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Shemot 16:25 – 17:16 | Ikhlúju Vayón

Parashá Trienal – Shemot (Éxodo) 16:25 – 17:16 

Nombre de la Parashá: Ikhlúhu Hayóm = Coman hoy

Lecturas Complementarias: Isaías 58:13-14 | Marcos 2:27-28

Y Moshé dijo: Comedlo hoy, porque hoy es Shabbat para Yehováh. Hoy no lo hallaréis en el campo. Exodo 16.25

Notemos la repetición de la palabra hoy cuyo énfasis tiene el propósito de resaltar que es el Shabbat, un día en el que se debe reposar en paz, teniendo la conciencia de que esa provisión que el pueblo estaba consumiendo era enteramente de manos de Yehováh. Sí; hoy es difícil hacer esa conciencia, porque pensamos que todo lo adquirimos con dinero en un supermercado; pero si siguiéramos la pista a lo que ponemos en la mesa, siempre llegaríamos a la conclusión de que esa provisión ha sido creada por nuestro Padre, quien en algún lugar del mundo permitió las condiciones para que esas semillas que misteriosamente poseen vida, se reprodujeran para darnos la comida diaria.

El Salmo 95:7 también nos hace referencia a un hoy, al que debemos prestar mucha atención, porque quizás no haya un mañana. Compáralo con lo que dice Hebreos 4.6-7

¿Debemos permanecer en casa durante el Shabbat? 

Tengamos presente que en ese momento el pueblo se hallaba en el desierto. Estaban probablemente retomando la observancia del Shabbat y era necesario definir algunas cosas en particular. El pueblo estaba acostumbrado a no parar de trabajar, porque sus amos mitsritas no les permitían semejante beneficio.

Ahora bien, siendo que en aquellas condiciones, andar por el desierto podría ser intimidante además de incómodo, era normal que el pueblo quisiera estar activo, ya fuera  buscando leña, ya prendiendo fogatas para cocinar, etc. Por tanto Yehováh da un mandamiento: 

Por lo que Yehováh dijo a Moshé: ¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandamientos y mis leyes? Mirad que Yehováh os dio el Shabbat, por tanto en el sexto día os da pan para dos días. Que cada uno se quede en su sitio, y nadie salga de su lugar en el séptimo día. Y reposó el pueblo el séptimo día.
Exodo 16.28-30

Ahora bien, la discusión respecto a este mandamiento, es si fue solo para esa ocasión, o es para todas las edades. ¿Qué significa la expresión: quedarse en su sitio? De hecho en el judaísmo hay quienes la interpretan tanto de una manera como de la otra forma; veamos:

El judaísmo ortodoxo por ejemplo, han determinado una serie de complejas reglas para determinar que significa la expresión: “su lugar”; y explican que estas palabras se pueden referir a su hogar, o a su barrio, o así ciudad. Ya desde los tiempos de Yeshúa los fariseos, basándose en Números 35:4-5 que habla de los límites establecidos para los ganados de los Levitas, habían determinado la distancia que era lícito recorrer en un Shabbat sin quebrantar tal mandamiento; determinaron entonces, que tal distancia era 2.000 codos – aproximadamente 900 metros. A eso se refiere la cita de Hechos 1:12 cuando afirma que los discípulos de Yeshúa regresaron del Monte de los Olivos que esta a una distancia de “un día de Shabbat”; pero esta mención no significa que en efecto ese fuera el mandamiento de Yehováh; mas bien fue una interpretación que estuvo vigente en ese tiempo.

Por razones como esta, las comunidades ortodoxas, construyen una sinagoga y en su vecindario viven todos sus miembros para no romper esta takanot – norma de hombres- farisaica de tiempos de Yeshúa. Pero en el presente somos conscientes de que la aplicación del mandamiento original no significa eso. Como hemos visto Yehováh nos da parámetros amplios que cada generación, de acuerdo a sus circunstancias, debe interpretar para aplicarlos de la mejor manera.

Dicho esto, interpretamos que el propósito del mandamiento del Shabbat es reposar; descansar; romper la rutina de la semana; apartar un tiempo – un día más exactamente, para reunirnos con otros, reflexionar con libertad en la Palabra de nuestro Padre, recuperar nuestras fuerzas, celebrar la Creación, etc. Y no es un día para salir de compras, hacer mudanzas, o aseo, o cualquier otro oficio de rutina; pero si fuera requerido desplazarnos razonablemente para visitar a una persona en necesidad o para participar de una reunión fraternal en torno a la Toráh, es perfectamente lícito hacerlo.

El Manná

Moshé dijo: Esto es lo que Yehováh ha ordenado: Llenad un homer de él, para conservarlo por vuestras generaciones, para que vean el pan que os hice comer en el desierto, cuando os saqué de la tierra de Mitsrayim. Y dijo Moshé a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un homer lleno de Manná, y ponlo delante de Yehováh, a fin de conservarlo por vuestras generaciones. Exodo 16.32-33

Sabemos, que Aarón debió obedecer la orden y poner el Manná en su lugar. Pero… ¿qué sucedió con él, al pasar el tiempo? La Biblia nos cuenta que el Arca estuvo en manos de los Filisteos por un tiempo antes de que David la trajera de nuevo a tierra de Yisrael; y luego sabemos que Sh’lomo la puso en le Templo que él construyó; posteriormente se nos dice que el profeta Jeremías la escondió previa invasión de los babilonios; pero de su contenido no se volvió a hablar.

El mandamiento entregado a Moshé dice que ese Manná estará allí para testimonio a través de los siglos, lo que nos lleva a concluir que tal porción de Manná no se corrompería, como si le sucedió al que la gente recogió de más, a causa de su incredulidad.

El Manná es un figura del Mesías. El alimento que proveería Yehováh, no perecedero, que sustenta la vida y habilita para la vida eterna. Por eso la figura es muy completa:

  • Necesitamos diariamente del Manná
  • No lo podemos acumular
  • Su origen es celestial
  • No se deteriora – no cambia
  • Suple todas nuestras necesidades
  • Es una provisión personal
Notemos que precisamente esas son las características de la Palabra de Yehováh que finalmente fue modelada y obedecida en su totalidad por Yeshúa. Por tal razón, el Manná es una figura del Mesías que habría de venir y quien a su vez cumpliría con todas las demandas de la Toráh, mostrándonos así el Camino que debemos seguir.
 
Juan 6:49-51 hace referencia a las palabras de Yeshúa a este respecto:

De cierto, de cierto os digo: El que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Éste es el pan que desciende del cielo, para que quien coma de él no muera: Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Y ciertamente, el pan que Yo daré por la vida del mundo es mi carne. 

Por este pasaje, entendemos que Yeshúa estaba “encarnando” la Palabra de Yehováh, en el sentido de cumplirla a cabalidad  y no como algunos de sus oyentes interpretaron: que literalmente debían comer su carne y beber su sangre, lo que con el paso del tiempo fue la base para la doctrina de transubstanciación enseñada por el catolicismo.

No. Yeshúa estaba haciendo una alegoría de la Palabra de Yehováh que es necesario “comer” día a día para sustentar nuestro ser total.

El Manná nos será mostrado en algún momento. La orden original dada a Moshé, es que debería ser preservado para testimonio a través de los siglos; pero dónde está, no lo sabemos.

La Peña de Horeb

El siguiente episodio tiene que ver de nuevo con quejas, esta vez por el agua. Una vez más, observamos una mala actitud del pueblo en su reclamo. ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo manifestar respetuosamente nuestras necesidades? ¿Por qué la mayoría de las veces demandamos o exigimos en vez de solicitar? Tristemente nosotros hacemos lo mismo hoy. Los predicadores de milagros enseñan a la gente que deben reclamar su milagro; que deben exigirle a Dios que les dé lo que en Su Palabra ha prometido; pero como siempre, sin cumplir la parte que les corresponde: la obediencia a sus mandamientos.
 
Yehováh instruye a Moshé, quien golpea la Roca y brota el agua. Este es un acto profético del Mesías también; la Roca debía ser golpeada una vez solamente. Por eso más adelante Yehováh instruye a Moshé a hablarle a la roca; pero cuando Moshé la golpeó de nuevo, perdió su entrada a la tierra prometida, porque al hacerlo destruyó esta sombra profética que mostraba que el Mesías sería castigado una vez y no dos.
 
 Que la Roca era una figura del Mesías nos lo dice Shaúl en 1Corintios:

No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estaban todos bajo la nube y todos pasaron por el mar, y en Moshé todos hicieron mikváh en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la Roca era Cristo.
1Corintios 10.1-4

 De nuevo tenemos una figura de cosas materiales – la roca, que nos habla de cosas espirituales – El Mesías. ¿Había una roca moviéndose literalmente detrás de ellos? Noo! Es una manera de decirnos que Yehováh estaba proveyendo Su Palabra para saciar la sed “espiritual” y las necesidades de su pueblo. El midrásh judío que hace referencia a la roca, dice que esta los acompañaba, no que iba siguiéndolos a ellos.

Batalla contra Amalek

La última parte de esta lectura nos narra la primera batalla del pueblo. Yahoshúa (Josué), de la tribu de Efráyim, debuta como capitán del ejército de Yisrael y sale al encuentro del enemigo. Los amalequitas, descendientes de Esav, habían atacado a Yisrael a mansalva haciendo daño a los más débiles -Deuteronomio 25.18; por eso era necesario enfrentarlos con fuerza. 
 
Aharón y Jur, el padre de Bezaleel, artífice de las cosas para Tabernáculo, sostenían en alto las manos de Moshé para que Yahoshúa prevaleciera sobre sus enemigos; y en esto hay una gran lección: no es la fuerza humana, ni las habilidades nuestras las que hacen todo el trabajo; necesitamos mirar al cielo, a la morada de nuestro Padre, para recordar que estamos en una sociedad con Él y que los resultados finales siempre dependerán de Él. A nosotros nos corresponde entrar en las batallas de la vida, preparados de la mejor manera y una vez en el campo, también es nuestra responsabilidad pelear con honor y con todas nuestras fuerzas; pero el resultado final, siempre será de Yehováh
Vive la Toráh
Miguel Angel Forero R

Tu propio Éxodo

Yehováh te apartó del mundo para que seas Su hijo. Pero… ¿Has apartado al mundo de tu corazón?

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