Devarim (Deuteronomio) 2:1 – 3:22
Nombre de la Parashá: Hamidbaráh – Hacia el desierto
Lecturas Complementarias: Isaías 1:1-27 | Romanos 9:1-33
Después nos volvimos y partimos hacia el desierto por el camino del Mar Rojo, como Yehováh me había ordenado, y por muchos días dimos vuelta a la serranía de Seír. Entonces Yehováh me habló, diciendo: Bastantes vueltas habéis dado ya alrededor de esta serranía. Volveos hacia el norte, y ordena al pueblo, diciendo: Vais a pasar por el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seir, y os temerán. Tened mucho cuidado, no los provoquéis, porque de su tierra no os daré ni la huella de un pie, porque a Esaú he dado por heredad la serranía de Seir. Deuteronomio 2:1–5
Conforme Moshé continúa su recuento de las andanzas del pueblo, les recuerda que Yehováh los llevó a través de los territorios de Esaú, hermano de Yaak’ov y posteriormente en este mismo capítulo, cruzando también los territorios de Moab y de Amón los hijos de Lot.
Moshé les enfatiza que a todos estos, Yehováh les había entregado una heredad. Aunque no tenemos registros de que Yehováh se hubiera comprometido a darles una heredad, podemos inferir que debido a la promesa hecha a Avraham respecto de que su descendencia poblaría la tierra, por lo menos Esaú estaba cubierto por ella; y en cuanto a los hijos de Lot, podemos ver una extensión de la misericordia de Yehováh también, pues desconocemos que tan estrecha pudo haber sido la relación de Avraham con su sobrino huérfano, lo que hubiera movido a Yehováh a misericordia, cosa que sucedió ante la destrucción de Sodoma, pues recordemos que Lot fue protegido no a petición de Avraham, sino por iniciativa de Yehováh. Entonces la pregunta podría ser: ¿Fue también por misericordia con Avraham que Yehováh le dio una herencia a Lot? Probablemente.
Moshé le aclara al pueblo que fue Yehováh quien entregó tales heredades a esos otros pueblos, y que en realidad fue Él quien desplazó o destruyó a los antiguos ocupantes de ellas: Los anaceos, considerados gigantes, los horeos, los zomzomeos, los aveos y los caftoreos, que eran todos pueblos poderosos. Así, estas historias deberían inspirar al pueblo a confiar en que Yehováh haría lo propio en favor de ellos, máxime teniendo una promesa de parte de Él.
Moshé debió considerar que ante tales relatos, el pueblo razonaría algo como:
“Si Yehováh hizo tales cosas con gente que no eran “su pueblo escogido y que estaba en pacto con Él” ¿cómo no lo hará con nosotros también?
¿Ediciones posteriores?
Notemos que hay dos secciones, entre paréntesis en la mayoría de las versiones: 2:10-12 y 2:20-23. Es lo que hoy llamaríamos “notas al pie de página“, que aclaran quienes eran los pueblos a los que se hace referencia en el relato.
La frase final del verso 12: “…tal como Israel hizo con la tierra que Yehováh le dio en posesión”, puede sugerir que esos texto fueron añadidos después de la muerte de Moshé, pues hablan de un hecho consumado. Sin embargo algunas versiones más modernas como la Castillian, traducen la acción como algo que sucedería en el futuro: “…como hará Israel en la tierra que el Señor le va a dar en posesión.”
Yehováh, es Dios soberano de todas las naciones
El hecho de que Yehováh haya desposeído a esos otros pueblos, nos habla claramente de que Él es un Dios Todopoderoso y Soberano; y si bien no tenemos detalles respecto a si les dio una oportunidad de arrepentimiento, podemos confiar en Su justicia que es perfecta. A Avraham, cuando le hace la promesa de la tierra, le dice:
Tú irás a tus padres en paz; y serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación ellos regresarán acá, porque hasta entonces no habrá llegado a su colmo la iniquidad de los amorreos. Génesis 15:15–16, LBLA
Ahora bien, ¿cuál era esa medida?, ¿cuál era el nivel al que debería llegar la maldad de los amorreos antes de ser juzgados y exterminados por mano de Yisrael? No se nos dice; pero nos deja saber que Yehováh esperaba algo de ellos lo cual nunca sucedió y por eso fueron destruidos. Igual pudo haber sucedido con los antiguos ocupantes de ls tierras dadas a Esaú y a los hijos de Lot.
Las tácticas divinas
Hoy mismo comienzo a infundir espanto y temor de ti entre los pueblos que existen bajo todos los cielos, los cuales, cuando tengan noticia de ti, temblarán y desfallecerán ante tu presencia. Devarim 2:25
En Números 22:3, vimos el efecto del temor en el re y el pueblo de Moab. El miedo es un poderoso aliado que debilita a los contrincantes. ¿Acaso no es el miedo o el el temor lo que está siendo usado en el presente para someter a toda la población mundial? Tanto quienes profesan ser creyente como quienes se declaran ateos están hoy sometidos por el temor. Mas para los verdaderos hijos de Yehováh, las cosas son diferentes. Tememos ser infieles a nuestro Padre; mas no tememos a la muerte.
Otro pasaje que os muestra la efectividad del ese miedo infundido por Yehováh, se halla en Josué 2:9
Yo se que Yehováh os ha dado la tierra, y que el terror vuestro ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes de la tierra desfallecen ante vosotros. Josué 2:9
Observemos que claramente la manera de actuar de Yehováh con las naciones paganas, fue totalmente opuesta a la que obraría con Yisrael. Mientras aquellos pueblos fueron despojados, desplazados o destruidos, Yisrael fue asentado, afirmado y confirmado.
Así Moshé continúa el recuento de las batallas con los amoritas, cuyos reyes Sehón y Og fueron derrotados y sus ciudades tomadas; estos pueblos, a diferencia de Esaú, Moab y Amón, no tenían conexión alguna con Avraham, lo que parece haber jugado un papel definitivo para su protección cuando Yisrael se acercó a ellos. Poco importó el tamaño de esas ciudades o lo seguro de sus puertas 3:5; igual fueron destruidas.
Los versos 3:12 – 22 son un recuento de cómo las tribus de Rubén, gad y la mitad de Manasés, pidieron su herencia al otro lado del Jordan, cosa que ya discutimos en la parashá Miknéh Rav del Libro de Números.