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Esta vitamina determina tu calidad de vida

A lo largo de toda mi vida, nunca había escuchado mencionar la palabra virus tan insistentemente. Anteriormente, cuando pensaba en un virus, venía a mi un ser minúsculo o algo en el ambiente que podía atacar mi cuerpo, pero que yo estaba capacitada para combatirlo; eso me daba confianza de andar tranquilamente por cualquier parte; me pregunto si la mayoría de la gente pensaba igual.

Con la llegada de la “pandemia” todo el mundo empezó a dudar de esto, nos volvimos “expertos en virus” y abandonamos la confianza en el sistema tan perfecto y eficiente que nos fue entregado por nuestro Padre; entonces pusimos la confianza en el gel antibacterial, en desinfectantes y todo cuanto nos decían en la redes. La verdad, es que este tiempo también ha servido, al menos en mi caso para investigar, y adentrarme más en un conocimiento bíblico que por años había descuidado respecto de la dieta bíblica.

Mi generación perdió por completo la dieta antigua proveniente de la naturaleza y aprendió a utilizar todo lo industrializado y manipulado genéticamente; así, somos responsables de las enfermedades que padecemos; por todo esto, es hora de revaluar ciertos conceptos y reforzar otros.

Nuestro sistema inmunológico es capaz de combatir cualquier virus y bacteria que lo ataque, siempre y cuando se encuentre en buenas condiciones, para lo cual es necesario trabajar para cambiar la forma en que nos estamos alimentando.

Planteémonos preguntas como: ¿Por qué nuestros abuelos vivieron tantos años? ¿Por qué ellos tuvieron tan buena salud? ¿Qué comían nuestros antepasados que eran tan saludables? Para hallar respuestas, es necesario que aprendamos más sobre la alimentación y el fortalecimiento del nuestro cuerpo; ese cuerpo creado perfecto por nuestro Padre.

Una de las cosas más sorprendentes que he hallado, está relacionada con la vitamina D, y aunque no soy experta en el tema, confío en que esto puede contribuir a tu conocimiento también.

¿Conoces el papel tan importante que juega la Vitamina D en el equilibrio de nuestro sistema inmunológico?

¿Conoces la estrecha relación que existe entre el déficit de Vitamina D y el hipotiroidismo?

Todo esto resulta sorprendente, la Vitamina D, como el resto de las vitaminas, no se puede producir en nuestro organismo, por lo que necesitamos incorporarla en la dieta, o bien puede ser sintetizada en la piel, tras la exposición solar (más específicamente a la radiación ultravioleta B).

Es sabido que la Vitamina D aumenta la absorción de calcio y estimula la integración del mismo en el hueso. Sin embargo, no hace mucho, se ha descrito la presencia de receptores de Vitamina D en otros tejidos distintos al intestino y al hueso, incluyendo el cerebro, el colon, las mamas y las células del sistema inmunológico.

En los últimos diez años, se han venido describiendo efectos inmunológicos de la Vitamina D que desconocíamos hasta ahora y que son determinantes en la correcta regulación del sistema inmunitario hasta tal punto, que su déficit podría desencadenar una actividad patológica del sistema inmune.

Durante los últimos meses se ha incrementado el interés popular por consumir suplementos vitamínicos que potencien el funcionamiento del sistema inmune; dentro de estos, se encuentra la Vitamina D, a la cual se le han adjudicado efectos protectores ante afecciones respiratorias de origen viral y bacteriano.

Humberto Astiazarán García, profesor de la Coordinación de Nutrición del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), explicó que, en efecto, existe evidencia científica de que la Vitamina D, contribuye con el sistema de defensa del cuerpo, particularmente el pulmonar. Sin embargo, subrayó que si una persona lleva una dieta balanceada no es necesario ingerir suplementos alimenticios o vitamínicos, pues el cuerpo se encarga de mantener en equilibrio estos nutrientes.

La pregunta que surge es: ¿Cómo puedo aumentar la ingesta de esta vitamina sin acudir a suplementos sintéticos?

Al conectarnos con la naturaleza, podemos recibir dosis de esta Vitamina, porque nuestro cuerpo la sintetiza mediante la exposición a los rayos del sol; también podemos consumir alimentos naturales ricos en vitamina D, los cuales pueden ser de origen animal, especialmente los pescados, quesos, yema de huevo, aguacate, los hongos, etc.

Lo importante aquí es tomar conciencia de que sí podemos hacer cambios beneficiosos por nosotros mismos para volver a conectarnos con la Creación de nuestro Padre.

El libro de Shamayim (Editorial Cepher) dice una gran verdad que debemos considerar:

Porque de qué provecho es la fuerza que se convierte en enfermedad, o la abundancia de alimentos que se convierte en hambre, o la belleza que se convierte en la fealdad, porque la naturaleza del hombre es siempre cambiante. Porque lo que éramos antes ahora ya no somos, y lo que somos ahora no lo seremos después. 
Baruk Sheniy (2 Baruc) 14 :16

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