Si te ha sucedido que tu lado oscuro ha salido a jugarte un mala pasada y has caído, siempre debes recurrir a la misericordia de nuestro Padre.
Generalmente, cuando miramos la vida de los patriarcas, nos enfocamos en sus virtudes y soslayamos sus debilidades. Por tal razón los vemos como gigantes y no osamos parecernos a ellos.
Pero cuando observamos que en realidad ellos tuvieron debilidades como las nuestras, cometieron pecados similares y sufrieron consecuencias a causa de ellos, entonces nace en nosotros un esperanza; porque independiente de qué tan bajo hayamos caído, ellos nos muestran que Yehováh fue misericordioso, les tendió la mano y finalmente superaron sus debilidades.
De eso trata la vida. Nuestro Padre Yehováh conocía my bien a Abram cuando lo llamó y sabía de antemano lo que este habría de hacer. Lo llama y lo guía para ir a la tierra de Canaán, pero una vez allí ante una situación difícil de una hambruna, Abram no acudió a Yehováh por dirección, sino que descendió a Mitsrayim (Egipto). Y no solo fue un descenso físico, sino también espiritual.
El momento oscuro
¿Qué estaba pensando Abram cuando le dijo esto a su hermosa esposa?
Y sucedió que cuando se acercaba para entrar a Egipto, le dijo a su esposa Saray: Mira, eres mujer de hermosa apariencia, y sucederá que cuando te vean los egipcios, dirán: Esta es su mujer. Entonces me matarán a mí, y a ti te dejarán vivir. Te ruego, di que eres mi hermana, para que me traten bien por causa tuya, y así, por tu favor, salve mi vida.
En otras palabras, tu belleza me pone en peligro; miente para que yo me salve; eso es todo; es una pequeña mentirilla que no tendrá consecuencias.
Pero las cosas salieron al revés. Faraón al enterarse de la belleza de Saray, envió por ella para que fuera su mujer; después de todo él concluyó que ella era soltera y ¡su hermano, se la daría! A cambio de dio ganados, siervos y siervas, asnas y camellos.
Como diríamos nosotros: ¡qué embarrada! Ahora sí que tiene un gran problema. El pasaje no nos dice que Abram hubiera acudido a Yehováh; pero de todas maneras, Él, Yehováh, actuó en favor de su siervo.
Quizás tú y yo cometemos errores “pequeños”; “pecadillos sin importancia” que pensamos no tendrán consecuencias. Pero siempre las hay. Afortunadamente, nuestro Padre es misericordioso y siempre nos tiende su mano en el momento oportuno para sacarnos de lodazal en el que nos hemos metido.
Si te ha sucedido que tu lado oscuro ha salido a jugarte un mala pasada y has caído, siempre debes recurrir a la misericordia de nuestro Padre. Él estará más que dispuesto a tenderte Su poderosa mano.
¿Que sucedió después?, que con el paso de los años, Abraham volvió a caer de la misma manera ante un rey filisteo; pero de nuevo Yehováh salió al rescate y lo volvió a librar. Con el correr del tiempo Abraham fue transformado y aprendió a vivir fuera de las ciudades, pues cada vez que se acercó a ellas se enfrentó con estos problemas. Prefirió vivir en una tienda como nómada y así enderezó su carácter y su vida vino a ser de bendición para todos nosotros.
La demanda de nuestro Padre Yehováh para Abraham, es la misma para nosotros hoy:
Era Abram de noventa y nueve años cuando Yehováh se le apareció a Abram, y le dijo: Yo soy ’El-Shadday, anda delante de mí, y sé perfecto...
¿Cómo responderemos?
Esta historia se halla en Génesis 12:1-20