Hemos sido enseñados a “entregar” nuestra vida al sistema de salud o bien a los médicos, con la fe ciega en que ellos son los que “saben” y nos podrán solucionar todos los problemas de salud que nos aquejan. Pero por más buenas intenciones que los doctores tengan, son simplemente seres humanos limitados y acondicionados muchas veces a ver las cosas como les ha enseñado la medicina convencional.
Y… ¿qué tal si se equivocan en su diagnóstico? Después de todo dependen de la información fragmentada que nosotros mismos les proporcionamos. Entonces, lo mejor es tomar la responsabilidad de nuestra salud; y si bien ellos, los médicos, nos pueden orientar, está en nosotros hacer lo mejor que podamos para restaurar nuestra salud.