Nombre de la Parashá: Sheláj lekhá – Envía tú
Lecturas complementarias: Josué 2:1, Jueces 18:1 | Hebreos 11:24-31
Y habló Yehováh a Moshé, diciendo: Envía para ti hombres que exploren la tierra de Canaán, la cual doy a los hijos de Israel. Enviaréis un varón por cada tribu de sus padres, cada cual príncipe entre ellos. Entonces Moshé los envió desde el desierto de Parán, según el dicho de Yehováh. Y todos aquellos varones eran jefes entre los hijos de Israel. Números 13:1-3
En este momento del relato, el pueblo de Yisrael estaba a punto de terminar su jornada hacia la tierra prometida. Habían llegado a Kadesh en el desierto de Parán, cerca del Jordán y era cuestión de cruzar y comenzar a tomar posesión de la tierra. Pero según Deuteronomio 1:22-23, el pueblo solicitó a Moshé enviar espías para reconocer la tierra:
Pero todos vosotros os acercasteis a mí, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros para que exploren la tierra, y nos informen acerca del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades en que hemos de entrar. Y me pareció acertado el consejo, por lo cual tomé doce varones de entre vosotros, un varón por cada tribu…
De manera que Yehováh accedió a tal petición y dirigió a Moshé dándoles las instrucciones que aparecen al comienzo de esta parashá. ahora bien, Kadesh es un oasis donde emanan abundantes aguas de manantiales naturales, y seguramente esto representó un gran alivio luego de la travesía por el inhóspito desierto. Desde allí el pueblo pudo haber considerado varias opciones de entrar en la tierra, incluso haciéndolo por el Neguev para luego irse asentando poco a poco y así lograr la conquista total. Otra opción podía haber sido cruzar hasta el Mar Mediterráneo y desde la costa haber ido sometiendo pueblos hasta llegar al corazón del país. Pero no tenemos registro de que Yehováh hubiese dado instrucción alguna en cuanto a la manera de abordar la misión. ¿Por qué?
¿Fue lícito enviar espías?
En múltiples ocasiones Yehováh da espacio a nuestra iniciativa; Él nos ha dotado de facultades que nos permiten investigar, evaluar y decidir la mejor opción, y tal parece que esta fue una de esas situaciones. Tanto fue así, que el pueblo sugirió enviar espías; no fue la iniciativa de Yehováh; pero aun así Él dio instrucciones a Moshé de a quienes enviar.
El propósito no era evaluar si era posible entrar o no, sino descubrir la mejor estrategia para hacerlo. De manera que por 40 días, los espías tuvieron una misión:
“Los envió pues Moshé a reconocer la tierra de Canaán, y les dijo: Subid ahí por el Neguev y remontad luego la montaña. Observaréis la tierra, cómo es, y al pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si escaso o numeroso. Cómo es el suelo en que él habita, si es bueno o malo, y cómo son las ciudades en las cuales mora, si abiertas o fortificadas, y cómo es el terreno, si fértil o estéril, si hay en él árboles o no. Esforzaos, y recoged del fruto de la tierra. El tiempo era la sazón de las primeras uvas.” (Números 13:17–20, BTX)
Las instrucciones fueron suficientemente claras, pero notemos que no se les dijo: “y miren a ver si consideran posible que tomemos la tierra”. Esforzaos, significa: hagan más de los que se pide, y traigan de los frutos de la tierra.
Una tierra que fluye leche y miel
Obviamente esta expresión es una figura literaria que deja ver la abundancia de los productos de la tierra. Tanto era así que tuvieron que cargar, entre dos personas, ¡un racimo de uvas! No que las uvas fueran gigantes como naranjas, sino que era tal abundancia que las ramas requerían ser cargadas por varias personas.
El recorrido que se nos narra en los versos siguientes, nos revela que los espías recorrieron la totalidad de la tierra: desde el desierto de Zin al sur, hasta Rehob en Lebo-Hamath. De hecho reportaron que los hijos de Amalek vivían en el Neguev y los hititas, jebuseos y amorreos vivían en las montañas, mientras los cananitas lo hacían por las costas del mar y del río Jordán (Números 13:29)
Obviamente los hombres observaron pastizales abundantes, tierras fértiles con diversos sembradíos, ganadería, árboles frutales y toda clase de animales, lo que que debió impactar sus mentes acostumbradas, durante los últimos meses, a la aridez del desierto.
Fue tan impactante la experiencia, que al ascender a las colinas de lo que llegaría a ser Yahudáh, se encontraron con los terrenos repletos de vides abundantes y entonces tomaron el famoso racimo que originó el nombre del lugar: ESHKOL: que significa: racimo de uvas.
¿Nefilim en la tierra?
Pasados cuarenta días, los doce espías regresaron a Moshé, y al pueblo que con gran expectación esperaba las noticias. Podemos imaginar a todas las familias haciendo planes de cómo se habrían de organizar y de cómo sería su vida en la tierra prometida. Tengamos en cuenta que el pueblo ya llevaba poco más de un año en esta travesía, la cual debería haber sido solo de una semanas, y seguramente sentían más el cansancio por cuanto veían muy cerca el final de ella.
Pero les esperaba una desagradable sorpresa, pues los espías no vivieron diciéndoles que les esperaban con calles de honor, sino todo lo contrario:
“PERO, el pueblo que habita en esa tierra es fuerte, y las ciudades están fortificadas y son muy grandes. Además, hemos visto allí a los descendientes de Anac.” (Números 13:28, BTX)
Hemos resaltado la palabra inicial del versículo, porque denota una imposibilidad a la vista. Imaginemos al pueblo impactado positivamente al ver el racimo de uvas… PERO… la conquista no parece posible. A continuación diez de los hombres enviados dan su reporte resaltando solo las dificultades.
¡ATENCIÓN! ¿Somos nosotros personas de “peros” también? Hay quienes se enfocan solo en las cosas negativas y al hacerlo, pierden de vista la enormidad de las cosas favorables, como fue el caso de los espías. ¿Se les olvidó tan pronto que Yehováh estaba con ellos, que Él era el dueño de la tierra y que había prometido entregársela? ¿Tan rápido borraron de sus mentes los hechos poderosísimos efectuados en su favor a la salida de Mitsrayim, en el cruce del mar, en el Sinay, y en el cruce del desierto? Démonos cuenta, pues, de cuán fácil podemos dejar que cosas en apariencia difíciles, nublen nuestra memoria y nuestra visión, como nos narra el verso anterior.
¿Por qué había gigantes en aquél tiempo, después del Diluvio? Génesis 6:4 nos relata que en los días de Noaj: había gigantes en la tierra y también después… ¿Cómo los gigantes reaparecieron después de tal juicio? No tenemos información disponible y todo lo que afirmemos son meras especulaciones: ¿Pudo haber sido a través de alguna de las esposas, de los hijos de Noaj que esos genes volvieron a reproducirse? No lo sabemos ni lo podemos afirmar con certeza; pero es una posible respuesta.
Lo cierto es que los gigantes que estaban allí, intimidaron a los diez espías y su sola presencia los desalentó para que dieran el informe errado a la nación:
“Pero los hombres que habían subido con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y difamaron ante los hijos de Israel la tierra que habían explorado, diciendo: El país que fuimos a explorar es un país que devora a sus habitantes, y todo el pueblo que vimos en medio de él son hombres de inmensa estatura.” (Números 13:31–32, BTX)
Tenemos aquí un gran ejemplo de lo que sucede cuando quitamos nuestra mira de Yehováh y sus promesas, para ponerla en las circunstancias:
- Olvidamos las cosas grandes del pasado en favor nuestro
- Vemos magnificados los peligros
- Consideramos menguadas nuestras capacidades
- Y lo más grave: Nos menospreciamos a nosotros mismos:
“También vimos allí a los nefileos, descendientes de Anac, raza de gigantes, y nos pareció que éramos como langostas ante sus ojos.” (Números 13:33, BTX)
Una minoría que hizo la diferencia
Siempre ha habido un remanente fiel y siempre lo habrá. La pregunta es si tú y yo formaremos parte de él. De los doce hombres enviados, solo dos dieron un reporte acertado. No que negaran la existencia de tales amenazas y circunstancias. Eran reales. Pero su mira se mantuvo en el Elohim que les había hecho la promesa de entregarles la tierra y que había demostrado con creces, que era fiel, bondadoso y sobre todo muy poderoso. Tal como el comportamiento de los diez espías malvados fue castigado, el valiente informe de estos dos hombres fue recompensado.
Este capítulo es de gran importancia para ver una vez más el efecto que pueden llegar a tener nuestras palabras. Podemos edificar, o destruir. Las terribles consecuencias de esta actuación las veremos en el capítulo siguiente.