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Bereshit 23:1-20 | Jayei Sarah

Parashá Trienal – Bereshit (Génesis) 23:1-20

Nombre de la Parashá: Jayei Sarah – Vida de Sarah

Lecturas Complementarias: 1 Reyes 1:1-31 | Hechos 7:1-18

Sarah pudo haber sido cremada

De acuerdo al capítulo 22:19, luego de la “atada de Yitsjak” (akeidah), Avraham descendió y habitó en Beersheva. Ahora bien, esta narración inicia diciéndonos que Sarah murió en Kiryat Arbah (Hebrón). La falta de información da lugar a varias especulaciones, todas ellas probables. Por un lado existe la posibilidad de que por alguna razón desconocida, Avraham estuviera viviendo en un lugar y Sarah en otro, pues la mayoría de versiones dicen que Avraham vino (o fue) a llorar o a hacer luto por Sarah, lo que implica que no estaba junto a ella en el momento de su deceso. Otra posibilidad es que haya una vacío en el relato y que no se nos haya informado del traslado de toda la casa de Avraham desde Bersheva hasta Kiriat Arbah.

Lo cierto es que llegado el tiempo, Sarah habiendo cumplido 127 años de vida, partió. Ahora su esposo tenía que definir qué hacer con sus restos. Lo más sencillo hubiera sido cremar su cadaver conforme a las costumbres de muchos pueblos paganos. Pero en su lugar Avraham decidió pagar un costo alto por un lugar de sepultura, el cual dicho sea de paso, aún continúa siendo legalmente de sus descendientes, porque no hay registro “legal” de una transacción de venta posterior.

Las preguntas que necesitan respuesta son: ¿Por qué no cremó el cuerpo de su esposa? ¿hubiera sido correcto hacerlo?

Para Avraham, recordar a su esposa Sarah a través del acto de la sepultura era recordar a su Creador, darle el respeto que merece por el trabajo creativo que exhibió en el cuerpo de este ser amado. Devolver cuidadosamente el cuerpo al suelo del que originalmente había venido era devolver a Yehováh lo que era legítimamente suyo y permitir que su orden creativo cumpla su función de volver el cuerpo al polvo. Poner la obra maestra de la mano de Yehováh en el fuego, era simplemente algo impensable para Avraham, como debería serlo para nosotros. Siempre en la tradición bíblica (y por lo tanto judía), el cuidado del cuerpo después de la muerte se ha mantenido como un sello distintivo de nuestro reconocimiento de los maravillosos actos de creación de Yehováh. Nuestros intentos de honrar el cuerpo en el momento del entierro son ante todo una declaración de nuestro respeto a Yehováh como el Todopoderoso y Sabio Creador.

Abraham conocía a Yehováh, caminó delante de Él sin mancha (Gen 17: 1f). Por lo tanto, había llegado a aceptar la verdad de que Yehováh había creado a la humanidad a su imagen, y que esta imagen estaba misteriosamente presente tanto en las partes materiales como inmateriales del hombre. El cuerpo, maravillosamente diseñado, es la cúspide de los esfuerzos creativos de Yehováh, eclipsando todo el resto de su magnífica obra.

Aquí, dentro del intrincado entrelazamiento del cuerpo humano, el acto de la Creación continúa, porque es a través de la obra de Yehováh que la unidad del hombre y la esposa se hace evidente en el nacimiento de un niño. Aquí, dentro del cuerpo, esta la mejor evidencia para los conceptos profundos de ruaj (espíritu), nefesh (alma), y vida. Aquí estaría el símbolo mismo de la kehilah (congregación) de Yeshúa, que sería retratado como la “cabeza”, con sus seguidores como el “cuerpo”.

Aquí estaría el ejemplo supremo de la capacidad creadora de Yehováh, cuya historia desconcierta a la humanidad y lo presenta como un tema para las artes y las ciencias; nada más. Aquí, en resumen, existe la huella digital de Yehováh tan evidente en el mundo que el hombre nunca podría negar la existencia obvia de un Dios sabio y omnisciente, porque solo ese Uno podría haber creado tal cosa de absoluta belleza y maravilla como lo es el cuerpo humano. Con razón el salmista declaró:

Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente fui formado. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. Salmo 139: 14

La creencia en la resurrección

El segundo aspecto en el entierro de un ser querido, es de gran importancia también: la esperanza de la resurrección. Decir que Yehováh es menos capaz de resucitar un cuerpo que ha sido destruido por el fuego o lo que sea, es simplemente incorrecto. Ciertamente Yehováh pudo crear de la nada lo que existe. Pero este no es el punto. El entierro no es una declaración sobre el poder de Yehováh o la falta de él.

Es una afirmación de que esperamos la resurrección de este mismo cuerpo, y por lo tanto hacemos todo lo que está en nuestro poder para dar testimonio de este hecho dejando el cuerpo intacto tanto como sea posible. Dado que el cuerpo será resucitado como un todo (sin partes faltantes), damos testimonio de esto al intentar, con todo lo que esté dentro de nuestro alcance, dejar el cuerpo completo en reposo. Obviamente, la cremación está en el extremo opuesto de esa escala. ¿Cuál es el testimonio del mundo incrédulo cuando un cuerpo de un ser querido es incinerado? Dice “este es el fin, no hay más existencia para este, ni la habrá”. ¡Ese no es el mensaje de la Torá! Abraham creyó en la resurrección como el capítulo anterior (Akeidah) enseñó, porque ambos esperaban que una vez sacrificado Yitsjak, este resucitara de los muertos (véase Hebreos 11:19). Así mismo, Avraham también creía que Sarah sería resucitada por el poder de Yehováh, e hizo todo lo posible en el proceso del sepelio para dar testimonio de esta creencia. Nosotros deberíamos hacer lo mismo.

Un detalle más…

Hay otro aspecto importante del entierro: el de recordar. La esperanza de la resurrección, de que aquella persona a la que hemos amado vivirá una vez más, nos hace reflexionar sobre la forma en que su vida nos tocó aquí en este mundo. Mientras los recuerdos de un ser querido permanezcan en nuestras mentes y corazones, en esa medida tal persona permanecerá con nosotros. Al recordar su vida, continúan impactando en nosotros sus actos, sus palabras, sus reacciones, e incluso sus defectos;  y de una forma u otra, todas esas cosas siguen dando forma a nuestros propios pensamientos y patrones de vida. Anualmente, nuestros hermanos de Yahudáh recuerdan a sus seres queridos que partieron y hacen un memorial, un traer a la memoria la vida de aquella persona y eso mantiene vivo el recuerdo de aquel que se ha alejado de nosotros.

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