Hoy eres lo que decidiste ser ayer

Una Ley universal que se cumplirá tarde o temprano

Declara la Escritura que desde el momento del nacimiento, Yaakov pretendió suplantar a su hermano, cuando al nacer de segundo durante el parto agarró el talón de este, quien nació primero (Génesis 25:26).  Por tal razón recibió ese nombre que significa “suplantador” (Génesis 27:36).

Ahora, ¿tendría efecto en el comportamiento de Yaakov el significado de su nombre?  o quizás tan solo reforzó un rasgo ya existente en su naturaleza.

Habiendo perdido la bendición, Esav (Esaú) le acusa de haberle “robado” su primogenitura, pero esto realmente no sucedió puesto que él se la cedió a su hermano mediante un trato libre, de común acuerdo y sin engaño alguno. Pero pasados los años, si hubo un problema cuando de manera deliberada y con el apoyo de su madre, Yaakov suplantó a su hermano ante su padre, para obtener la bendición que ya era suya por el trato que había hecho.

Años más tarde, su tío Laván incumple el acuerdo al que habían llegado, mediante el cual Yaaqov recibiría a Rajel como su esposa. En su lugar, Leah suplantó a su hermana menor y resultó casada con Yaakov. En otras palabras, de la misma manera que Yaakov engañó a su padre, fue engañado.

Mientras estuvo con su tío Laván, este le cambió el salario diez veces, engañándolo y buscando aprovecharse de su trabajo. Años más tarde, ya establecido en Canaán, su hijo preferido Yosef, es vendido por sus hermanos a unos mercaderes de esclavos que van rumbo a Mitsráyim (Egipto). Sus hermanos, toman la túnica de colores de Yosef, la manchan con la sangre de un cordero, que suplantó la sangre de este, y engañan a su padre Yaakov diciéndole que quizás su hijo fue devorado por alguna bestia. Esto fue el último fruto de la cosecha de esa siembra de engaño.

No solo Yaakov había sembrado lo que cosechó. Rajel, su esposa, al hurtar los ídolos de su padre Laván y mentirle al respecto, recibió la maldición que Yaakov pronunció ante su suegro cuando dijo: 

…aquél con quien halles tus dioses, ¡que no viva!  Génesis 31:32

Posteriormente Rajel murió tempranamente en el camino a Kenaán, cuando dio a luz a Binyamín, lo cual fue una dura prueba para Yaakov, porque era su esposa amada.

Lo anterior nos muestra que la vida es como una escuela en la cual nos inscribimos al nacer; y con el paso de los años vamos tomando diferentes cursos cuyo propósito es formar nuestro carácter. Si no aprobamos uno, habrá que repetirlo hasta aprender la lección para pasar al siguiente. Al final de la vida nos habremos graduado y nuestro carácter mostrará el título que hayamos alcanzado.

Así, el curso en el que se inscribió Yaaqov le llevaría a convertirse en un hombre íntegro, sabio, dócil pero también sufrido y paciente para ser el instrumento que Yehováh necesitaba que fuera como el padre de los hijos que darían lugar a las Doce Tribus de Israel.

Esta ley sigue vigente

El Universo de nuestro padre Yehováh está ordenado de esta manera. Él estableció esas leyes y siempre se cumplen. Lo que sembramos cosechamos. Si somos mezquinos y egoístas, eso mismo cosecharemos; si somos rencorosos y vengativos, así nos tratarán; si mentimos, criticamos y defraudamos, pasaremos por lo mismo.

Pero lo opuesto también es verdad. Una persona con un corazón compasivo, generoso, perdonador y misericordioso, hallará esas mismas cosas en el camino de su vida. Es por esto que Yehováh nos dice:

Hoy mismo llamo por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge pues la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yehováh tu Dios, obedeciendo su voz y siéndole fiel. Porque Él es tu vida y prolongación de tus días, para habitar en la tierra que Yehováh juró dar a tus padres, Avraham, Yitsjaq y Yaaqov. Deuteronomio 30:19-20

Dicho de otra manera, si actuamos con los demás de la manera correcta acorde a los Mandamientos, Estatutos, Decretos, Leyes y Ordenanzas de Yehováh, eso mismo harán con nosotros: 

El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Yehováh no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:6-10. 

Y también:

Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra. Eclesiastés 11:1-2

Como siempre la elección de lo que siembres es enteramente tuya y así ha sido en el pasado; por lo cual si has sembrado la semilla errada y estás cosechando de su fruto, aún es tiempo de cambiarla para que oportunamente siegues lo que es bueno para tu vida, si no desmayas.

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