orden de guardar  el Shabbat.

Piensa: ¿Por qué tanta insistencia de Yehováh sobre estos aspectos? ¿No son acaso estas dos cosas en las que está enredada la gente y la iglesia actual?

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