Parashá Trienal – Bereshit (Génesis) 49:28 – 50:26
Nombre de la Parashá: Shivté Yisrael – Tribus de Israel
Lecturas Complementarias: Zacarías 14:1-11 | Lucas 23:13-34
Conforme Ya`akov terminó de bendecir a sus hijos, el Ruaj de profecía se apartó de él y ya no habló más acerca de visiones, sueños, advertencias etc. Hallándose ya en los últimos momentos de su vida, dio instrucciones claras a sus hijos respecto a su sepultura. Su cuerpo debería ser trasladado a Kennán para ser sepultado en la cueva de la Macpela que su abuelo Avraham había adquirido años atrás.
Las escrituras registran tres propiedades adquiridas por dinero de manos de los cananeos: La primera, la cueva para sepultura que compró Avraham de manos de Efrón heteo; la segunda, la adquirida por Ya`akov de manos de Hamor y la tercera una adquirida por el rey David, la era de Arauna según figura en 2Samuel 24.24; estos tres lugares dan testimonio de la propiedad legal que tiene el pueblo de Israel de la tierra y de su derecho a poseerla, si bien es mucho más contundente el hecho de que fue Yehováh quien se la prometió como herencia.
Una versión más precisa del verso 49:33, dice:
Cuando Ya`akov terminó de dar instrucciones a sus hijos, encogió sus pies en la cama y dio su último suspiro y fue reunido con su pueblo.
Como el texto no dice explícitamente que el murió, el Talmud afirma que Ya`akov vive, mientras vivan sus hijos; y se apoya en expresiones, que hallaremos a lo largo de todo el Tanaj (Antiguo Testamento), que continuamente hacen referencia a Israel o a una de las dos Casas en las que fue posteriormente dividido. Y esto en cierto sentido viene a ser verdad, pero no es una base para afirmar la inmortalidad de Ya`akov como individuo.
Yosef solicita permiso para enterrar a Ya`akov
Pasados los días de luto y de embalsamamiento, hallamos algo curioso en este pasaje, que nos permite percibir que ya para entonces habían comenzado a cambiar las cosas en cuanto a la posición de Yosef ante el Paroh:
Y pasados los días de su luto, habló Yosef a los de la casa de Paroh, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos de Paroh, diciendo: Mi padre me hizo jurar, diciendo: He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Kenaan, allí me sepultarás; ruego, pues, que vaya yo ahora y sepulte a mi padre, y volveré.
Génesis 50.4-5
La pregunta inmediata que surge es: ¿Por qué si Yosef era el segundo después de Faroh, tuvo que acudir a los de las casa del Paroh, para que ellos rogaran por un permiso para Yosef poder ir a Kenaan a enterrar a su padre? ¿Sería posible que ya no tuviera acceso a él como antes? ¿o que hubiese habido un cambio de gobernante para quien Yosef ya no era tan relevante? Lo cierto es que a estas alturas, la familia de Yosef no tenía libertad para salir y entrar a voluntad y así, una vez obtenido el permiso, hubo un gran desfile de personajes importantes que se desplazaron varios días y semanas incluso, para dar sepultura a Ya`akov.
La enorme procesión se aproximó a Hebrón debiendo cruzar por Edom, la tierra de Esaú. Y antes de cruzar el río Jordán hicieron luto por una semana más. Pero esa estadía, parece que provocó indisposición en la familia de Esaú, que se hizo presente para oponerse a la sepultura de Ya`akov, según lo relata el libro de Yasher:
49 Y Yosef y sus hermanos trajeron a su padre Ya`akov de ese lugar, y fueron a Jevrón a enterrar a Ya`akov en la cueva de sus padres. 50 Y cuando llegaron a Kiryat Arba, a la cueva, Esaú se paró con sus hijos contra Yosef y sus hermanos como un obstáculo en la cueva, diciendo: “Ya`akov no será sepultado aquí, porque esta nos pertenece a nosotros y a nuestro padre.” 51 Entonces Yosef y sus hermanos oyeron las palabras de los hijos de Esaú, y se llenaron de ira. Y Yosef se acercó a Esaú diciendo: “¿Qué es esto que tus hijos han dicho? Ciertamente mi padre Ya’akov te la compró por grandes riquezas después de la muerte de Yitsjak hace veinticinco años; y también compró de ti, de tus hijos y de toda tu descendencia después de ti, toda la tierra de Kena’an. 52 Ya’akov la compró para sus hijos y sus descendientes después de él, como una herencia para siempre; entonces, ¿por qué decís estas cosas hoy?”
Yasher 56.49-52
La historia completa narra una gran contienda entre las dos familias, lo cual pudo haber sucedido realmente. Aunque la Toráh no hace mención de esto, lo hemos traído simplemente como una narración complementaria.
El temor de los hermanos de Yosef
Los versos 15 al 21 del último capítulo, nos narran una historia agridulce. Agria, porque revela que los hermanos de Yosef, vivieron todos esos años en Mitsrayim, temiendo por este día en que Ya`akov partiría. Ellos pensaban que la venganza de su hermano no se haría esperar y que era solo cuestión de tiempo. Ese temor fue parte de sus vidas y seguramente les condujo al servilismo.
Por eso habiendo regresado de sepultar a su padre, ellos de nuevo se acercan a Yosef para confesar su pecado y pedirle perdón, cumpliendo una vez más el sueño que este les había relatado cuando joven y que había desencadenado todos los eventos que lo condujeron finalmente a Mitsrayim. Pero Yosef, y esta es la parte dulce, da muestras de una grandeza incomparable, al mostrar a sus hermanos que no había nada de rencor en su corazón y que él entendía que todo estaba bajo la soberanía de Elohim. Así mientras sus hermanos temían él había vivido libre totalmente.
Yosef pues, consuela a sus hermanos y el libro concluye diciéndonos que Yosef conoció hasta la tercera generación y que hizo prometer a sus hermanos y a sus descendientes que llevarían sus huesos para ser enterrados en la tierra prometida una vez que Yehováh les visitara y les introdujera en la tierra prometida a sus padres.
Yosef murió de 110 años, y según la narración de Yasher, sus hermanos murieron posteriormente. Así el libro de los comienzos – del Génesis de la vida, termina con palabras que describen la muerte: “…en un ataúd en Mitsráyim.”