Basado en artículos del Dr. Scott Laird – Naturópata
Traducido y editado por Ma. Consuelo Forero
Existen muchas fuentes de toxicidad. La siguiente lista considera las principales, entendiendo que hay muchas mas:
- Contaminantes del aire, agua y suelo.
- Químicos presentes en productos de cuidado personal.
- Trabajo dental (empastes)
- Medicamentos de venta libre y recetados.
- Metales pesados (arsénico, plomo, mercurio, cadmio, aluminio)
- Retardantes de llama en ropa y muebles.
- Plásticos con Bisfenol-A (BPA)
- Utensilios de cocina antiadherentes
- Frecuencias electromagnéticas (EMF) de teléfonos celulares, microondas, medidores inteligentes y torres eléctricas
- Pecados no confesados, ansiedad, enojo, preocupación, resentimiento, amargura, rencores.
- Estilos de vida estresantes
- Trabajo excesivo / vida en el hogar
- Comida toxica
Estoy segura que puedes identificarte con varias cosas en esta lista, ¡tal vez TODAS! Una de las cosas en esta lista que sorprende a muchas personas es la toxina de las frecuencias electromagnéticas (EMF). Todo el mundo sabe que los teléfonos celulares plantean algunos riesgos de salud cuestionables, pero la mayoría de las personas no saben que estas frecuencias también son emitidas por muchos otros elementos comunes y cotidianos en nuestras vidas. Los secadores de pelo, por ejemplo, emiten EMF. De hecho, cualquier cosa que sea eléctrica y esté cerca de tu cuerpo tiene el potencial de afectar negativamente tu salud. Al igual que una mala dieta, las EMF causan estrés a tu cuerpo, lo que puede provocar un efecto dominó que puede genera enfermedades.
Quizás una de las toxinas más comunes en esta lista son las toxinas espirituales. Si no perdonamos a las personas por las cosas que nos han hecho (incluso si no nos piden que las perdonemos), esas emociones crean ácido, como una mala dieta y las EMF. La falta de perdón arrastrará tu sistema inmunológico, haciéndote más propenso a los resfriados, la gripe y otras enfermedades. Preocuparte hará lo mismo. Al igual que cada cigarrillo contribuye al riesgo de cáncer de pulmón de un fumador, las emociones negativas, en particular las preocupaciones, pueden crear una bola de nieve tóxica que literalmente puede acortar la vida si no se controlan.
En 2007, los investigadores de la Universidad de Purdue concluyeron un estudio de 1,663 hombres, que reveló que su “nivel o inclinación a la neurosis (preocupación excesiva) interactúa en el efecto sobre la mortalidad”. Esencialmente, mientras más tiempo siguieron preocupándose por las cosas en sus vidas, estas se acortaron. Otro estudio en Escocia concluyó después de 21 años de investigación que “la preocupación estaba significativamente relacionada con el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular”.
Cuando nos preocupamos, provocamos una reacción química en el cuerpo, creando un exceso de actividad de radicales libres dentro de nuestras células. Lo mismo sucede cuando comemos mal o no hacemos suficiente ejercicio. El resultado es una disminución general de la salud. La enfermedad es, de hecho, la evidencia del exceso de actividad de los radicales libres dentro de tus células, causando una toxicidad que allana el camino para la enfermedad.
Las emociones negativas (especialmente las preocupaciones), simplemente no vale la pena enfermarse o empeorarse por ellas. De hecho, la preocupación no es bíblica; puede ser una preocupación por un evento inminente o un resultado incierto sobre el que solo Dios tiene el control. Nuestro mismo Mesías nos dio un buen consejo sobre este punto: “No os afanéis, pues, por el día de mañana; porque el día de mañana traerá su afán” (Mateo 6:34)
Cuando se nos presenta una situación desagradable, tenemos dos opciones: Podemos preocuparnos o confiar en Dios. Pasar tiempo en oración es quizás el método más importante para reducir la ansiedad. Se trata del factor confianza; al pasar más tiempo con el Todopoderoso en oración y meditación, tu relación con Él crecerá. Cuanto más crezca tu relación, más aprenderás a confiar en Sus caminos, incluso cuando no puedas ver la luz al final del túnel.
En la parte inferior de la lista anterior se encuentra la toxina más importante y más prolífica: los alimentos tóxicos. Ahora, no estamos hablando de pesticidas en un producto o incluso en el retiro ocasional debido a la salmonela en la espinaca en bolsas. Estamos hablando de alimentos normales, cotidianos, “saludables” que no son tan saludables como crees que son. Analizaremos más adelante la calidad de los alimento basados en su grado de toxicidad.