Es natural que cuando las narraciones de las Escrituras no nos proveen detalles explícitos de los hechos, los estudiosos o eruditos, traten de llenar los vacíos echando mano de tradiciones, suposiciones, inferencias o deducciones razonadas, y hasta de fantasías para adornar los relatos dándoles un toque de sobrenaturalidad. Y ese parece ser el caso de Pentecostés.
La iglesia cristiana afirma haber sido “fundada” ese día, tras el descenso del Espíritu Santo sobre el “colegio apostólico”(los doce apóstoles) que según la tradición (no el Nuevo Testamento), se hallaba reunido en un pequeño aposento y era presidido por María (la virgen), tal como se ilustra en pinturas clásicas:

Pero al leer con atención el relato de Hechos 2, surgen preguntas que el mismo texto no responde:
- ¿Cómo fue posible que Pedro hubiese dado un mensaje a miles de personas que supuestamente se habían reunido ante el estruendo que escucharon en esa casa, si los callejones de Jerusalén son estrechos y para reunir esa cantidad de gente se requeriría de una gran plaza?
- Ahora bien, el relato nos dice que “como 3000 personas…” (vs.41) respondieron a la exhortación de Pedro y decidieron “bautizarse”. ¿Cómo los bautizaron en ese callejón? En ese tiempo la gente entendía que el bautsmo se realizaba por inmersión; es decir nuestro texto debería decir realmente: “los que recibieron la palabras hicieron inmersión…” (vs.41). ¿Pero dónde la hicieron?
- La interpretación del texto de esta manera, hace evidente el desconocimiento de la Fiesta de Shavuot (Semanas), que ordenaba a todos los varones subir a Jerusalén y era la razón por la cual multitudes se hallaban reunidas en los patios de Templo, los cuales eran lo suficientemente amplios como para albergar miles de visitantes.
- Ese fue el escenario perfecto para replicar, en cierto sentido, la manifestación que hizo Yehováh a su pueblo cuando proclamó, con su propia voz, los Diez Mandamientos miles de años atrás en el Monte Sinaí. Ahora que el pueblo se hallaba reunido conmemorando aquél evento singular, sucedió entonces el derramamiento del Espíritu de Yehováh, conectando los dos eventos. Una lectura cuidadosa y comparativa de Éxodo 19 y de Hechos 2, nos permitirá descubrir varias similitudes de los dos acontecimientos.
- El Templo contaba con cerca de 100 mikvaoth (piscinas individuales) construídas para que los visitantes hicieran una inmersión de purificación antes de internarse en sus áreas, y allí sí pudieron haberse llevado a cabo las 3000 inmersiones de quienes decidieron aceptar el mensaje de Pedro.
Tiene mucho sentido que aquél suceso hubiese ocurrido ese día en ese lugar. Yeshúa había completado su obra y ahora sus seguidores necesitaban ser investidos con poder lo alto (Hechos 1:8), para llevar a cabo la misión que transformaría el mundo y que a través de los siglos nos ha alcanzado a ti y a mi.
Lo que hizo nuestro Padre Yehováh, no fue otra cosa que comenzar a escribir en nuestros corazones su Torá. Por eso quienes decidimos dar el paso de volvernos a Él y someter nuestras vidas a la autoridad de Yeshúa, el Mesías, somos transformados en nuestra percepción de la vida, y nuestro sistema de valores cambia. Esto no es resultado de un “adoctrinamiento” o de un cursillo de formación. Es algo misterioso y sobrenatural que sucede dentro de nosotros y que nos conduce a actuar de una manera diferente, porque es desde lo más profundo de nosotros que brota esa nueva vida: la Vida de Yeshúa.
Continuemos escudriñado la verdad y seremos libres.
¡Shalom!