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Creciendo “a costillas de otro”

Escogiendo el camino errado

La parashá Balak cuenta acerca del encuentro entre el pueblo hebreo y los moabitas. El rey de Moab al darse cuenta del avance del pueblo de Yisrael, quiso asegurarse una victoria para lo cual contrató a un profeta-espiritista llamado Bilaam a fin de maldecir al pueblo de Yehováh.

Pero… te has preguntado ¿por qué Balak, el rey de Moab, acorde con su deseo de ser más fuerte, no pidió una bendición para los moabitas, en lugar de buscar que Bilam maldijera al pueblo de Yisrael?

Dos clases de personas en el mundo

A modo de respuesta podemos ver que en el mundo existen dos formas de superación. Una es mejorarnos a nosotros mismos, lo cual requiere esfuerzo y disciplina. La otra forma es rebajar a los demás, lo cual resultará en nuestra promoción.

Todos ya lo hemos experimentado en carne propia: un miembro del equipo de trabajo desea más reconocimiento, por lo cual procede a minimizar los logros ajenos de tal modo que, en comparación, se eleva a sí mismo.

Curiosamente, podemos encontrar esta misma dinámica en la raíz del antisemitismo. Antes de que fuera entregada la Toráh, las personas habían construido sus vidas con base en conceptos subjetivos del bien y del mal. Pero, en el Monte Sinaí, se hizo evidente que es Yehováh, el Creador de todo, quien determina las normas morales de la humanidad.

A partir de entonces, el pueblo hebreo se convirtió en el blanco de aquellos que desean llevar vidas sin moral. Podemos compararlo con una clase donde todos los niños, excepto uno, participan del desorden arrojándose bolas de papel. Los demás niños, a fin de evitar la evidencia de su mala conducta, tienen dos opciones: dejar de arrojar papeles o dañar al otro niño.

La palabra Sinaí está relacionada con siná, en hebreo: odio. En otras palabras, la misma fuente de moralidad, Sinaí, provoca un gran odio en aquellos que se oponen a su mensaje. Sorprendentemente, el malvado Hitler dio este argumento para perseguir a los judíos, diciendo: “Estoy liberando a la humanidad de las restricciones de la conciencia y la moral”.

Las iglesias hoy, están llenas de “Balaks”​

Y es lo que sigue sucediendo en la actualidad. Si tú asistes a una iglesia y estás tratando de guardar la Toráh, te haces indeseable para el grupo porque tu comportamiento revela la desobediencia de ellos. De manera que el pastor te llama y te amonesta: “Deja de judaizar o vete”. Así, una vez que se han librado de ti, ya no causas problemas de incomodidad porque todos pueden seguir en su camino de desobediencia y mediocridad, apoyándose mutuamente.

Difícilmente quienes rodean a aquellos que desean elevar su nivel moral mediante la obediencia a los Mandamientos (Toráh) de Yehováh, se verán motivados a hacer lo mismo. Por lo general aquellos buscarán presionar a quienes siguen a Yehováh para que bajen su nivel en lugar de esforzarse para ser como ellos.

Balak debiera haberse acercado a Yisrael para aprender de sus leyes y llegar a ser como nuestros padres; pero no. Hacia el final de la parashá, los moabitas conducen al pueblo de Yisrael a cometer actos de idolatría y promiscuidad sexual, logrando finalmente su propósito. El pueblo de Yisrael disminuyó su nivel de fortaleza, rebajándose a actuar igual que los moabitas y esto le costó otra disciplina de parte de Yehováh.

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