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Éxodo 21:1 – 22:24 | haMishpatim

Parashá Trienal – Shemot (Éxodo) 21:1 – 22:24

Nombre de la Parashá: haMishpatim – Los decretos

Lecturas Complementarias: Jeremías 34:1-14 | 1Corintios 6:9-11

Ante la poderosa manifestación de Yehováh en el monte, el pueblo se amedrentó y solicitó a Moshé que fuera su intermediario. Tal sería la voz y el escenario que la gente pensó que moriría si continuaba expuesta a tan poderosa Presencia –  Éxodo 20:19. Así que una vez apartados del monte, Moshé se acerca a Yehováh y recibe entonces una serie de ordenanzas o Mishpatím diversas.

Si tenemos presente la procedencia inmediata del pueblo, nos daremos cuenta que era muy importante que Yehováh le proveyera pautas que le permitieran empezar a caminar en una vida de libertad, cosa desconocida para ellos hasta ahora. Maimónides afirma haber hallado en esta porción más de 50 de los 613 Mandamientos que según los sabios de Yisrael hay en la Toráh. Un detalle importante a tener en mente, es que estas mishpatim están siendo entregadas ANTES del suceso del becerro de oro, de lo cual hablaremos llegado su momento.

Es de gran relevancia observar que en muchos casos se habla de cosas que suceden delante de ha’Elohim (verso 21:6, 22:7, etc) lo cual no significa que Yehováh fuera como un policía que está atento a las faltas que comete el pueblo, o bien que todo caso fuera llevado directamente a Él. En la mentalidad hebrea, se trata por una parte de la omnipresencia de Yehováh de quien no podemos ocultarnos en ningún momento y ante quien están desnudas nuestra intenciones, pensamientos y más secretas motivaciones; y por otra parte se trata de la autoridad que lo representa a Él, ya fuera Moshé en ese tiempo o el Sanhedrín establecido posteriormente con el fin de interpretar la Toráh y aplicarla según fuera el caso. 

Yehováh nos instruye respecto a las relaciones interpersonales

Lo primero que notamos es que Yehováh quiere involucrarse en las relaciones interpersonales de su pueblo.

La traducción al español de la palabra hebrea עֶבֶד -‘ebed– podría y debería ser: siervo y no: esclavo, como aparece en algunas versiones. Yehováh no aprueba la esclavitud y mucho menos el trato cruel y despiadado. Las instrucciones presentadas aquí demandan un cuidado y trato compasivo para quienes están a nuestro servicio.

Los yisraelitas entonces, deberían ser muy sensibles a ésta condición, puesto que acababan de ser liberados de la esclavitud en Mitsrayim (Egipto). Igualmente se les ordena tener a los siervos por un tiempo limitado solamente, dándoles la oportunidad de obtener su libertad y hacer sus vidas.

El verso 7 del capítulo 21, hace referencia a una hija que es entregada como esposa, ya que la palabra hebrea מָכַר – makar, además de vender, puede significar “ser dado” o entregado para posesión. El pasaje da a entender que un padre de familia habría obtenido una esposa para uno de sus hijos, para lo cual era costumbre pagar una “dote”; pero si ella “no agradara a su señor (al que había sido destinada)…” podría ser rescatada o dejada en libertad de su compromiso. Esto muestra que la muchacha no había sido adquirida como “esclava”, en cuyo caso su dueño hubiera podido disponer de ella como hubiese querido según las costumbres de los pueblos vecinos.

Diferencia entre matar y asesinar

Los versos 12 al 16 del capítulo 21 son una ampliación del Sexto Mandamiento, que ordena: No Asesinarás. Asesinar es diferente de simplemente dar muerte a alguien. El asesinato presupone un plan premeditado. No así en el caso de dar muerte a alguien por accidente, o por motivos de guerra o aún por defensa personal. Cuando Yehováh ordena a los ejércitos de Yisrael invadir una ciudad y dar muerte a todos sus habitantes, tal acción no constituye asesinato, pues los soldados no tienen nada “personal” contra los individuos que están ejecutando. Ellos están actuando como verdugos que llevan a cabo el veredicto del Juez Justo.

Riñas personales

Puesto que el recién entregado Quinto Mandamiento: Honrar a padre y madre, obviamente involucra no golpearlos ni maldecirlos, los versos 15 y 17, parecieran hacer referencia al respeto que se debe a los padres de aquéllos que se hallan involucrados en una riña o pelea y no a los propios. El versículo 16 que habla explícitamente del secuestro, se halla en medio de tales versos mostrándonos que esa es otra acción que pudiera ser usada como represalia en una pelea. ¿Podría una de las partes involucradas en una disputa, querer ofender o golpear incluso a los padres del otro? En la actualidad existen agresiones verbales, cuando el uno hace mención de la madre del otro de manera deshonrosa; ¿podría el agresor desear secuestrar un familiar del agredido, o viceversa, para tomar venganza en el proceso de la disputa? Quizás. Lo cierto es que los versos posteriores 18-27 continúan hablando de asuntos colaterales a las riñas personales, por lo cual no tiene sentido que los versos 15 y 17 sean considerados como una ampliación del Quinto Mandamiento.

Responsabilidades comunitarias 

Luego de salir de Mitsrayim, nuestros padres tuvieron que aprender a vivir en libertad. Eso significaba asumir responsabilidad para conocer sus propios límites como individuos y los de todos aquellos alrededor. Observa bien que Yehováh no está describiendo los derechos que todos tendrán, sino más bien sus deberes y responsabilidades. Es lo que hallamos en los versos restantes del Capítulo 21 hasta el 23:9.

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