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Bereshit 24:1-41 | Avraham Zakén

Parashá Trienal – Bereshit (Génesis 24:1-41)

Nombre de la Parashá: Avraham Zakén – Avraham anciano

Lecturas Complementarias: Jueces 19:16-21 | Efesios 5:15-33

¿Misión Imposible?


Este capítulo nos narra detalladamente la misión que le fue encomendada al siervo de Avraham – probablemente Eliezer de Damasco – de hallar una esposa para su hijo Yitsjak, un “muchacho” de alrededor de 40 años! El relato está lleno de sombras y figuras que nos permiten ver patrones de cómo actúa Yehováh y así mismo de cuáles son sus prioridades. Como siempre, hacernos preguntas respecto a cada uno de esos detalles, es lo que nos permite ver un poco más allá y descubrir los tesoros escondidos que yacen bajo la superficie de la lectura casual, y en este estudio procederemos a hacer varias.

Avraham había sido bendecido en todo, pero ya era anciano, y su hijo ya bastante crecido, aun no se casaba. Lo cierto es que era de suma importancia que su hijo tuviera descendencia, pues el pacto de Yehováh hecho con él demandaba que así fuera. No sabemos de quién fue la negligencia en tan larga espera, pero lo cierto es que ya era tiempo de poner manos a la obra. Así, Avraham decide enviar a su siervo a una misión casi imposible!: Ir a una tierra desconocida, buscar a sus familiares, hallar una chica apropiada, negociar para que la dejaran partir con un extraño, traerla con él y a su regreso entregarla a Yitsjak, el hijo de su señor.

¿Por qué no podía Yitsjak tomar una mujer de Canaán?

Avraham conocía muy bien la maldición que pesaba sobre los descendientes de Canaán, aquella que pronunció Noaj. Por tanto, si él permitía que su hijo emparentara con esta gente, entonces su descendencia estaría bajo tal maldición y el plan de Yehováh, fracasaría. Además Yehováh hubiera quedado con las manos atadas para entregar a Avraham la tierra, porque la destrucción de la simiente de Canaán no hubiera sido posible al hallarse emparentada con él, al haber permitido que Yistjak se casara con una cananea.

Aclaremos que el asunto no era respecto a que la moral de la familia de Avraham, que habitaba en Harán, fuera mejor que la de sus vecinos cananeos; sabemos que su familia estaba dedicada a la idolatría y muy seguramente, vivían bajo las consecuencias de tal tipo de vida; pero lo que sí era importante, era que sobre ellos no pendía un juicio como Yehováh se lo había anunciado respecto de la gente de Canaán.

¿Por qué Yitsjak no podía salir de la tierra de Canaán?

Entonces Avraham le dijo: Guárdate de no hacer volver a mi hijo allá. Génesis 24.6

Guárdate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que veas, Deuteronomio 12.13

Para Avraham era muy claro que su hijo Yitsjak no debería salir de la tierra prometida a él por Yehováh. Él, había estado dispuesto a ofrecer a Yitsjak en sacrificio sobre un altar en el Monte Tzión, el lugar donde habría de ser edificado el Templo por Sh’lomo (Salomón) muchos años más adelante. Moshé por su parte recibiría instrucciones respecto a que los holocaustos ofrecidos a Yehováh, no podían ser sacados del recinto.

Entonces, aunque estos sucesos ocurrirían en tiempos posteriores, es muy probable que constituyan la razón por la cual Avraham impidió que su hijo fuera sacado de la tierra; al fin y al cabo los principios de Yehováh son eternos y aunque no hubiesen sido entregados a los hombres para entonces, ya estaban en Su mente. Es notable que tanto Avraham como Ya`akov, sí salieron de la tierra: Avraham, descendió a Mitsráyim, en tanto que Ya`akov fue a Padam Aram y también descendió a Mitsráyim; sin embargo cuando hubo hambruna, a Yitsjak no le fue permitido abandonar la tierra.

¿Por qué son inconvenientes los matrimonios mixtos?

La respuesta es otra pregunta: ¿andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? La Toráh establece que no se deben poner dos animales diferentes bajo el mismo yugo. Obviamente para quienes no vivimos en el campo, esto ni siquiera lo entendemos; pero se trata de una instrucción para evitar el maltrato de los animales y el bajo rendimiento en el trabajo; poner un buey halando un arado con un burro, resulta una tarea muy difícil para todos: para el buey, para el burro y para el gañán (conductor) que ha de manejar el arado.

Entonces, dos personas que tienen fundamentos diferentes, a veces opuestos, cuyos principios, prioridades, concepciones de la vida y de lo trascendente, son diferentes, ¿podrán desarrollar una vida de integración? Lo que sucederá espontáneamente, ¿no es más bien un distanciamiento a causa de que sus miras están puestas en lugares distintos? Con razón Shaúl nos dice:

No estéis unidos en yugo desigual con incrédulos, pues ¿qué compañerismo hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Y qué comunión hay de la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia entre el Mesías y Belial? ¿O qué parte del creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo entre el Santuario de Yehováh y el de los ídolos? Porque nosotros somos Santuario del Dios viviente, como dijo Yehováh: “Habitaré entre ellos y entre ellos andaré; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por tanto, salid de en medio de ellos, y separaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y os seré por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas,” dice el Adonai Tsevaot. 2Corintios 6.14-18

Muchos dolores de cabeza se buscan quienes optan por romper este mandamiento de la Toráh. Las relaciones que se fundamentan en los sentimientos más que en los principios eternos, están destinadas al fracaso, pues una vez que los sentimientos desaparecen, o se enfocan en otra persona, la relación se hace tortuosa y se desvanece hasta terminar en una ruptura que usualmente victimiza no solo a los cónyuges sino también a los hijos cuando ya los hay.

Avraham, consciente de esta realidad y del riesgo de involucrar a su hijo con una mujer de Canaán, da claras instrucciones a su siervo para evitar sacar a su hijo de la tierra y para adquirir una esposa para él, que permitiría la continuación de su descendencia, de manera que el pacto pudiera ser cumplido.

Oraciones Instantáneas

Una vez que llega a su destino, el siervo de Avraham, ora en silencio buscando la bendición de Yehováh para su misión. He aquí lo que podemos aprender de esto en los versos 12-14:

¡Yehováh, Dios de mi señor Avraham, haz que hoy me ocurra, te ruego, haz misericordia a mi señor Avraham! He aquí, yo estoy junto a una fuente de agua, y las hijas de los habitantes de la ciudad salen a sacar agua. Sea, pues, que la joven a quien yo diga: Inclina tu cántaro, te ruego, y beberé, y ella responda: Bebe, y también abrevaré tus camellos, ésa sea la que designaste para tu siervo Yitsjak, y por ella sabré que has hecho misericordia con mi señor.

  • El siervo se dirige explícitamente al Elohim de Avraham.
  • Pide una respuesta, no para él, sino para su amo Avraham. Pide a Yehováh que muestre jesed – aquí traducido como ‘misericordia’, pero cuyo significado más preciso es: fidelidad al pacto.
  • Expresa una señal clara y precisa que le permitirá ver que Yehováh está respondiendo.

Algunos piensan que las oraciones, han de ser audibles, bullosas, acompañadas de lamentos y con voz afectada para que sean válidas. Pero no. Yehováh conoce el corazón y basta usar palabras sencillas, sinceras, y ¡aun silenciosas!, para comunicarnos con nuestro Abba y expresarle las necesidades que tenemos.

En su oración, el siervo muestra su profunda identificación con la necesidad de su amo y clama por él como veremos más adelante. Pero un detalle de gran importancia, es que se arriesga a pedir una señal que no dejará lugar a dudas cuando haya la respuesta. Pedir señales es arriesgado, porque a veces oramos solo como pretexto en busca de dirección, cuando ya hemos tomado la decisión y lo que buscamos es justificarla. ¿Qué hubiera sucedido si la muchacha que llegó no hubiera respondido adecuadamente?

Yehováh, tiene el control y cuando pedimos señales, hemos de ponernos en modo: NEUTRO, esperando que Él designe el camino a seguir.

Más adelante en el verso 27 vemos otra oración, que nos enseña un poco más:

Bendito sea Yehováh, Dios de mi señor Avraham, que no apartó su misericordia y su fidelidad hacia mi señor, y puesto yo en camino, me condujo Yehováh a casa de los hermanos de mi señor. Génesis 24.27

  • Eliezer inicia sus oraciones bendiciendo a Yehováh
  • Identificándolo: Dios de mi señor Avraham
  • Dando testimonio de la lealtad de Yehováh

Necesitamos aprender a orar inteligentemente. Hablar con nuestro Padre Yehováh no es asunto de repetir un estribillo, o de “usar fórmulas” que a otros parecen haberles dado resultado, ni de hablar interminablemente. Yeshúa nos dijo: “no oréis como los gentiles, que piensan que por sus palabrerías serán escuchados.”  Oraciones breves, requieren de mayor reflexión, pues se trata de decir lo que realmente es importante; míralo así: Si te dieran un tiempo para hablar con un presidente, seguramente no improvisarías lo que vas a decir, sino que serías muy concreto. ¿Por qué no hacerlo cuando conversamos con nuestro Padre?

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