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¡Mis derechos primero!

¿Cuándo se ha visto una marcha en favor de Los Deberes del Hombre? Nunca que sepamos. Ha habido revoluciones por los derechos del hombre, movimientos por los derechos de la mujer, cruzadas por los derechos de los niños, y ahora campañas por los derechos de las personas con diversas orientaciones sexuales. Mas continuamos sin ver ningún esfuerzo por enseñar o promover los deberes de cada uno de estos grupos sociales.

La humanidad ha estado enfocada en sí misma. Es el resultado de la naturaleza caída del ser humano. Desde el Edén, el hombre aprendió a buscar sus propios intereses; observemos en detalle y nos daremos cuenta cual fue el verdadero argumento empleado por haSatán con la mujer:

Y dijo a la mujer: ¿Conque ’Elohim ha dicho: No comáis de ningún árbol del huerto? Y dijo la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho ’Elohim: No comáis de él ni lo toquéis, para que no muráis. Entonces dijo la serpiente a la mujer: Ciertamente no moriréis,
sino que sabe ’Elohim que el día que comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis semejantes a ’Elohim, conocedores del bien y del mal.
Génesis 3:1-5


En otras palabras haSatán les dijo: ” ‘Elohim les está negando el derecho a conocer el bien y el mal, y ustedes deben obtenerlo”. Así el primer acto de desobediencia tuvo que ver con el reclamo de un supuesto derecho. Quitaron la vista de todo lo que el Creador les había provisto: Un lugar hermoso y apacible, pacífico, con abundancia de comida saludable, un trabajo benéfico y contacto permanente con Él. Solo se fijaron en un espejismo de algo que ni entendían, pero que desearon con todas sus fuerzas. El resto de la historia nos demuestra lo equivocados que estaban Adam y Hava.

Seis mil años después, seguimos siendo iguales. ¡Qué parecida esa situación a lo que nos sucede diariamente! Tenemos muchas cosas que nos hacen la vida amable, pero nos concentramos en las pequeñeces que nos faltan, de acuerdo a la publicidad y que según nuestro pensar, nos harían tan felices…! Como resultado, no disfrutamos lo que tenemos y así damos inicio a un proceso sutil y engañoso que justifica el que “tomemos del fruto prohibido” y comamos de él. Es entonces cuando nos endeudamos, hacemos alianzas equivocadas por las razones incorrectas, nos casamos por intereses egoístas, y continuamos por la vida sufriendo las consecuencias de todo esto, confirmando que allí no está la felicidad.

Y el proceso se repite innumerables veces, porque cada vez pensamos: “Ahora si, porque tengo derecho a esto que me hará feliz!”

Las Escrituras nos muestran lo opuesto. Yehováh nos enfoca en la obediencia a su Toráh, que básicamente nos enseña los deberes y responsabilidades que tenemos hacia Él primero, hacia los demás y hacia el mundo que habitamos. Por ninguna parte se habla de reclamar derechos, y mucho menos nos enuncia una lista de los mismos!

Esto no significa que no existan los derechos de las personas. Significa que Yehováh no nos enfoca en reclamar lo que se nos debe, sino que más bien nos instruye para respetar a los demás.

Si lo analizamos cuidadosamente, cada derecho que los movimientos reclaman, tiene una contraparte: un deber, que de ser cumplido, dejaría sin piso tal reclamo. Veamos un par de ejemplos:

  • El movimiento feminista reclama: Las mujeres tienen derecho a salarios iguales a los de los varones. Correcto! Pero si desde un comienzo se hubiera respetado lo que dice la Toráh respecto a no hacer discriminación con nadie, y a la mujer se le hubiera pagado lo que es justo, tal reclamo no existiría, porque los empleadores estarían cumpliendo con ese deber.

  • Uno de los derechos del niño afirma: Todo niño tiene derecho a la educación. Correcto! De nuevo la Toráh afirma que los padres deben enseñar a sus hijos en todo momento que tengan oportunidad, esta no es tarea de los gobiernos. Pero cuando los padres ignoran tal deber, surge la explotación infantil y la injusticia que finalmente conduce a la exigencia de tal derecho.

Así, descubrimos que cuando enseñemos las instrucciones de Yehováh (Toráh) a las nuevas generaciones, aprenderán a tratar a los demás con respeto y dignidad. Es asunto de mirar por los bienes de los demás en vez de concentrarnos en proteger y reclamar los nuestros:

Nada hagáis por rivalidad ni por vanagloria, sino con humildad, considerándoos los unos a los otros como superiores a vosotros mismos. No mirando cada cual por su propio interés, sino también por el de los demás. Considerad entre vosotros lo que hubo también en Yeshúa el Mesías, el cual, existiendo en forma de ‘Elohim, no quiso por usurpación ser igual a Dios, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallándose en la condición de hombre, se humilló a Sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte en el madero. Filipenses 2:3-8

Esta norma de vida nos enseña a respetar a los demás y por lo tanto a respetar sus derechos sin necesidad de que ellos nos lo demanden. Y esa es la regla en el Reino de los Cielos.

Todo discurso finalmente llega al mismo punto: La necesidad de regresar al Camino establecido por Yehováh, quien como Diseñador, no solo del mundo sino también del hombre, estableció las reglas de juego mediante las cuales la vida y las relaciones serán placenteras.  Tú eliges!

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