Esta semana leemos en la Parashá que Yitró el suegro de Moshé, llegó al campamento trayendo consigo a la esposa de este y sus dos hijos.
Al día siguiente Yitró se puso a observar lo que su yerno hacía, y luego de ver lo poco práctico que era, decidió darle una recomendación, a pesar de que Moshé no se la pidió.
…escoge tú mismo entre todo el pueblo a hombres de valor, temerosos de Dios, hombres veraces, aborrecedores del lucro, y ponlos por príncipes de miles, príncipes de cientos, príncipes de cincuenta y príncipes de diez.
Y juzguen así al pueblo en todo tiempo. Y sucederá que todo asunto grave lo traerán a ti, pero todo asunto sencillo lo juzgarán ellos. Aligera así la carga sobre ti, y que la compartan contigo.
Exodo 18:21-22
Vale la pena comentar que esta organización sugerida por Yitró fue provisional, porque más tarde Yehováh instruiría a Moshé a nombrar 70 líderes escogidos que se convertirían en un cuerpo (el Sanhedrín) cuya responsabilidad sería interpretar y aplicar la Toráh para el pueblo. Este grupo llegó a ser conocido como el Sanhedrín.
Por ahora, Yitró le dio algunas pautas de suma importancia para que Moshé llevara a cabo la selección pertinente. Veamos las condiciones de los elegidos:
Hombres de valor
Temerosos de Yehováh
Veraces
Aborrecedores del lucro
Curiosamente, el apóstol Shaúl en sus cartas a Timoteo y a Tito, hace una lista de requisitos para los líderes de las asambleas, que incluyen estas mismas características además de otras que él consideró pertinentes.
Veamos por qué esas característica son importantes:
Una persona valiente
Ser obediente a la Toráh, demanda valor porque, los parámetros establecidos por ella van diametralmente en contra de los estándares de las mayorías. De manera que para ser diferente se requiere la capacidad de soportar las críticas, las burlas, los desplantes y aún el abandono de quienes rodean a quien se decide por el camino angosto. Yeshúa afirmó que el Reino de los Cielos sufre violencia y solo los violentos lo arrebatan. Esto se refiere a la necesidad de violentarnos a sí mismos para renunciar a todo aquello que sea de nuestro agrado, pero que se opone a la Toráh de YHVH.
Temerosos de Yehováh
Esta expresión no se refiere al miedo, el cual resulta ser una emoción negativa, frustrante y paralizante. Se refiere mas bien al respeto que merece Yehováh porque Él es el Creador, Sustentador y Juez Supremo ante quien un día habremos de comparecer para dar cuenta de lo que hayamos hecho mientras estábamos en el cuerpo sea bueno o sea malo. Es Yehováh quien determina el estado eterno de las personas y ante sus juicios justos no hay apelación.
Una persona que teme a YHVH, es consciente de Su Omnipresencia; es alguien que no necesita estar siendo observado por otros para hacer lo que la Toráh define como correcto. Es una persona consciente de que lo que haya sembrado eso cosechará y por tanto cuida su camino, sus acciones, actitudes, intenciones y motivaciones porque los ojos de YHVH se pasean constantemente por la tierra para examinar a todos los hijos de los hombres y al final dará su pago justo a cada quien.
Veraces
Este mundo (kosmos – sistema) se halla bajo el maligno, quien es mentiroso y padre de mentira. Desde entonces la mentira ha sido la herramienta más utilizada para alcanzar los propósitos más egoístas y perversos. Yehováh en su esencia es la Verdad. Todo lo opuesto. Entonces, aquellos que han de interpretar la Toráh para juzgar las acciones de otros, ¿no deben ser veraces en su esencia también? Por supuesto que si!
Pero ser veraz es mucho más que no decir mentiras. Es ser de una sola palabra; es mantener las promesas aún en daño suyo; es ser íntegro (sin faltantes); es ser sincero manteniendo una sola faz y una sola posición ante los hechos. Una persona veraz, está fundida de manera sólida con la Toráh de Yehováh en todos los sentidos.
Aborrecedores de lucro
La filosofía circundante del presente nos grita a voces que debemos perseguir es la riqueza, porque poseyéndola, lo tendremos todo: respeto, poder, placeres, salud y en general una vida fácil. ¡Nada más falso! Quienes hacen de las riquezas el objetivo de sus vidas, están vendiendo su alma y haciéndose esclavos de todo lo que el mundo ofrece.
Es muy común la frase: “todo el mundo tiene su precio”, cuando los corruptos tratan de sobornar a otros para lograr sus propósitos:
Los regalos abren paso al hombre, y lo conducen ante la presencia de los grandes. Proverbios 18:16
Sin embargo, quienes nos declaramos hacedores de la Toráh y seguidores de Yeshúa, debemos aborrecer el lucro; es decir, las ganancias como lo más importante en la vida. ¿En que sentido? ¿Es malo hacer negocios? No. Pero cuando el lucro, se convierte en la motivación de las relaciones, de los servicios, o de las actividades en general, entonces nuestro corazón está manchado y ya no podremos actuar desinteresadamente, porque el afán de ganancia cegará nuestros ojos impidiéndonos hacer un buen juicio de las personas y los hechos.
Para Moshé no debió ser fácil hallar personas con tales características, pero pudo hallar algunas. El punto final de todo esto es: Si hubieras estado entre el pueblo de Yisrael en aquellos días, ¿habrías sido elegido?