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Vaykra 9:1 – 11:47 | Bayóm HaSheminí

Parashá Trienal – Vaykra (Levítico) 9:1 – 11:47

Nombre de la Parashá: Bayóm haSheminí – En el día octavo

Lecturas complementarias: 2 Samuel 6:1-7:17 | Marcos 3:11-17

El día octavo, Aharón estaba listo para comenzar con su ministerio. Había pasado recluido siete días en el Tabernáculo desde el día que fue ordenado para tal oficio.

A continuación leemos que Aharón es quien ahora presentará los sacrificios ante Yehováh y llevará a cabo todos los rituales que antes había efectuado Moshé. Al leer notaremos que cuidadosamente Aharón repite todos los pasos que le enseñó Moshé, y esto traería como consecuencia la aparición de la Gloria de Yehováh para todo el pueblo. Digamos que en cierto sentido, este fue su examen para probar que realmente había aprendido todo bien.

Moshé instruye a Aharón y a sus hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar a tomar el macho cabrío por el pecado, un becerro y un cordero de un año para holocausto y un novillo y un carnero para presentarlos como ofrendas de paz, seguidos de la minjáh u ofrenda de alimento.

En el verso 7, Moshé invita a Aharón a acercarse al altar para presentar los sacrificios; pareciera que Aarón tenía cierto temor a hacerlo, puesto que la última vez que estuvo en una condición similar, fue cuando construyó el becerro de oro. Mas ahora Moshé le invita a venir cerca, como una forma de decirle que fue perdonado, y al ofrecer él mismo los sacrificios por su pecado y los del pueblo, tendría la oportunidad de fijar en su mente y corazón que realmente su pecado había sido expiado, pues era claro que Yehováh había ordenado que Aarón ejecutara todas estas cosas, según se nos dice en el verso 6.

Un vistazo a la organización del Tabernáculo.

El area del Tabernáculo tenía tres zonas básicas:

  1. El patio o atrio enfrente de la tienda en sí. Allí se hallaba el altar de los sacrificios, es decir el lugar donde se quemaban las víctimas o sus partes. En medio de este altar y la tienda, estaba el lavacro o lavabo, donde los sacerdotes se aseaban.
  2.  La Tienda o Santuario , que albergaba el altar del incienso, la menoráh y la  mesa de los panes.
  3. El Lugar Kadosh Kadoshim – Santísimo, donde se hallaba el Arca del Pacto y al que  tenía acceso solo el sumo sacerdote el día de Yom Kippur – Día de  la Expiación, una vez al año.

La Presencia de Yehováh

Una vez concluidos todos los sacrificios, llegó el gran momento esperado por todos:

Y Moshé entró con Aharón en el Tabernáculo de Reunión. Cuando salieron y bendijeron al pueblo, la gloria de Yehováh apareció ante todo el pueblo.
Y de la presencia de Yehováh salió fuego y consumió el holocausto y la grosura que estaba sobre el Altar. Al ver esto, todo el pueblo gritó de gozo y se postraron sobre sus rostros.

El pueblo recibió la bendición sacerdotal por primera vez, aunque no se nos dice que hubiese sido la misma que posteriormente Yehováh ordenaría usar en Números 6.27. Y acto seguido la Gloria de Yehováh descendió y un fuego salió de allí que consumió el holocausto.

El fuego consumiendo el sacrificio fue una demostración de la aceptación de todo lo que fue presentado delante de Él, y expresó así su complacencia en lo que se acababa de instaurar: el Sistema Sacrificial Levítico.

El pueblo en respuesta gritó del gozo, se postró y adoró a Yehováh. Se estaba cumpliendo la promesa de que Él habitaría en medio de su pueblo.

Una historia triste que muestra el celo de Yehováh

Permision form The Jewish Museum / A gift of the heirs of Jacob Schiff.

Parece increíble que habiendo acabado de recibir claras instrucciones en cuanto a LA FORMA de servir y adorar al Padre Eterno, Nadab y Abiú, hijos del sumo sacerdote, y quienes estaban mejor instruidos al respecto, hubiesen cometido tan terrible falta.

Nos preguntamos: ¿Estarían borrachos? ¿Perdieron el juicio? Acababan de ver semejante manifestación de poder, y ahora con arrogancia se acercan a ofrecer fuego extraño, que Yehováh nunca les ordenó. Es probable que ante la reclusión de siete días, hubieran querido “celebrar” la terminación de su investidura y se hubieran “pasado de copas”. Lo cierto es que ahora su responsabilidad era mayor que antes de haber recibido tal autoridad; pero al parecer no eran del todo conscientes de ello.

Reflexionemos en este evento porque es de mucha importancia para la actualidad y observemos varios aspectos:

  1. Tanto Nadab como Abiú, eran sacerdotes.  Luego tenían “autoridad” para ofrecer incienso.
  2. Lo que hicieron no fue inmoral; por el contrario, era algo que se supone debería ser grato a Yehováh.
  3. Hasta donde sabemos no fue una clase diferente de incienso lo que estaban ofreciendo.

Entonces, ¿en dónde estuvo su falla?

El mismo verso 1 nos da la respuesta:  Ofrecieron fuego extraño, que Yehováh  nunca les ordenó.

¡Cuán difícil es obedecer!  

Estamos llamados a regresar al punto donde se separó A’dam de nuestro Padre Eterno; y ese punto es la obediencia perfecta. Yehováh no está buscando gente con “buenas intenciones” sino hijos obedientes. Está formando un pueblo que esté dispuesto a guardar Su Palabra, porque con ella va a gobernar esta humanidad rebelde, y esa obediencia ha de ser como la que modeló Yeshúa: COMPLETA Y PERFECTA.

El pasaje sigue narrando una situación que debió ser muy difícil para la familia de esos dos desventurados, incluido su padre Aharón. Sus primos vinieron a retirar los cadáveres, porque Aharón se hubiera contaminado al tocarlos; y la instrucción fue clara: No haréis duelo por ellos:

No desgreñéis vuestras cabezas ni rasguéis vuestros vestidos, así no moriréis ni se irritará (Yehováh) contra toda la asamblea.  Pero que vuestros hermanos, toda la casa de Yisrael, llore por el incendio que Yehováh encendió.  Levítico 10:6

A pesar de todo, Yehováh da instrucciones para que las consecuencias no sean peores. Ahora, nos cuesta trabajo entender por qué Yehováh no pasaba el asunto por alto y ya. Pero  cuando se trata de la justicia perfecta, no hay lugar para los desatinos y tampoco existen excepciones. De manera que si se hubiese permitido a la familia sacerdotal expresar lamentación por la muerte de estos dos hombres, hubiera quedado la impresión de que eso era más importante que obedecer y honrar a Yehováh lo cual no es correcto.

Ahora bien, según las instrucciones provistas enseguida por Yehováh en el verso 9 y siguientes, pareciera que lo que llevó a Nadab y Abiú a cometer tal pecado fue en efecto, el exceso de alcohol.

Claramente Yehováh definió lo que es alimento

Es en éste capítulo donde podemos conocer las Instrucciones (Toráh) de nuestro Padre Eterno para mantener la salud como Él la diseñó desde un comienzo.

Hay dos maneras en que podemos abordar estas instrucciones:

  • Con la actitud de que son una carga, una limitación y reglas que nos impiden comer lo que sea, ó:

  • Como instrucciones de un Padre amoroso que habiéndonos creado, sabe cómo nos hizo y qué, de todo lo que Él creó, fue preparado para ser alimento saludable y conveniente para que el cuerpo funcione conforme a Su diseño.

La verdad es que si conoces realmente a Yehováh y deseas agradarle tendrás expectación de saber en detalle sus instrucciones para empezar cuanto antes a ponerlas en práctica.

Detalles a tener en cuenta

  • Los animales que podemos consumir son los que tienen pezuña hendida y son rumiantes. Estos son animales herbívoros.  Ninguno es carnívoro y menos carroñero.
  • No solo NO se deben comer los que no cumplen estas características, sino que debemos evitar entrar en contacto con sus cadáveres. 
  • De los animales acuáticos, solo se deben consumir los que tienen escamas y aletas. Esto deja por fuera los mariscos, reptiles, langostinos y las demás criaturas y peces que no cumplen esas dos condiciones. Aparte de que no se debe consumir su carne, son también abominación para nosotros.
  • Los versos 13-19 dan la lista de aves inmundas.
  • Insectos alados con cuatro patas, son también inmundos. Sin embargo estos son comestibles: la langosta (no la de mar), el grillo, la chicharra y el saltamontes. 
  • Las criaturas pequeñas que andan sobre la tierra  serán tenidas por inmundas: el topo, el ratón, la tortuga, el erizo, el lagarto, el caracol, la babosa y el camaleón.
  • De todo reptil que se arrastra sobre la tierra: cualquiera que se mueva sobre su vientre y cualquiera que ande en cuatro patas o cualquiera que tenga muchos pies, no se debe comer porque son abominación.

La razón por la cual se deben evitar estos animales, es porque no fueron creados para ser alimento; por tanto al ser declarados inmundos por Yehováh, lejos de ser beneficiosos nos hacen daño y nos contaminan:

No hagáis abominables vuestras almas por cualquier animal que se arrastra ni os contaminéis con ellos, para que no lleguéis a ser impuros, porque Yo soy Yehováh vuestro Elohim. Vosotros pues, por tanto, os santificaréis y seréis apartados, porque Yo soy Kadosh (Santo), así que no os contaminaréis con ningún reptil que se arrastra sobre la tierra, porque Yo soy Yehováh, que os hice subir de la tierra de Mitsrayim (Egipto) para ser vuestro Elohim. SED, POR TANTO, KADOSH (SANTOS, APARTADOS) PORQUE YO SOY KADOSH.
Levítico 11:43-45

Estas instrucciones ESTAN VIGENTES porque la obra de Yeshúa en el madero no cambió la naturaleza ni el propósito con el cual fueron creados estos animales. Para una mejor comprensión del tema, mira el vídeo: MANJARES INMUNDOS. 

Ahora bien, como estamos en los últimos tiempos, Yehováh está restaurando Su Pueblo, para que aprenda a ser kadosh (santo – apartado) y obediente en todo.

Compara este capítulo con Isaías 65:1-4 y Oseas 5 donde se muestra como Efraín (Casa de Yisrael ó Las Tribus del Norte), que realmente somos nosotros los seguidores de Yeshúa, por generaciones hemos estado contaminados, pero ahora al final de la era, estamos siendo despertados y necesitamos aprender a vivir puros conforme a los mandamientos de nuestro Padre Yehováh.

¿Podemos consumir la carne que nos venden hoy día?

Esta es un pregunta frecuente, porque como bien sabemos, los animales, aun aquellos de los que se permite comer, no son sacrificados conforme lo expresa la Toráh: No son degollados y su sangre no es depositada en el suelo y cubierta con tierra.

Sin embargo miremos los versos 39 y 40:

Si muere cualquier animal del cual podéis comer, el que toque su cadáver será impuro hasta la tarde. El que coma de su cadáver lavará sus vestidos, y será impuro hasta la tarde, y el que recoja el cadáver lavará sus vestidos, y será impuro hasta la tarde.

Ahora, cabe recordar que la condición de impureza, impedía a la persona entrar a la Casa de Yehováh o participar de algún sacrificio que hubiera sido presentado a Él. Obviamente no es el caso nuestro, porque al estar en la diáspora no solo no podemos ir a la Casa de Yehováh (que no existe en el presente), sino que tampoco podemos participar de sacrificios u ofrendas de paz presentadas a Él.

Entonces, cuando vamos a la carnicería, encontramos carne de animales que murieron, mas no conforme a lo establecido: degollados y desangrados. ¿Es lícito comer de ellos? Una respuesta sencilla, es que la Toráh no prohibe comer de ellos; sin embargo, esta es un pregunta que cada quien, conforme a la luz que tenga de Yehováh y conforme al deseo de obedecer sus mandamientos y conforme a su conciencia de ser kadosh (apartado), se debe responder. Lo cierto es que, sea cual fuere la conclusión a la que lleguemos, no podemos imponerla a los demás. 

Preguntas para reflexión

  1. En consideración al caso de los hijos a Aharón, ¿cómo debemos interpretar o explicar que en algunos casos el argumento: “Lo que cuenta es la intención del corazón”, es errado? ¿En qué situaciones podría ser aceptable?
  2. ¿En que se estriba (o fundamenta) la dificultad para obedecer?
  3. ¿Cuál es la diferencia entre alimento y comida?
  4. ¿En qué categoría caen los alimentos industrializados?
  5. ¿Es lícito investigar el origen o los componentes de lo que hemos de comer, cuando somos invitados por alguien?

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