Parashá Trienal –
Nombre de la Parashá: Im késef talvéh = Si prestas dinero
Lecturas Complementarias: Isaías 49:1-6 | Jacobo (Santiago) 1:26 – 2:4
Prestamos de dinero
Si bien el verso 25 inicia con un “si” condicional: “Si prestas dinero”, la tradición dentro del pueblo de Yahudáh lo lee: “cuando prestes dinero” es decir que no es una opción hacerlo, porque es considerado un mandamiento prestar a los pobres o a las personas en necesidad, pero siempre teniendo en cuenta el asunto de no cobrar interés de ningún tipo y mucho menos de hacerlo de forma usurera. Yeshúa lo expresó claramente en Mateo 5:42. En otras palabras cuando “prestemos” a alguien en real necesidad, debemos disponer nuestro corazón a donar o a dar ese dinero sin esperar retribución, ya sea en servicios o de cualquier otra clase. Esa es la naturaleza y carácter de nuestro Padre, quien diariamente hace innumerables cosas en favor de nosotros sin esperar nada a cambio.
No injuriarás o insultarás a los jueces
El texto original de este pasaje dice: “No injuriarás a los elohim de tu pueblo”. Pero como sabemos, esta palabra: elohim, puede referirse tanto al Dios Creador, en cuyo caso se escribe con mayúsculas, como a dioses falsos, o bien a personas en autoridad. Tal ambigüedad del texto lleva a los traductores a preferir la palabra jueces, porque ellos son los que administran justicia entre el pueblo.
El apóstol Shaúl se halló en una situación en la que actuó erradamente:
…el sumo sacerdote Ananías mandó a los que estaban junto a él que le golpearan la boca. Entonces Shaúl le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! Estás sentado para juzgarme conforme a la Toráh, ¿y violando la Toráh, mandas que me golpeen? Entonces los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios maldices? Y Shaúl dijo: No sabía, hermanos, que fuera el sumo sacerdote; pues está escrito: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.
Hechos 23.2-5
Shaúl cuando estaba en uno de sus juicios, sin saberlo respondió duramente a su acusador y luego reconoció haberlo hecho en ignorancia, mostrando que aún se mantenía cumpliendo la Toráh. Ahora bien, hoy es muy común, no solo criticar, sino ridiculizar, hacer burla, ofender y maldecir a las personas que se hallan en puestos de autoridad, lo cual nos está expresamente prohibido. No podemos entrar en el juego del mundo inicuo – sin Toráh. Nosotros somos ciudadanos del Reino y si bien, eso no significa que debemos aceptar ciegamente toda clase de abusos y desmanes, si quiere decir que debemos mantener actitudes respetuosas a las autoridades, porque ellas son representativas de Yehováh aunque tales personas no sean conscientes de ello, pues a Él tendrán que rendir cuentas un día.
Dada la explicación anterior, la otra lectura del texto resulta obvia: No maldecirás a Dios, bajo pena de muerte. Ese fue el caso del extranjero que blasfemó contra Yehováh pagando con su vida. Ver Levítico 24.15-16
Diligencia para obedecer
De tu cosecha y de tu vendimia no retardes la ofrenda. Me darás al primogénito de tus hijos. Así harás con el de tu buey y con el de tu oveja. Siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás. Éxodo 22.29-30
Yehováh nos llama a ser diligentes cuando se trata de entregar lo que a Él le corresponde. Ya sabemos que tales cosas, animales o personas eran entregadas a sus representantes – si bien los hijos podían ser redimidos.
Puede ser que tengamos un corazón dispuesto para dar, pero que seamos lentos para hacerlo. En el presente no podemos disculparnos por la ausencia de Templo, para no dar; porque estamos rodeados de personas en necesidad y cualquier demora en dar, pudiera significar graves penurias para ellos, lo cual debemos evitar.
De nuevo, aunque no seamos agricultores o criadores de animales, de lo que cada uno “produce”, debemos estar dispuestos a dar de manera diligente, la parte correspondiente para beneficio de otros. El principio aquí es dar; desprendernos, beneficiar a otros.
El asunto de los animales no sacrificados
Y me seréis hombres santos, y no comeréis carne despedazada en el campo; a los perros la echaréis. Éxodo 22.31
Por cuanto hemos sido apartados y ya no somos gente común, se nos ordena no comer de animales que hayan muerto de manera diferente al sacrificio como está establecido. Animales que mueren de forma natural, o que han sido atropellados, o muertos de cualquier forma no convencional – quiero decir sin haber sido desangrados adecuadamente, no son consumibles para nosotros. La razón que nos da Yehováh: porque somos un pueblo apartado. Pero hoy, adicionalmente sabemos que hay razones de salud para obedecer tal mandamiento.
Juzgando por medio de la Toráh
No levantarás falso rumor, ni te pondrás de acuerdo con el impío para ser testigo falso. No seguirás a la mayoría para hacer mal, ni testificarás sobre contienda alguna, inclinándote a la mayoría para pervertir la justicia; Exodo 23.1-2
Una justicia que se aplica de manera torcida, blasfema el nombre de Yehováh, porque como ya vimos, la Toráh es un reflejo de su esencia, de su carácter inmutable. Por esta razón más adelante será establecida una corte que se encargará de la correcta interpretación y aplicación de la Toráh según cada caso; y de esa manera se va generando lo que hoy conocemos como “jurisprudencia”, que no es otra cosa que definir la manera en que se aplica la Toráh.
Maimónides cita nueve aspectos importantes al respecto:
- No se debe aceptar el testimonio de un litigante, sin estar presente el oponente.
- No se debe aceptar el testimonio de una persona que es reconocida como perversa o inicua, en una corte.
- No se debe seguir a la mayoría en el caso de la aplicación de la pena capital.
- Un juez no debe basarse en la opinión de un colega para hacer un juicio, sino que debe entender el asunto por sí mismo.
- Una vez que la mayoría de la Corte ha llegado a una decisión, esta debe ser respetada.
- Un juez no debe dar sentencia a favor de una persona pobre, por lástima de su condición.
- Un juez no puede pervertir la justicia para una persona malvada.
- No se debe condenar a muerte a una persona, sin el testimonio de dos testigos oculares calificados.
- Un juez no debe aceptar sobornos ni ninguna clase de regalos de los litigantes cuyo caso está siendo juzgado.
Cuida de los bienes ajenos, aunque sean de tu enemigo
Descanso-Reposo-Shabbath
Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha, pero el séptimo la dejarás descansar sin cultivar, y comerán los necesitados de tu pueblo, y de lo sobrante de ellos, coma la bestia del campo. Así harás con tu viña y con tu olivar. Seis días harás tu trabajo, y en el séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y cobre aliento el hijo de tu sierva y el extranjero. Éxodo 23.10-12
Notemos que la base de las matemáticas divinas es el siete y no el diez. La tierra debe descansar cada siete años, y nosotros debemos también descansar cada séptimo día. El mandamiento aplica también a quienes están a nuestro servicio o cuidado, y a los animales.
Los nombres de otros dioses
Guardaos en todo lo que os he dicho. No invocaréis ni se oirá en tu boca el nombre de dioses extraños. Éxodo 23.13
Aunque el judaísmo y el mesianismo actual afirman que esto solo se refiere a jurar en el nombre de otros dioses, el mandamiento luce bastante claro: No debemos ni siquiera pronunciar los nombres de falsos dioses, es decir de ídolos que desvían nuestra atención y servicio de Yehováh y que solapadamente esclavizan a sus seguidores.
La solución de Yehováh al problema de los necesitados
En el verso 23:10 se menciona el sistema de Yehováh para asistir a quienes están en necesidad: se les debería permitir alimentarse libremente de los campos durante el séptimo año cuando la tierra debería descansar. Claro está que durante el transcurso de los otros seis años les era permitido tomar de los campos lo que pudieran agarrar con sus manos al pasar por ellos, pero el año de jubileo era especial y no había límites para lo que pudieran recoger.
Si este mandamiento se aplicara en el presente, el Estado no tendría que hacerse responsable del bienestar o “welfare” de los necesitados, lo cual se ha convertido en una carga terrible para los gobiernos de los países desarrollados.
Las Fiestas de Yehováh
Los versos 23:12-19 son la primera referencia formal a las Fiestas Solemnes de Yehováh. Posteriormente serán detalladas, pero es de suma importancia ser conscientes de que son dadas antes del pecado del becerro de oro y forman parte de la Ley Real. El propósito de estas celebraciones es preparar a su pueblo para reconocer al Mesías cuando venga. Así las Fiestas de la Primavera: Matzot – Panes Sin Levadura y Shavuot – Pentecostés, eran una sombra o ensayo (mikra en hebreo) de lo que sucedería cuando el Mesías apareciera por primera vez. Mientras que las Fiestas de Otoño: Yom Teruah – Día de las Trompetas, Yom Kippurim – Día de las Expiaciones y Sukkot – Fiesta de los Tabernáculos, son una sombra o ensayo de la Segunda Venida de Yeshúa.
Actualmente, cuando celebramos las Fiestas de Primavera, estamos haciendo memoria de la primera venida del Mesías y de su obra a favor de nosotros. Y cuando celebramos las Fiestas de Otoño estamos proclamando nuestra confianza en su Segunda Venida.
Para una información detallada sobre cada una de las Fiestas y cómo celebrarlas, te invitamos a revisar los artículos respectivos bajo el menú: Las Fiestas de Yehováh.
¿Pactos con los cananitas?
No concertarás pacto con ellos ni con sus dioses. No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí cuando sirvas a sus dioses, lo cual ciertamente te será por trampa. Éxodo 23.32-33
Esta es la base del verso citado por Shaúl en 2Corintios 6.14-16 y que es tan conocido en las Escrituras Mesiánicas (N.T.). Yehováh advirtió de la inconveniencia de hacer pactos: ya sean alianzas de negocios, lo que hoy llamamos: “compañías”, o matrimonios, o cualquier otro tipo de “yugo” que lleve a los hijos de Yehováh a someterse a los parámetros de quienes están por fuera del Reino; porque tarde o temprano, los hijos de Reino se verán bajo la influencia de quienes no conocen realmente a Yehováh, y serán arrastrados a comportamientos contrarios a lo establecido por la Toráh.
Capítulo 24 – Confirmación del Pacto
Este capítulo es de suma importancia, por cuanto es nada menos que la descripción detallada de la celebración del pacto de Yehováh con Yisrael; en la descripción que nos da el relato, nos muestra claramente que lo que hubo fue algo similar a una Boda: Yehováh tomando como esposa a Yisrael. Obviamente esto es una alegoría, pero es necesario mantenerla en la mente, porque posteriormente ante la infidelidad tanto de la Casa de Yahudáh como de la Casa de Yisrael, esta última termina siendo “divorciada” por Yehováh, lo que ha de dar lugar a la necesidad del Mesías.
A continuación los aspectos que deberían incluirse en este tipo de ceremonia:
- Las condiciones o términos del Pacto. Éxodo 24:3. Moshé declaró al pueblo las condiciones dadas por Yehováh, a lo cual Yisrael respondió: “Cumpliremos todas las Palabras que Yehováh ha hablado”.
- Un pilar o columna de piedra. Exodo 24:4 nos narra que Moshé ordenó levantar 12 pilares de piedra, uno por cada una de las tribus de Yisrael.
- Un Altar. Moshé levantó un altar al pie del Monte Sinay
- Ofrendas para Yehováh. Los jóvenes -nótese que no necesariamente eran Levitas- presentaron “ofrendas de humo ascendente” (holocaustos) y ofrendas de paz.
- Juramento: Éxodo 24:7. Moshé tomó el rollo en que había escrito las palabras del Pacto, lo leyó a oídos del pueblo y todos respondieron: “Cumpliremos y obedeceremos todo lo que Yehováh habló”.
- Comida de celebración. Éxodo 24.11. Los representantes de Yisrael subieron al Monte y delante de la Presencia de Yehováh consumieron la parte de las ofrendas de paz que les correspondía a ellos. Eso constituyó la “Comida” de celebración que es propia después de todo Pacto o Alianza, incluso en nuestros días.
Ahora bien, como esto fue un “Pacto de Sangre”, cosa que hoy no acostumbramos, requería que las dos partes fueran “untadas” con la sangre de las víctimas sacrificadas, dando a entender de esa manera, que cualquiera de las dos partes que incumpliera con los acuerdos de dicho Pacto, tendría que pagar son su propia vida.
Otra manera equivalente, era que los dos pactantes, caminaran por en medio del cuerpo dividido de la víctima sacrificada, que es lo que vimos cuando Yehováh hizo pacto con nuestro Padre Avraham. Pero no fue así en este caso, lo que no resta validez al acuerdo.
Moshé entonces procede a derramar la mitad de la sangre de los sacrificios, sobre el altar, y con la otra mitad nos roció a nosotros, es decir nuestros padres que estaban allí presentes (recordemos que nosotros estábamos en ellos).
El sacrificio de humo ascendente (holocausto) presentado, recibe el nombre de “olah” en hebreo y es un tipo de sacrificio que se consume totalmente en el altar. Significa una rendición total a Yehováh. Así el olah pertenece solo a Yehováh, por lo cual es consumido totalmente en el altar y ni los sacerdotes pueden comer de él.
Por otra parte los sacrificios de paz mencionados en el pasaje, reciben el nombre de “shalem” y a diferencia de la ofrenda de humo ascendente, solo se quema una parte en el altar y la otra es comida por el oferente. Vale la pena aclarar que esta ofrenda no es por el pecado; es solo una muestra de gratitud a Yehováh, y por eso es compartida: una parte es quemada para Yehováh y la otras es comida por el que la presenta.
Así que cuando el pueblo subió al monte, no fue a comer algo servido por los ángeles, no; subieron para comer la parte del sacrificio de paz que ellos ofrecieron al pie del monte, y que les correspondía comer a ellos.
Es claro entonces que la presencia de las dos clases de sacrificio: Olah y shalem demuestra claramente una relación de dos vías en la que las dos partes se identifican íntimamente desde ese momento en adelante.
Consideremos por último, que la participación de Yisrael en todo este proceso, fue enteramente voluntaria; nadie lo forzó; por lo cual su responsabilidad de allí en adelante es total; adquirió un compromiso mediante pacto de sangre y debe cumplirlo por que de por medio está su propia vida.
Ver en esta Parashá el tema: Una Boda con Pacto de Sangre
¿Y qué de nosotros?
Cada uno de nosotros ha entrado en un pacto de sangre, por cuanto hemos aceptado que el Yehováh tomó nuestro lugar. Eso nos hace enteramente responsables de cumplir con todas las demandas del Pacto. Es una mentira del averno, que Yehováh abolió las condiciones de este pacto. Todo lo contrario; quienes hemos dado el paso de andar por su camino estrecho, tenemos la responsabilidad de honrar las condiciones del Pacto realizado, so pena de muerte.
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Las Fiestas de Yehováh
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