Parashá Trienal – Shemot (Éxodo) 18:1 – 19:6(a)
Nombre de la Parashá: Yetró Cohen – Jetro el sacerdote
Lecturas Complementarias: Isaías 6 | Romanos 8:19-39
Llegada de la familia de Moshé
Yetro el suegro de Moshé, viene trayendo a Tsiporah (Séfora) y sus dos hijos con él. No hay registros de que ella hubiese arribado a Mitsrayim con Moshé, y tampoco de que ella se hubiera regresado a Midyán (Madián) si hubiera ido con Moshé. El relato más bien sugiere que Moshé fue a cumplir su misión, él solo. Los hijos de Moshé muy probablemente eran hombres maduros, puesto que Moshé había llegado a Midyán a la edad de 40 años y poco después se casó con la hija de Yetro. Ahora han pasado otros 40 años, por lo cual podemos deducir que los hijos de Moshé no eran niños.
Es notable la ausencia de los hijos de Moshé en toda la Toráh (Génesis a Deuteronomio), porque uno supone que siendo los hijos del líder, su desempeño debería haber sido más notable.
Afortunadamente, Guershom (Gerson) y Eliézer aparecen posteriormente mencionados en 2 Crónicas y se registra que ellos formaban parte activa de la tribu de Leví:
Y los hijos de Moshé varón de Dios fueron contados en la tribu de Leví. Los hijos de Moshé: Guershóm y Eliézer. Hijo de Guershón fue Sebuel, el jefe. Hijo de Eliézer fue Rehabías el primero. Y Eliézer no tuvo otros hijos, pero los hijos de Rehabías se multiplicaron grandemente.
2Crónicas 23:14-17
La necesidad de un buen consejo
El asunto importante es el consejo que Yetró le dio a Moshé respecto de administrar justicia para el pueblo.
Es evidente que Yetró conocía a Yehováh pues en el verso 23 le advierte a Moshé, que siga su consejo, “si es que Yehováh así te lo ordena…”. Moshé debería entonces educar a las personas que habría de escoger, para que administraran justicia, resolviendo los asuntos menores del pueblo.
La lección práctica para nosotros, es la necesidad de escuchar el consejo de otras personas. No necesariamente tenemos que ponerlo en práctica; pero es de gran ayuda ver las cosas desde la perspectiva de otros. El Salmo 1:1 nos amonesta a no seguir el consejo de los “malos” es decir de quienes no reconocen a Yehováh, o se burlan de la verdad o andan en cosas dudosas.
El capítulo 19, nos muestra cosas realmente espectaculares. Yehováh les declaró en los versos 4-6:
“Vosotros habéis visto lo que he hecho a los mitsritas, y cómo os he levantado a vosotros sobre alas de águilas y os he traído a mí. Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis para mí un pueblo especial entre todos los pueblos. Porque mía es toda la tierra, y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa.”
Observa cuál era el llamado original para todo el pueblo de Yisrael: Toda la nación se constituiría como un reino de sacerdotes apartados. La razón por la cual solamente la tribu de Leví terminó ejerciendo las funciones sacerdotales, fue el pecado del becerro de oro. El pueblo se descalificó a sí mismo cuando alrededor de 40 días después de haber aceptado el pacto, lo rompió cayendo en idolatría.
En otras palabras el plan original de Yehováh era que la nación de Yisrael fuera intermediaria entre la humanidad y Él. Ellos representarían a Yehováh delante de los pueblos y enseñarían Su Toráh, y a la vez ofrecerían sacrificios a favor de los pueblos de la tierra delante de Yehováh. Pero tal plan tuvo que ser modificado.
La Silla de Moshé
La tradición judía afirma que bajo la sugerencia de Yetró, Moshé establece el primer Sanhedrín; sin embargo tal organización la vemos conformada más adelante, por una orden explícita de Yehováh a Moshé, de apartar 70 ancianos de Yisrael para que lleven junto con él, la carga del pueblo, estableciendo así un cuerpo de autoridad, no necesariamente diferente al sugerido por Yetró.
No deja de ser relevante, que la sugerencia de Yetró incluye varones con las siguientes características, que por cierto debieran seguir siendo el requisito para todo el que desee estar en autoridad:
- Temerosos de Dios
- Íntegros – veraces
- Aborrecedores de lucro
Versión tradicional:
En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Haced y guardad pues todo cuanto os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen; (Biblia Textual)
Mateo 23.2-3
Por fin en el Sinay
Al “tercer mes de haber salido”, significa que el pueblo llegó al pie del Monte el primero del tercer mes. Habían transcurrido cerca de cincuenta días desde su partida de Mitsráyim, que en realidad se completarían el día que Yehováh declaró las Diez Palabras verbalmente al pueblo. Tan pronto como llegan, Moshé sube al Monte y Yehováh le ordena proponer al pueblo:
Vosotros mismos visteis lo que hice a los mitsritas, y cómo os levanté sobre alas de águilas y os he traído a mí. Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi pacto, entonces vosotros seréis objeto de mi predilección entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra, y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que hablarás a los hijos de Yisrael.
Exodo 19.4-6
Y es ahora cuando Yehováh revela su propuesta y le da a Yisrael la opción de responder al pacto que le propone, lo que resultaría en hacer de ellos una nación escogida, kadosh, es decir apartada y de especial cuidado para Yehováh.
UNA APLICACIÓN PRACTICA
Los pactos con Yehováh son voluntarios
Yehováh sacó a nuestros padres de Mitsrayim sin proponerles condición alguna. Fue después, que el pueblo tuvo la oportunidad de decidir entrar en el pacto con El, cuando se hallaban en el Monte Sinay.
De manera similar Yehováh nos da la vida, nos sostiene todo el tiempo proveyendo lo que necesitamos para crecer, madurar y organizar nuestra vida. Pero llegará un momento en el que seremos confrontados con la decisión de entrar en pacto con Él o no hacerlo.
Poco importa que seamos de una familia religiosa o atea, o que hayamos participado en actividades religiosas. Entonces, así como tuvieron que hacerlo nuestros padres en Sinay, cada uno deberá decidir si acepta o no, el ofrecimiento de Yehováh para llegar a ser parte de la nación apartada, por medio de la cual Él va a cumplir sus propósitos eternos.
¡Haz ahora la decisión correcta! porque quizás no haya una segunda oportunidad.