Parashá Trienal – Bereshit (Génesis 26:12 – 35
Nombre de la Parashá: Vayizrá – Sembró
Lecturas Complementarias: Isaías 65:23 – 66:8 | Romanos 9:6-18
La porción de esta semana, continúa con la narración de la vida de Yitsjak, mostrando cómo Yehováh cumple su promesa de bendición y protección sobre la descendencia de Avraham. Al igual que muchas familias nómadas, la de Yitsjak se dedica a la agricultura recibiendo enormes beneficios: al ciento por uno, lo cual sin duda alguna, constituye la intervención divina porque eso no es lo usual. Significa que si sembró una arroba de trigo, cosechó ¡100 arrobas!
La historia nos narra la gran riqueza e influencia que Yitsjak adquirió. Sus ganados, rebaños, manadas y demás crecían de tal manera que causó la envidia de sus vecinos filisteos. Si pensamos un poco, nos daremos cuenta que esta ha sido la historia del pueblo de Yisrael desde entonces. Aún en el presente, la nación de Israel se ha dedicado a mejorar las condiciones de la tierra, a investigar y desarrollar tecnologías en todos los campos, que benefician a todo el mundo incluidos sus poco amigables vecinos; pero cuál es la reacción de todos estos? ¡ENVIDIA! El cuadro no ha cambiado. Siguen pensando en arrojar a Israel al mar y aniquilar completamente a nuestros hermanos yahuditas.
La manera de proteger los pozos era "forrándolos" en piedra para poderlos re-excavar luego de la estación de lluvias.
Los ataques a Israel no son cosa nueva
Las estrategias de los filisteos no han cambiado a través de los siglos. Cuando el rey Abimelec dio la orden a todo su pueblo de no molestar a Yitsjak, no pudo controlar las acciones individuales de la gente, que siguió haciendo “terrorismo” a Yitsjak, cegándole los pozos que había cavado y que legalmente le pertenecían.
Por cierto, la famosa franja de Gaza actual, es la misma zona en la cual habitaban los filisteos de aquella época, es decir que quienes están allí ahora, son sus descendientes y le causan a los descendientes de Yitsjak los mismos problemas que le causaron a él. Esto nos permite percibir que detrás de lo que vemos, hay mucho más. Es evidente que las fuerzas espirituales malignas han estado interesadas en la destrucción del Pueblo de Yehováh y esa lucha es sin cuartel y sin término de días.
Regresemos a nuestra porción. El agua es vital para la vida. En la estación de lluvias, los pozos eran inundados por los torrentes de agua que traían consigo sedimentos y arena, razón por la cual eran “forrados” en piedra; de esta manera pasadas las inundaciones era sencillo destaparlos para continuar usándolos durante la estación seca, dando acceso al agua subterránea; pero en el caso de Yitsjak, los filisteos, paleaban de vuelta la arena en la estación seca haciendo inservibles los pozos.
En vista de la incapacidad de Abimelec para detener tales acciones de los individuos, le pide a Yitsjak que se marche de su vecindario. Sin protestar, este se va para Gerar, que esta al sur y fuera de los dominios de Abimelec, al lugar donde su padre había habitado y allí re-excava los pozos que su padre había excavado, dándoles los mismos nombres y demostrando así su derecho legal sobre ellos. Ahora bien, durante su ausencia, los pozos fueron abandonados, pero no más llegó y los destapó, aparecieron los pastores de Gerar ¡reclamándolos! Un momento: mientras los pozos estaban allí sin uso, nadie los reclamó pero ahora que se hace el trabajo de re-excavarlos ¿aparecen sus dueños? Suena muy parecido a la historia de la que somos testigos hoy día. Veamos:
La historia se repite
Después de que el pueblo judío fue expulsado de su tierra, esta quedó finalmente abandonada por siglos, llegando a ser descrita como “la tierra más olvidada de Dios” por diversos viajeros, entre ellos Samuel Clemens, más conocido como Mark Twain, durante sus viajes por esas tierras en el siglo XIX. Ninguno de los países vecinos mostraba interés en esa tierra. Pero tan pronto aparecieron judíos queriendo restaurar la tierra (re-excavar los pozos), aparecieron sus pretendidos antiguos dueños y ya sabemos los detalles del resto hasta el presente. Aunque no está literalmente registrado, pareciera que el argumento de los pastores de Gerar fue: “Sí. Ustedes cavaron el pozo, el hueco les pertenece a ustedes, pero el agua es nuestra”. En otras palabras, el trabajo sucio lo hacen ustedes, pero los beneficios son nuestros. Tal cual en el presente.
Una vez más,Yitsjak cumple sin protestas; nombra al pozo Esek, que significa “contención”. Aunque la palabra no se encuentra en ninguna otra parte del Tanaj, se usa comúnmente en la literatura rabínica en relación con un título disputado de propiedad; entonces deja el pozo para los pastores, y cava otro nombrándolo שִׂטְנָה, Sitnah, que significa “mostrar hostilidad” (véase Ezra 4: 6). Yitsjak se mueve de nuevo, excava otro pozo, y lo nombra Rejovot, de la raíz que significa “amplio”, “extenso”. Finalmente, Yitsjak había encontrado suficiente espacio abierto para habitar sin represalias inmediatas de la gente de la región.
Es sorprendente en esta historia, las múltiples veces que Yitsjak buscó la paz, incluso con aquellos que eran sus enemigos. Sin duda que él hubiera podido enfrentarlos porque tenía mucha gente consigo, además de su riqueza; sin embargo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar conflictos, lo cual nos trae a la mente la declaración del salmista:
Yo estoy por la paz, y si hablo, ellos están por la guerra. Salmo 120.7
En la situación actual de Oriente Medio, parece que cuanto más Israel busca la paz, más se involucran sus enemigos en la guerra. Al final, los esfuerzos de Yitsjak por permanecer en paz con sus vecinos no traerían una paz duradera. Yitsjak deja el área y regresa a Beersheba, donde había vivido con su padre después del episodio del monte Moriah. Como la narración lo deja claro, su única esperanza (y la nuestra) está en la presencia permanente del Todopoderoso. Ya fuera por el temor de Yitsjak de que sus enemigos volvieran a atacarlo, o porque él mismo se había cansado de tanta contienda, Yehováh se le aparece y le reafirma el pacto y sus bendiciones.
El lenguaje utilizado en el verso 24 y siguientes incorpora elementos similares del lenguaje empleado cuando Yehováh se le apareció a Avraham en los capítulos 15 y 17. Yehováh comienza diciendo:
“Yo soy el Elohim de tu padre, no temas.” El idioma es tajante: “Yo, y nadie más, soy el Elohim de Avraham tu padre”.
La fidelidad de Yehováh a Yitsjak está ligada a la promesa que le hizo a Avraham. “No temas”. El temor de Yitsjak solo sería superado poniendo su fe en la promesa de Yehováh, conforme a la palabra que Él le había declarado: “Estoy contigo”; donde la palabra “contigo”, se lanza al frente de la declaración para hacer énfasis. Yehováh está específicamente “con” Yitsjak, porque ha determinado bendecirlo:
“Si Dios es por nosotros, ¿quién puede oponerse a nosotros?” Romanos 8:31.
Podemos extender las bendiciones a nuestros descendientes
Entonces Yehováh reitera las bendiciones del pacto: “Te bendeciré y aumentaré tu descendencia por el bien de mi siervo Avraham.” Aquí Avraham es identificado como “siervo de Yehováh”, siendo esta la primera vez que aparece esta designación en la Toráh. Además de los patriarcas, solo Moshé, Kaleb y David son identificados de manera similar con la expresión: “Mi Siervo”. Números 12.7; 14.24; 2Samuel 3.18, etc. El profeta Yeshayahu (Isaías) aplica esta misma designación a Yisrael como un todo y al Mesías en particular. El significado del título queda claro con la descripción de Kaleb:
“mi siervo Kaleb, por cuanto hubo otro espíritu en él y fue íntegro conmigo…” Números 14.24.
Las bendiciones vienen sobre Yitsjak “por amor de mi siervo Avraham”. Los sabios derivan de esto, que los méritos de los padres aseguran bendiciones sobre las generaciones posteriores, y en cierto sentido, esto es verdad. Porque las bendiciones sobre los padres derivan del pacto hecho con ellos, y aseguran la bendición a su simiente. Por eso, “…los dones y el llamado de Yehováh son irrevocables”. Romanos 11.29. Sin embargo, Yehováh no está dispuesto a bendecir a los injustos, y así es que en cada generación, los que se aferran a Sus promesas y por la fe entran en el pacto con Yehováh, reciben las bendiciones prometidas:
“No todos los que descienden de Israel son Israel” Romanos 9.6.
La paz otorgada a Yitsjak a través de sus continuas deambulaciones es de corta duración. La bendición de Yehováh sobre él desconcierta a Abimelec. Yitsjak se ha vuelto demasiado poderoso, y así el rey se acerca a él para hacer un pacto de no agresión. ¡Incluso el rey ve la mano evidente de Yehováh sobre Yitsjak! Cuando el rey y sus compañeros se acercan, Yitsjak cuestiona su intención. Abimelec había dado el edicto de que nadie debía dañar a Yitsjak y su familia, ¡y seguramente no iban a hacer una visita amistosa! Solo habían sido hostiles con él en el pasado. Por lo tanto, dejan en claro que están buscando un tratado de no agresión, pero su razonamiento suena a vacío:
...hemos pensado interponer un juramento solemne entre nosotros, entre tú y nosotros, y concertaremos un pacto contigo de que no nos harás daño, así como nosotros no te hemos tocado, y sólo te hemos hecho bien y despedido en paz. Génesis 26.28-29
Claramente, el tratado es conveniente para Abimelec, porque se jacta de que, a pesar de haberle causado problemas a Yitsjak, ¡no sufrió ningún daño! Y lo dice a pesar de que es evidente que el bienestar de Yitsjak se ha debido a la protección de Yehováh, pero Abimelec se atribuye el mérito.
Una vez más, Yitsjak es visto como amante de la paz. Prepara una comida de pacto, y en la mañana, el tratado es ratificado. Yitsjak y su familia disfrutarán de paz por un tiempo.
El episodio termina con el hallazgo de otro pozo más, y el hecho de que esto sucediera el mismo día de la toma de juramento, parece dar la razón para el nombre del pozo, aunque hay un juego sutil de términos. El pozo se llama Shiba, que significa “siete”, pero incorpora las mismas consonantes que el verbo “prestar juramento” (shava ‘). En Génesis 21.30 Avraham y Abimelec hacen juramentos juntos, que incorporan siete corderos. Por lo tanto, la palabra “siete” y el verbo “hacer un juramento” (que comparten las mismas consonantes) proporcionan el significado del nombre, Beersheba, “Pozo de los siete corderos que fueron el sacrificio en la toma de juramento”. Yitsjak, al renombrar el lugar con el nombre dado por Avraham, establece su derecho a reclamarlo, pero también reafirma el juramento que él y Abimelec habían tomado.
La parashá termina con un aviso de todo lo contrario con respecto a Esav (Esaú): su vida de iniquidad indica que él no es el destinatario de la bendición de Yehováh, y en cambio, sus acciones producen dolor a sus padres. Por lo tanto, la sección está enmarcada por evidencias en relación con el pacto que Yehováh hizo con Avraham. Las bendiciones del pacto se extienden a aquellos de la elección de Yehováh. Esav claramente no es un miembro del pacto.