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Vayikra 6:1 – 7:38 | Tzav

Parashá Trienal – Vayikra (Levítico) 6:1 – 7:38

Nombre de la Parashá: Tazav – Ordena

Lecturas Complementarias: Malaquías 3:4-12 | Lucas 6:39-49

En la porción de esta semana, la Toráh nos provee instrucciones adicionales para la realización de los sacrificios descritos en los capítulos anteriores. En tales porciones, se nos informó respecto de quién debería presentar las ofrendas y por cuál razón; pero en estos dos capítulos las instrucciones son más específicas para Aaron y sus hijos, es decir, para el sacerdocio encargado de realizar los rituales dentro del Santuario.

Para nosotros que hemos crecido por fuera de la “cultura” sacrificial, y totalmente ignorantes del sistema de adoración levítico, es fácil perder de vista los significados y la cantidad de detalles de los que eran responsables todos los participantes en tales rituales.

Los escritores de la Toráh asumen que los lectores están familiarizados con muchas de las cosas que se describen allí, por lo cual no entran en mayores detalles; por ejemplo era común para la gente degollar una víctima, desollarla y partirla en pedazos; pero tal tarea cotidiana para ellos, a nosotros nos suena cruel  y hasta salvaje y no tendríamos idea de cómo hacerlo si se nos pidiera llevar a cabo tales cosas.

Cuando el Tabernáculo estaba en plena actividad, ¡el bullicio era enorme! Pensemos un poco al respecto:

Mientras que un oferente presentaba su víctima y manifestaba al sacerdote la razón de su sacrificio, había varias personas haciendo lo mismo al mismo tiempo; se procedía a dar muerte a las víctimas, y comenzaba todo el procedimiento descrito en capítulos anteriores; recoger la sangre, llevarla a los lugares indicados, separar las partes de los animales, entregarlas, unas para ser quemadas, otras para ser comidas (como veremos en esta porción), los levitas entre tanto entonaban cánticos de alabanza o de adoración, los sacerdotes oraban presentando las víctimas y bendecían a los oferentes, y había otros levitas y sacerdotes atendiendo el fuego del altar, otros removiendo cenizas disponiendo de ellas apropiadamente, oferentes saliendo de allí con sus porciones del sacrificio, sacerdotes bañando sus manos, etc, etc. En fin la actividad era febril todo el día, porque muy seguramente la comunidad estaba haciendo “cola” para ser atendida. Cada día el trabajo del Santuario era realmente agotador.

Dibujar estas escenas en nuestras mentes, nos permite entender un poco el origen de los cultos en las iglesias como los conocemos hoy. Ante la destrucción del Templo, las sinagogas continuaron realizando los actos litúrgicos que acompañaban los sacrificios, pero lógicamente sin poder realizarlos. Quedaron entonces las lecturas, las oraciones, los cánticos, las bendiciones, etc. Y la comunidad de seguidores de Yeshúa, que nació dentro de esa situación, también hizo lo mismo, hasta terminar desarrollando el sistema de la misa católica, una vez se formalizó el rompimiento con las raíces hebreas de la fe.

Oraciones y cánticos llegaron a ser parte importante de los sacrificios, lo cual se demuestra por los salmos escritos por David y el sistema de cantores que él estableció bajo el liderazgo de Asaf. Shaúl (Pablo) por su parte nos motiva a utilizar cánticos junto con nuestras oraciones, Colosenses 3:16 y aun en nuestras conversaciones unos con otros: Efesios 5:19.

La Ofrenda Continua – Tamid

Ordena a Aarón y a sus hijos, y diles: Ésta es la ley del holocausto: El holocausto permanecerá ardiendo sobre el fuego, encima del Altar, toda la noche hasta la mañana, y el fuego del Altar ha de mantenerse ardiendo en él.
Levítico 6:9*

Con el tiempo esta ofrenda llegó a denominarse: Tamid y consistía en dos ovejas, una ofrecida como el primer sacrificio del día y otra ofrecida al caer el sol, de manera que continuamente había una ofrenda de humo ascendente sobre el altar; esto además de todos los sacrificios que el pueblo de Israel debía presentar. Recordemos que así también había doce panes que permanecían en la presencia de Yehováh dentro del Santuario y adicionalmente, la Menorah también ardía continuamente delante de Él.

El verso 10 nos muestra las instrucciones que el sacerdote debía seguir para remover las cenizas del altar, las cuales eran llevadas fuera del Santuario para ser depositadas en un lugar limpio fuera del campamento durante los días del Tabernáculo y del Templo en Jerusalén mientras este estuvo en pie.

El Fuego de Yehováh 

Los versos 12-13, nos indican la responsabilidad de mantener el fuego sobre el altar. Esto implicaba que aun en la noche había personas en vigilia manteniendo el fuego, pues este no debía extinguirse en ningún momento. Este fuego había sido iniciado por Yehováh mismo, según se nos relata en Levítico 9:24. (Para evitar confusiones, tengamos en cuenta que en este momento de la narración, Moshé apenas está recibiendo las instrucciones de lo que se habrá de hacer en adelante.) Así los sacerdotes eran responsables de añadir madera y estar removiendo las cenizas permanentemente, de forma que el altar nunca llegara a “enfriarse” tan siquiera.

Y esto es una figura de cómo nosotros necesitamos añadir elementos que hagan arder el fuego de nuestro corazón por Yehováh; no lo dejemos “enfriar”; recordemos que fue Él mismo quien lo encendió el día que nos condujo a Yeshúa; pero es nuestra responsabilidad mantenerlo ardiendo, lo cual podemos hacer al reconocer las innumerables bendiciones que recibimos de su mano momento tras momento; también al entonar cánticos de gratitud o de alabanza mientras estamos ocupados en nuestro trabajo, o reflexionando en Su Palabra, o admirando Su Creación, etc.

Demos un vistazo a lo que nos dice Shaúl:

…los judíos… quienes son israelitas, de los cuales son la adopción y la gloria, los pactos y la promulgación de la Toráh, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino el Mesías, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.  Romanos 9:4-5

La palabra culto, es una referencia al servicio o ministración, a Yehováh en este caso. Para decirlo brevemente, el pueblo de Yisrael recibió de Yehováh la manera de rendirle culto a Él, y es lo que estamos estudiando en este libro de Vayikra – Levítico. Necesitamos aprender cómo y cuándo acercarnos a Él. Si bien en el presente no hay sacrificios, sabemos que Yehováh había determinado tiempos específicos de adoración al comenzar el día, al terminarlo, en los días de Shabbat, al inicio del mes y en los Moedim o Tiempos Señalados para sus Convocaciones Sagradas. Es decir que Yehováh estimó conveniente establecer que día a día, semanalmente, mensualmente y en las Celebraciones anuales, apartáramos tiempos para compartir con Él.

Ahora bien, el judaísmo desarrolló con el tiempo oraciones y liturgias al respecto, cosas que no se hallan en la Toráh, pero que tampoco la contradicen; y que son válidas en el caso del pueblo yahudita (Judío) porque están ligadas a su propia historia cultural; pero eso no significa que debamos copiarlas al carbón so pena de ser desaprobados por ellos. Yehováh también ha dado a Efrayim, es decir a los pueblos en la diáspora manifestaciones transformadoras y maneras de orar espontáneas que surgen de corazones agradecidos y que no carecen de autenticidad.

¿Cuál es entonces la substitución para los sacrificios hoy?

Ante la destrucción del Templo, el pueblo adorador de Yehováh quedó realmente devastado. ¿Qué harían ahora para acercarse a Yehováh? Los “sabios” de Yisrael presentaron dos respuestas a esta pregunta:
1. En primer lugar afirman que Yehováh dijo: “Cuando Yisrael recite el orden de los sacrificios, lo consideraré como si hubiera ofrecido sacrificios y perdonaré sus pecados”. Obviamente esto no aparece en la Toráh, pero así lo infirieron los líderes de la nación; después de todo había que mantener viva la fe del pueblo.
2. Esta es una cita de Oseas 14:2: ¡Procuraos palabras y volveos a Yehováh! Decidle: ¡Quita toda iniquidad y acéptanos con benevolencia!, y te ofreceremos los frutos de nuestros labios.
 
La palabra traducida como “frutos”, podría también ser traducida como “toros”. Por lo cual el Targum parafrasea esta porción así: “Que las palabras de nuestros labios, sean aceptadas delante de ti como toros en tu altar”. En otras palabras, las oraciones matutinas, vespertinas, y demás con motivo de las ocasiones especiales mencionadas antes, son consideradas como los sacrificios que se debían ofrecer esos días.
 
Así los servicios de oración en las sinagogas, continúan marcando el tiempo de los sacrificios diarios de la ofrenda de la mañana y de la tarde. Ver Hebreos 13:15-16 y comparar con Oseas 14:2

Detallando la tarea de los Cohanim (Sacerdotes) en las Ofrendas

A continuación hallarás un resumen de las ofrendas y lo más relevante respecto a cada una. Tengamos en mente que el sacerdote no podía consumir nada de los sacrificios que hubiera ofrecido por sí mismo. Igualmente, es importante entender que el rol del Cohen principal, en este caso de Aarón, era diferente del rol que tenían los demás cohanim en los días especiales de Festividades; pero el resto del tiempo debía cumplir las funciones normales junto con los otros cohanim hijos suyos. Era normal que hubiese múltiples cohanim sirviendo simultáneamente, puesto que la actividad en el Miskán (Tabernáculo) era incesante.
 

Aplicación Práctica

Es evidente que Yehováh desea mantener una relación cálida con nosotros sus hijos. ¿Cuál es nuestra respuesta? ¿Hemos de responder con una religión acartonada, llena de rituales vacíos, llena de palabrarerías que otros escribieron, que llega a ser todo una obligación y algo que “toca” hacer?

Recordemos que cuando el hijo pródigo regresó a su padre, lo hizo lleno de afecto, humildad, arrepentimiento y emociones. ¡Sí. Emociones! Yehováh desea que nuestras expresiones hacia Él sean auténticas, que salgan de un corazón agradecido y sobre todo que sean frescas. Pero esto solo es posible si día tras día echamos leña al fuego, para que no se apague. Y tal cosa la podemos hacer cuando no damos por sentado las bendiciones diarias que recibimos y disfrutamos.

  • Cada día que te levantas, ¡agradece por la vida!
  • Cada vez que te sientas a la mesa, reconoce la mano de Yehováh haciendo que la tierra ¡produzca sus frutos!
  • Cada vez que ves a tus seres queridos e interactúas con ellos, agradece que Yehováh les conserva ¡la vida y la salud!
  • Cada vez que recuerdas de dónde fuiste sacado, agradece que ¡eres parte del pueblo apartado por Yehováh!
  • Recuerda de dónde te sacó Yeshúa, y haz memoria de cómo te rescató para traerte donde estás ahora.

Puedes hacer esto y mucho más. Pero sobre todo, reconoce la Soberanía de Yehováh en todos los aspectos de tu vida; entonces notarás que Él camina siempre a tu lado y eso detonará palabras de gratitud y cánticos y alabanza de tu corazón genuinamente “estremecido” por su grandeza y su poder.

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