Devarim 6:4 – 7:26
Nombre de la Parashá: Shemá Yisrael – Oye Israel
Lecturas Complementarias: Mateo 4:1-25
Oye, Yisrael: Yehováh nuestro ‘Elohim, Yehováh, uno es. Amarás a Yehováh tu ‘Elohim con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu fuerza. Estas palabras que te ordeno hoy, han de permanecer sobre tu corazón, y las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas sentado en tu casa, andando por el camino, al acostarte y al levantarte. Las atarás como señal sobre tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas. Deuteronomio 6:4-9
Esta porción ha sido fundamental para mantener la identidad del pueblo de Israel. Más que una declaración de fe, es el centro de la creencia o de la fe hebrea. No es una complicada pieza de teología, sino un mandamiento claro y preciso que se centra más que en la unicidad de Yehováh en la importancia de hacer, de actuar, de cómo debemos vivir.
Las primeras palabras declaran el monoteísmo como la base de lo que sigue: Es porque Yehováh es uno, que se nuestra respuesta (reacción) ha de ser amarlo con todo nuestro ser: Corazón (sentimientos), alma (mente-intelecto) y fuerzas (cuerpo físico).
Recordemos que Yeshúa respondió con estas palabras cuando uno de los escribas le preguntó cuál era el más grande mandamiento:
Respondió Yeshúa: El primero es: ‘
Sh’ma, Yisra’el, Yehováh Eloheinu, Yehováh ejad. ‘
(Oye, oh Yisrael, Yehováh nuestro Elohim, Yehováh es uno),
y amarás a Yehováh tu ‘Elohim con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu entendimiento y con todas tus fuerzas. Marcos 12:29–30
Este amor es simplemente una respuesta al amor con que Él nos amó primero; de manera que obedecer la Toráh, sus Mandamientos, es el resultado del tal amor, y no producto de un mandato frío, seco. Esa obediencia es espontánea, diligente, agradable, gozosa y no tiene en ningún momento el componente de la obligación o del temor a la desobediencia. Es el amor el que produce la fuerza, “las ganas”, el ímpetu de obedecer lo que nuestro Padre nos dice.
Si bien el temor reverente es parte esencial de nuestra relación con Yehováh nuestro Padre, podemos entender el equilibrio entre el amor y el temor como las dos piernas que tenemos. Si solo tenemos una de ellas, cojearemos y la vida se hará muy difícil; pero si poseemos las dos, entonces podemos desplazarnos sin problema y llegar a donde necesitemos.
1Juan 4:20 expresa muy bien cómo ese amor hacia Yehováh, se proyecta entonces hacia quienes nos rodean:
Si alguno dijera: Amo a Yehováh, y aborrece a su hermano, es mentiroso, porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Yehováh, a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de parte de Él: el que ama a Yehováh, ame también a su hermano. 1 Juan 4:20–21
El verso 6 nos ordena hacer que sus Palabras permanezcan en nuestro corazón. Eso significa memorizar para meditar, reflexionar, saborear, etc., cada Palabra suya. Curiosamente en inglés se usa la expresión “by heart” (literalmente: de corazón) para expresar que se dice algo “de memoria“. Ver Salmo 37:31, Salmo 119, Isaías 51:7
El pasaje nos dice también que hemos de inculcar tales palabras en nuestros hijos. Esto requiere de un estudio personal y diligente de la Palabra, para poder entenderla y enseñarla. NO ES RESPONSABILIDAD de los líderes de la iglesia o del grupo. La responsabilidad es de los padres para con los hijos; no es algo delegable. Tus hijos son tus primeros discípulos.
Hablarás de las Palabras de Yehováh, al levantarte y acostarte y al levantarte... No es solo recitar esta porción de la Escritura; se trata de que nuestro vocabulario esté tan saturado de la Palabra de Yehováh, que continuamente debiéramos estar utilizándola en nuestras conversaciones. No me refiero a estar dando citas bíblicas a cada rato, pro sí a que combinemos sus palabras con las nuestras en la medida de lo posible.
¿Tefilin?
Las atarás como señal sobre tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos.
Aquí vale la pena preguntarnos: ¿Se refería Yehováh a una acción física como la hacen nuestros hermanos de Yahudáh? ¿O estaba hablando en sentido figurado?
De hecho, cumplir con este mandamiento físicamente, no tiene nada de malo; y el judaísmo afirma que es solo una señal; pero seguramente Yehováh tenía en mente algo más que simplemente amarrarnos cajitas al cuerpo. ¿Tú que piensas?
De hecho en la actualidad usamos prendas o accesorios como muestra de estar en un pacto; es el caso de los anillos de matrimonio. En ese sentido podríamos aceptar que amarrase literalmente las cajitas que tiene la letra Shin en representación del nombre de Yehováh a la frente y a la mano, es parte de la obediencia a tal mandamiento; pero quedarnos en eso y considerar que hemos cumplido, es errado. La Palabra “amarrada en medio de los ojos”, nos habla de instrucciones que debemos tener en la mira todo el tiempo, pues nos movemos hacia donde miramos. Y “atados a la mano” nos habla de las acciones que realizamos, las cuales deben ser hechas conform a la palabra.
¿Mezuza?
De nuevo nos encontramos con una manera en que nuestros hermanos judíos practican esta parte del mandamiento, y es clavando o pegando una mezuza a poste o marco de las puertas; pero esa no es única forma de obedecer esta instrucción. Cada cabeza de hogar debe pensar y definir cómo pondrá en práctica este asunto.
Refresca tu memoria
…guárdate de olvidar a Yehováh, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de esclavitud. Temerás a Yehováh tu Dios, a Él servirás y por su Nombre jurarás.” Deuteronomio 6:12–13
Cuando nuestras vidas se estabilizan y las angustian pasan, la fe y la atención hacia Yehováh tienden a disiparse. Este es un llamado a mantenernos conscientes de la presencia de nuestro Padre desarrollando un corazón agradecido por todo detalle que Él trae a nuestras vidas. Ahora bien, como en el día a día tenemos que lidiar con compromisos y conversaciones diversas, se nos insta a jurar por Yehováh en caso de que fuera necesario dar credibilidad a nuestra palabras. Ver Mateo 5:33-37 y comparar; ¿acaso Yeshúa está “cambiando” este mandamiento?
Moshé no cesa a lo largo de esta porción, de reiterar la importancia tanto de temer a Yehováh, como de obedecer sus Mandamientos estatutos, “haciendo lo recto y lo bueno delante de Yehováh para que te vaya bien…”
Observemos que se nos advierte de la importancia de responder acertadamente a nuestros hijos cuando pregunten… Esto lleva implícito el hecho de que los padres, es decir los mayores estarán realizando una serie de prácticas y rituales los cuales provocarán que a su tiempo, los niños cuestionen: ¿Y por qué hacemos esto? Es el tiempo de responderles narrándoles quien es Yehováh y las grandes obras que Él ha hecho por nosotros. Pero si nuestra obediencia la realizamos “arrastrando los pies” y de mala gana, ¿cómo podremos responder a los hijos? Las respuesta probablemente serán como las que nos dieron a algunos de nosotros: “esa es nuestra costumbre”, “no preguntes y obedece”, “así se ha hecho toda la vida”, etc. No en vano las generaciones nuevas aborrecen las religiones. Al menos hay que reconocer que son auténticos.
El Capitulo 7 nos muestra que el plan de Yehováh era arrojar esas siete naciones de delante de su pueblo Yisrael, ellos deberían ser exterminados, evitando contaminarse con ellas al casarse con mujeres de ellas, con el riesgo de ser seducidos a la idolatría (recordemos el caso de Ava en e Edén).
Porque tú eres un pueblo consagrado a Yehováh tu Dios. A ti te escogió Yehováh tu Dios para que seas pueblo de su personal propiedad entre todos los pueblos de la tierra. Yehováh puso su amor en vosotros y os escogió, no porque fuerais más numerosos que cualquiera de los pueblos, porque sois el pueblo más pequeño, sino que por el puro amor de Yehováh a vosotros, por mantener el juramento que juró a vuestros padres, os sacó Yehováh con mano fuerte y os redimió de la casa de esclavitud, del dominio de Faraón, rey de Mitsrayim. Deuteronomio 7:6–8
No traigas cosas abominables a tu hogar
Quemarás en fuego las esculturas de sus dioses, no codiciarás la plata ni el oro que las recubre, ni te lo apropiarás, no sea que caigas con ello en una trampa, porque es abominación para Yehováh tu Dios. No introduzcas pues la cosa abominable en tu casa, pues serías anatema como ellas. Del todo la detestarás, y del todo la abominarás, porque es anatema. Deuteronomio 7:25–26
Pongamos atención a esto, porque muchos problemas se suscitan en los hogares por este tipo de desobediencia. Pregunta, examina, infórmate suficientemente, antes de traer cualquier cosa a tu hogar, sea que la compres o que te la regalen; porque al hacerlo, podrías estar abriendo puertas a entes espirituales asociados con tales cosas, y te generarán problemas de interferencia en tus relaciones interpersonales.