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Bemidbar 8:1 – 9:23 | Hanerót

Parashá Trienal – Bemidbar (Números) 8:1 – 9:23

Nombre de la Parashá: Hanerót – Las Lámparas

Lecturas Complementarias: Zacarías 4:2-14 | Romanos 8:12-17

El tema central de esta porción es la consagración de los Levitas al servicio de Yehováh. Y en esto necesitamos descubrir dos cosas:

  1. La importancia de las condiciones en que debemos estar para prestar un servicio adecuado a nuestro Padre,
  2. Y entender que la selección de los levitas que hizo nuestro Padre Yehováh, fue una muestra más de su gran amor por las familias; pues debido a la muerte de los primogénitos a la salida de Misráyim (Egipto), todos los primogénitos le pertenecían a Él; y esto significaba que cada familia en el momento de tener un hijo, debería haberlo entregado en el Mishkán o en el Templo, para que sirviera en el ministerio.

Pero en lugar de tomar el primer hijo de cada pareja, cosa que seguramente hubiera sido muy difícil, Yehováh escogió una tribu completa en sustitución, y así evitó privar a las familias de su primer hijo; a la vez, los levitas podrían servir como familias a Yehováh, pasando este privilegio de una generación a otra.

Las lámparas de la Menoráh

Habló Yehováh a Moshé, diciendo:
Habla a Aharón, y dile: Cuando hagas montar las lámparas, las siete lámparas deberán alumbrar hacia la parte delantera del candelabro. Números 8:1-2

Recordemos que el Miskán es una reproducción del Santuario que hay en los cielos. Resulta interesante el número de las lámparas, puesto que sabemos que este número, el siete, corresponde a la divinidad, a la perfección. Ahora bien, en el judaísmo se asocian estas lámparas con las constelaciones de las siete estrellas, de manera que mientras estas se hallan en el cielo, las siete lámparas se hallan en la tierra.

También el libro del Apocalipsis enseña la correspondencia de las siete lámparas con las siete estrellas:

En su diestra tenía siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de doble filo, y su semblante era como cuando brilla el sol en su fuerza. Apocalipsis 1:16

Yeshúa se identifica a sí mismo como aquel que tiene siete estrellas en su mano:

Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso. Esto dice el que sostiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candelabros de oro… Apocalipsis 2:1

Y más adelante lo hallamos identificándose como el que tiene los siete espíritus de Yehováh y las siete estrellas.

Escribe al ángel de la iglesia en Sardis. Esto dice el que tiene los siete espíritus de Yehováh y las siete estrellas… Apocalipsis 3:1

Yeshúa mismo explica la interrelación de todas estas cosas en Apocalipsis 1:20

El misterio de las siete estrellas que viste en mi diestra, y los siete candelabros de oro: Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias. Apocalipsis 1:20

Otros pasajes que mencionan el número siete son: Apocalipsis 4:5; 5:6 y 8:2

La Menoráh y la jánuka (dedicación) del Altar

El capítulo anterior nos narró la dedicación o jánuka del altar con la participación generosa de todas las tribus de Yisrael, con excepción de la tribu de Levi, ya que esta tribu completa fue dedicada enteramente al servicio de Yehováh. En otras palabras la ofrenda fueron ellos mismos.

Preparación de los Levitas

Los versos 6 y 7 nos relatan lo que los levitas necesitaban hacer para ser consagrados:

Toma a los levitas de entre los hijos de Yisrael y purifícalos. Para purificarlos harás con ellos así: Rociarás sobre ellos el agua de la expiación, y ellos harán pasar la navaja por todo su cuerpo, lavarán sus vestidos, y así se purificarán.

Moshé, entonces, debía prepararlos para descontaminarlos totalmente, primero rociando sobre ellos el agua de la expiación que no era otra cosa que las aguas de la novilla roja o alazana; a continuación deberían rasurarse la totalidad del cuerpo, se cree que con el propósito de que el agua en la que harían el mikváh, propia de todo ritual de purificación, llegara a todos los rincones de sus cuerpos. La acción de rasurarse, también podría indicar el inicio de un nuevo período de dedicación a Yehováh, tal como sucedía con los nazareos, como lo vimos en Números 6.

Aclaremos que aunque la Toráh no dice explícitamente que los levitas debían realizar una inmersión en aguas vivas o mikváh como mencionamos anteriormente, esta acción se consideraba incluida en cualquier proceso de purificación; además la última ordenanza de “lavar sus ropas” también es entendida por los estudiosos hebreos de la Toráh, como una alusión al mikváh.

Un asunto de identidad

…aproximarás a los levitas delante del Tabernáculo de Reunión, y harás que se congregue toda la asamblea de los hijos de Yisrael. Y harás que los levitas se aproximen delante de Yehováh, y los hijos de Yisrael impondrán sus manos sobre los levitas. Números 8:9-10

Todo Yisrael tuvo que imponer sus manos sobre los levitas; de esta manera ellos estaban siendo formalmente identificados con el resto de las tribus y a partir de entonces actuarían en representación de ellas.

Los sacrificios para la consagración

Luego los levitas apoyarán sus manos sobre la cabeza de los novillos, y ofrecerás uno como ofrenda por el pecado, y otro como holocausto a Yehováh, para hacer expiación a favor de los levitas. Números 8:12

Lo primero que llama la atención es que tuvieran que presentarse dos toros. Si bien los levitas no eran sacerdotes, aparentemente no debería ser necesario presentar sino un macho cabrío, que era lo usual, según la Toráh, como ofrenda por el pecado de alguien diferente de un cohen. Pero la razón puede haber sido que los levitas jugaban dos roles importantes: Primero habían siendo tomados en representación de los primogénitos del pueblo y segundo ellos representaban a la totalidad de Yisrael en lo relacionado con las cosas santas del Santuario, como se aclara en el siguiente pasaje:

Pero he tomado a los levitas en sustitución de todos los primogénitos entre los hijos de Israel. Y de entre los hijos de Israel he entregado a los levitas como dones para Aharón y sus hijos, para que sirvan en la obra de los hijos de Yisrael en el Tabernáculo de Reunión, y hagan expiación a favor de los hijos de Yisrael, así no les sobrevendrá plaga a los hijos de Yisrael cuando se acerquen al Santuario. Números 8:18-19

No olvidemos que en todo sacrificio por el pecado, el oferente debía poner sus manos sobre la víctima para “transferir” su culpa a animal y de esa manera este fuera substituto suyo. Ahora tenemos que los levitas que ya habían recibido la imposición de manos de todo el pueblo, imponían sus manos sobre el toro que habría de ser sacrificado por el pecado.

¿Cómo fueron los levitas una la ofrenda mecida?

Después mantendrás en pie a los levitas ante Aharón y sus hijos, para presentarlos como ofrenda mecida a Yehováh. Números 8:13

La Toráh NO describe cómo hizo Aharón para presentar a los levitas como ofrenda mecida. Un midrash (cuento hebreo), afirma que él levanto a cada uno de los 22.000 hombres el mismo día, y los meció literalmente mientras los sostenía en sus brazos, por lo cual deducen que Aharón era un hombre extremadamente fuerte; pero estas afirmaciones carecen de racionalidad y solo deben considerarse como mitos.

El significado de una ofrenda mecida, es que la propiedad de lo que se está presentando se transfiere a Yehováh. Las porciones mecidas no eran retenidas por el cohen (sacerdote) ni tampoco eran quemadas en el altar. Entonces en el caso de los levitas, estos estaban siendo transferidos a Yehováh, si bien serían conservados para todos los actos del servicio en el Miskán (Tabernáculo).

Tiempo de servicio

Finalmente, el capítulo nos informa que los levitas debían entrar al servicio a los 25 años y retirarse a los 50, si bien al igual que los cohanim, podían seguir colaborando en asuntos menores en todo lo relacionado con el Mishkán.

Surge una inquietud respecto a la instrucción de Números 4, donde se le dice a Moshé que enliste a todos los mayores de 30 años para que entren en el servicio  del Mishkán. Los estudiosos hebreos, han respondido que esto se debe a que los varones comenzaban a ser entrenados en sus funciones a los 25 años, de manera que al cumplir los 30, ya estaban en plena capacidad de ejercer sus responsabilidades.


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