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Devarim 32:1-52 | Ha’azinu

Parashá Trienal – Devarim 32:1-52

Nombre de la Parashá: Ha’azinu – Escucha

Lecturas Complementarias: Isaías 1:16-26 | Efesios 5:3-14

UN POEMA REALISTA

Este Shabbat tenemos la oportunidad de meditar en el cántico o poema que escribió Moshé poco antes de su muerte. Como suele suceder, las palabras de alguien que está por partir tienen una trascendencia especial porque representan el legado de toda una vida; y si había alguien que pasó por experiencias únicas, ese fue Moshé. Entonces vale la pena leer esta porción detenidamente y en dependencia del Ruaj Kodesh para poder descubrir ese legado que nos ha de enriquecer para lo que resta de nuestras vidas.

Este capítulo es bien reconocido como difícil de entender aun dentro de los círculos judíos, debido a la presencia de muchas palabras arcaicas (en desuso), combinadas con formas gramaticales raras, e imágenes elusivas o esquivas, es decir de difícil interpretación. Algunos detalles del poema pueden haberse perdido con el tiempo, pero en general el esquema sobrevivió.

Este es un bosquejo de su contenido:

  1. 32:1-2 Introducción.
  2. 32:3-6 Presentación de las Partes (en litigio).
  3. 32:7-14 Recuento histórico.
  4. 32:15-18 Queja por la apostasía.
  5. 32:19-38 Castigo.
  6. 32:39-43 Restauración.

Moshé inicia llamando a los cielos y a la tierra por testigos. El lenguaje usado es el que se emplea en círculos legales cuando se presenta una demanda en la que una persona acusa a otra. Las dos partes en conflicto son: Yehováh, representado por Moshé e Israel. Los testigos son los mencionados arriba.

Tan importante es éste cántico que en el verso 19 del capítulo anterior, Moshé le dice a Yahoshúa (Josué):

“Escribid este cántico para vosotros, y tú, enséñalo a los hijos de Yisrael. Ponlo en su boca, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Yisrael”. 

Así, el pueblo memorizó estas palabras, lo cual bien haríamos en hacer como descendientes que somos de Yisrael, además porque nuestra experiencia no difiere mucho de la de ellos.

Sólo me referiré a algunos de los versos que resaltan y enseñan grandes verdades. Pero seguramente Yehováh te guiará otros tesoros, que por cierto agradecería los compartieras con otros lectores en la parte inferior de la página

¡Atribuid la grandeza a nuestro ‘Elohim! Él es la Roca, cuya obra es perfecta, todos sus caminos son justos, Dios de fidelidad, sin injusticia, justo y recto es Él. La corrupción no es suya, de sus hijos es la mancha.  Devarim 32:3-5

Es fascinante mantener este concepto claro en nuestro corazón. Nuestro Padre es todo lo que dicen estos versos y más. Pero… ¿estamos convencidos de ello realmente? O… ¿nos mantenemos culpándole por situaciones que nosotros mismos hemos provocado, o que simplemente han llegado a nuestra vida y consideramos que es injusto que así sea? La corrupción NO ES SUYA! de sus hijos es la mancha. Cuando aprendamos a pensar de esta forma y asumamos la responsabilidad que corresponde a nuestro actuar, entonces y solo entonces, recibiremos la dirección, el soporte, el consuelo, el ánimo, la ayuda y demás que necesitemos de Sus manos.

LAS FRONTERAS DE LAS NACIONES

¿Te lo habías preguntado alguna vez?  ¿Quién determinó las fronteras de cada nación y su tamaño? Nuestra mente responde: el hombre con sus guerras de independencia y ambición de conquista. Pero no fue así. Yehováh, nuestro Padre lo hizo! El actúa como autoridad suprema y absoluta, distribuyendo los pueblos según su plan perfecto. Por ejemplo en Devarim (Deut.) 2:5, Yehováh declara que ha entregado cierta tierra a la descendencia de Esav (Esaú) (los árabes actuales) y en el 2:9 declara que otra tierra ha sido entregada a la descendencia de Lot.

Demos un vistazo atento a este verso:

Cuando ‘Elyon daba a cada pueblo su heredad, y distribuía a los hijos del hombre, trazando las fronteras de los pueblos según el número de los hijos de Yisrael… Deut 32:8

Por una parte puede estar refiriéndose a que cuando Yehováh repartió la tierra, se reservó para Sí la tierra de Shem según el libro de Jubileos capítulo 8:

10 Y aconteció que en el primer año del primer septenario, al principio del trigésimo tercer jubileo, cuando uno de nosotros había sido enviado para estar con ellos, Shem y Jam y Yafeth dividieron la tierra en tres partes, según la herencia de cada uno. 11 Y llamó a sus hijos, quienes se acercaron a él junto con sus hijos, y dividió la tierra en las porciones que sus tres hijos habrían de tomar en posesión, y extendieron sus manos, y tomaron el escrito del seno de su padre Noaj.

12 Y en el escrito, salió que la porción de la tierra que Shem debería tomar como herencia para sí y para sus hijos por las generaciones de la eternidad, va desde el centro de la cordillera de Rafa, desde el nacimiento del agua del río Tina, hacia el oeste por en medio de este río, y se extiende hasta llegar al agua de los abismos, de donde este río sale y vierte sus aguas en el mar Me’at, y este río desemboca en el Gran Mar. 13 Y todo lo que está hacia el norte pertenece a Yafeth, y todo lo que es hacia el Neguev pertenece a Shem. Y se extiende hasta llegar a Karaso; esto es en el seno de la lengua que mira hacia el Neguev. 14 Y su porción se extiende a lo largo del Gran Mar, y se extiende en línea recta hasta llegar al oeste de la lengua que mira hacia el Neguev; porque este mar se llama la lengua del Mar Mitsriy. 15 Y desde aquí se dirige hacia el Neguev hacia la desembocadura del Gran Mar, a orillas de sus aguas, y se extiende al Oeste hasta Afra, y se extiende hasta llegar a las aguas del río Giyjón, y al sur de las aguas de Giyjón, a las orillas de este río. 16 Y se extiende hacia el oriente, hasta que llega al huerto de Edén, al sur de él, al sur y al oriente de toda la tierra del Edén y rodeando todo el oriente, gira hacia el oeste y avanza hasta alcanzar al este de la montaña llamada Rafa, y desciende a la orilla de la desembocadura del río Tina. 17 Esta porción salió por suerte para Shem y sus hijos, para que la poseyeran para siempre por sus generaciones.

Ahora bien, esta tierra fue usurpada por Canaán, hijo de Cam y por eso llegó a llamarse tierra de Canaán. Ver Jubileos 10:27-34

Por otro lado, la Septuaginta (versión griega del AT), tradujo así el verso 32:8:

Cuando repartía el Altísimo a los pueblos, según diseminaba a los hijos de Adán, fijó los linderos de las naciones según el número de los ángeles de Dios.

Como podemos ver, la Septuaginta usa la expresión: “angeles de Dios” en lugar de: “hijos de Israel“. Sobre este texto se fundamenta una curiosa tradición de 70 ángeles, custodios de las 70 naciones del mundo, siendo El Custodio de Israel el propio Yehováh antes de llegar serlo el ángel Mikha’el.

Veamos ahora el Salmo 82:1:

Elohim se levanta en la asamblea divina, en medio de los dioses (elohim) va a administrar justicia… (Versión Bover-Cantera)

Este Salmo revela que Yehováh se reúne en una asamblea con otros seres que tienen autoridad sobre las naciones (mencionados aquí como elohim – señores o dioses -en minúscula), dándonos a entender que parece que en efecto hay potestades que tienen a cargo el dominio de las naciones. (Hablaremos más del tema en la reunión virtual de estudio de la Toráh).

Esto da mucho sentido a lo que estamos viviendo en la actualidad (año 2021), porque es claro que hay una exacerbación de la maldad, permitida por Yehováh, pero en cada nación tienen característica diferentes, como si quien estuviera a cargo de cada una de ellas, tuviese diferentes propósitos.

Otra posible interpretación

Si el verso 8 hace referencia realmente a los hijos de Yisrael, y si inferimos que las naciones fueron divididas por Yehováh conforme al número de estos, entenderíamos que los hijos de Yisrael estarían esparcidos por todas las naciones, siendo nosotros parte de ellos. De manera que Yehováh en su soberanía ha llevado a cabo tal tarea de la distribución de la tierra utilizando los medios que registra nuestra historia.

A pesar de la bondad de Yehováh para con Yisrael, ilustrada en los versos 10 al 14, Yeshurún (nombre diminutivo “el justito” o “el lealito” usado por Moshé de forma irónica para Yisrael), una vez “que creció y se engordó“, es decir se creyó autosuficiente y poderoso, menospreció a la Roca de su salvación! de manera que desde allí hasta el verso 35, podemos leer de las consecuencias terribles de ese desatino. Toda suerte de males nos sobrevendrían, pero nunca seríamos totalmente abandonados.

¿Somos nosotros mejores que ellos? ¿No nos ha sucedido que cuando las cosas prosperan y “nos engordamos”, nuestro corazón se ensoberbece y la relación con nuestro Padre se torna vacilante, obligatoria, fría, rutinaria y tediosa? Entonces ni nos damos cuenta que le hemos volteado la espalda y aunque sigamos jugando a la iglesia (con entrega de diezmos y todo lo demás), caemos en un abismo de materialismo que nos impide percibirle y mucho menos obedecerle.

En otras palabras nos comportamos tal y como lo hicieron nuestros padres. Por esa razón, todas las declaraciones de Moshé se cumplen también en nosotros, porque somos descendientes de Yisrael. La teología cristiana tradicional afirma que Yehováh reemplazó a Yisrael con la Iglesia, lo cual constituye un gran error! Nunca en la mente de Yehováh hubo la idea de rechazar a Yisrael; de desecharlo y  abandonarlo para reemplazarlo por un supuesto “Israel espiritual”como muchos pretenden. Yehováh restaurará finalmente a Yisrael y es lo que vemos a partir del verso 36.

Tan cierto es esto, que a quienes somos rescatados por Yeshúa se nos concede la ciudadanía de Yisrael (hablo de parte de Yehováh y no del gobierno terrenal actual). Somos vinculados a esa nación y a partir de allí todo lo que se ha prometido a Yisrael, es verdad para nosotros.

Poco antes de morir, Moshé enfatizó la importancia de “poner en nuestro corazón todas estas palabras y poner por obra las palabras de esta Toráh, porque no es palabra vana sino Palabra de Vida”.

No debió ser sencillo para Moshé conocer que el pueblo que él había liderado iba finalmente a comportarse de tal forma y en consecuencia habría de pasar por semejantes adversidades por haberse rebelado contra las instrucciones de Yehováh; pero seguramente para ese momento ya Moshé sabía que el Eterno no se equivoca en sus propósitos y saca partido aún de las situaciones más adversas.

Aplicación Práctica

Este cántico nos demuestra que nada es fortuito. Yehováh conocía de antemano las penas y fracasos de Su Pueblo, y aún así no nos desechó. Así estaba previsto que sucediera todo para que Sus planes eternos puedan ser llevados a cabo.

Nuestros desatinos no toman al Padre por sorpresa; por eso hizo la provisión para resolverlos por medio de Yeshúa, de manera que no hay excusa para no superar nuestras debilidades y proyectarnos a una vida de obediencia a Sus Instrucciones (Toráh), mediante la cual nuestro carácter será transformado para ser como Él es, mientras cada quien cumple Su propósito durante su propia jornada.

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