Parashá Trienal – B’midbar (Números) 4:17 – 5:10
Nombre de la Parashá: HaKohatim – Los Koatitas
Lecturas Complementarias: 1Samuel 6:10-16 | Hebreos 9:24-28
La descendencia de Levy
Las tareas de Los Koatitas – HaKohatim
Esta porción de la Toráh, nos conduce a reflexionar una vez más en el asunto de las cifras que nos reportan las versiones de las Escrituras a las que tenemos acceso hoy día, porque según el censo realizado por Moshé, el total de los hombres mayores de 30 años y menores de 50 de entre Los coatitas (HaKohatim) fue de 2.650. Estos tendrían bajo su responsabilidad:
…el Arca, la mesa, el candelabro, los altares, los utensilios del Santuario con los que ministran, y el velo con todo su servicio. Números 3:31
Entonces, cuando pensamos en 2.650 varones para hacer este trabajo, resulta una cifra exageradamente grande, cuando de nuevo consideramos las dimensiones del Tabernáculo. Y por más que, como afirman algunos comentaristas, estaban organizados por turnos para servir – significando que cada vez que el Mishkán (Tienda o Tabernáculo) se transportara lo harían diferentes personas- esto resultaría en un caos muy difícil de organizar. De manera que es probable que el número fuera realmente más reducido. Pero dejemos de lado este detalle y miremos la porción que comienza con una severa advertencia:
Obedezcan o se mueren
Y habló Yehováh a Moshé y a Aharón, diciendo: No permitáis que la tribu de las familias de los coatitas sea cortada de entre los levitas. Esto habéis de hacer con ellos para que vivan y no mueran cuando se acerquen a los objetos santísimos: Aharón y sus hijos entrarán y asignarán a cada uno su servicio y su transporte, pero no entrarán, ni por un momento, para mirar los objetos sagrados, para que no mueran.
El riesgo al que se exponían los kohatim (coatitas) era muy alto; porque si ellos imprudentemente entraban al Lugar Kadosh (Santo) sin que los muebles estuvieran debidamente empacados, podrían morir; no debería acercarse por sí mismos a los muebles sagrados ni siquiera para mirarlos. Su tarea consistía solo en acarrear lo que los Kohanim les entregaran debidamente envuelto, mobilizándolo todo con las varas, pero nada más. Por eso la advertencia de Yehováh: No permitáis que la tribu de las familias de los coatitas sea cortada de entre los levitas.
Los koahatim (coatitas) realizaban su servicio bajo la supervisión de Eleazar, quien se encargará de transportar el aceite para el alumbrado que se usaba en la menorah, el incienso aromático exclusivo para ser usado en el altar del incienso, la harina de cereal para la ofrenda continua y el aceite para ser usado en las unciones.
Las tareas de los Gersonitas – HaGersunim
El número total de gersonitas entre 30 y 50 años fue de 2.630. Yehováh instruyó a Moshé diciéndole que ellos…
Transportarán las cortinas de la Tienda y el Tabernáculo de Reunión, su cubierta y la cubierta de tejón que está encima de él, y la cortina de la entrada del Tabernáculo de Reunión. También las cortinas del atrio, la cortina de la entrada del atrio que está alrededor del Tabernáculo y del Altar, sus cuerdas, todos los utensilios de su servicio y todo lo que se debe hacer con ellos. Así servirán. Todo el trabajo de los hijos de Gersón, en todos sus cargos y en todo su servicio, será según el dicho de Aharón y sus hijos, y les asignaréis a cada cual, su propia tarea y su propia carga. Tal es el servicio de las familias gersonitas en el Tabernáculo de Reunión. Sus deberes estarán en mano de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.
Números 4:28-28
Así, bajo la dirección de Itamar, los gersonitas transportarían cuidadosa y ordenadamente lo que les había asignado. Pensemos un poco en el orden en el que cada tarea debía ser ejecutada; con tanta gente participando, cada quien debía cumplir su función exacta desmontando o colocando lo suyo en el lugar y en el momento adecuado. No imagino a la gente cargando las cosas cada cual por su lado, y llegando al destino para dejar arrumado todo allí, como solemos hacer en el presente, para después tratar de encontrar dónde quedó cada cosa y ponerla de nuevo en su lugar. Evidentemente Moshé tuvo que hacer un enorme trabajo de organización, en vista de que el Mishkán debía moverse continuamente y constituía el centro de la vida de la nación de Yisrael, que tenía característica de nómada por el momento.
Las tareas de los hijos de Merari, los meratitas – HaMerarim
Los contados entre 30 y 50 años, pertenecientes a la familia de Merari, fueron 3.200. Esta familia tendría bajo su responsabilidad el manejo de las partes más externas del Mishkán – Tabernáculo:
El deber de su carga en todo su servicio en el Tabernáculo de Reunión será el siguiente: los tablones del Tabernáculo, sus travesaños, sus columnas y sus basas, las columnas del atrio que lo rodea, sus basas, sus estacas y sus cuerdas, todos sus utensilios y todo su servicio. Y asignaréis por nombre todos los utensilios que deben transportar. Tal es el servicio de las familias meraritas en todo su trabajo en el Tabernáculo de Reunión, por mano de Itamar, hijo del sacerdote Aharón.
Números 4:31-33
El total de los levitas que habría de estar al servicio del Tabernáculo, bajo la dirección de los hijos de Aharón fue de 8.580, varones entre los 30 y 50 años. Si recordamos la posible interpretación la palabra hebrea e’lef, que puede significar tanto “mil”, como “jefes de grupo o de clanes”, ¿podría ser que el número total fuera de: 8 Jefes o cabezas de clanes y 580 varones entre 30 y 50 años? Esta cifra resultaría significativamente más probable para la realización de tales tareas.
Un mandamiento cruel en apariencia
Ordena a los hijos de Israel que despidan del campamento a toda persona con tzara’at, a todo el que padezca flujo, y a cualquier contaminado por cuerpo muerto. Expulsad tanto al varón como a la mujer. Los expulsaréis fuera del campamento para que no se contamine el campamento en medio del cual Yo habito.
Números 5:2-3
La tzara’at se refiere a un tipo de afección de la piel, que pudiera haber sido lepra o cualquiera otra alteración de la piel; y el flujo, es una referencia a secreciones corporales por los genitales, cosa que algunos traductores han considerado como gonorrea, una enfermedad venérea.
En nuestra mentalidad actual, inmediatamente pensamos en “discriminación”. Y podemos imaginar como sería si hoy se proclamara algo como eso. Pero la situación que tenemos es muy diferente: El Mishkán, el lugar de habitación de Yehováh, el Justo, estaba en medio del campamento!
Pero el mandamiento no habla de una expulsión definitiva cortando a tales personas de su identidad Israelita. Se trata de condiciones de impureza, que ya consideramos en el estudio del libro de Levítico. Tales personas deberían pasar por un proceso claramente definido de purificación, antes de vincularse de nuevo a la comunidad.
Personas contaminadas o infectadas podrían convertirse en focos de contaminación, y hoy entendemos lo inconveniente de tal cosa. En otras palabras, Yehováh estaba ordenando que estas personas estuvieran en lo que hoy llamaríamos aislamiento preventivo; y una vez cumplidos los requerimiento de la Toráh, se vincularían de nuevo a sus familias y a su actividad normal.
Todo pecado contra el prójimo, es una acción contra Yehováh
Cualquier hombre o mujer que cometa cualquier pecado en perjuicio del prójimo, prevaricando así contra Yehováh, tal persona será culpable. Confesará pues el pecado cometido, y restituirá el objeto del delito en su pleno valor, añadiendo a ello un quinto, y lo entregará al perjudicado. Números 5:6-7
Estos versos nos deben conducir a una consideración más seria de lo que significa actuar en contra de cualquier persona. Tales agresiones no son solo contra ese individuo, sino que constituyen una afrenta a Yehováh ¿Por qué?
En primer lugar por todos los seres humanos estamos hechos a la imagen de Yehováh; y eso significa que en alguna medida estamos agrediéndole a Él cuando ofendemos, despreciamos, criticamos, menospreciamos, nos burlamos etc, de los demás.
En segundo lugar porque la Toráh que nos fue entregada, nos provee lineamientos precisos de qué hacer cuando las relaciones no son fáciles. Entonces, actuar haciendo daño al prójimo, es una desobediencia a las Instrucciones – Toráh de Yehováh, lo que viene a ser un desprecio de la misma.
Finalmente Yehováh establece que toda restitución que no sea posible hacer al afectado por la razón que fuere, deberá ser hecha a Él, quien es representado por el cohen (sacerdote) de turno.
Esta situación lamentablemente terminó convirtiendo a los Kohanim (sacerdotes) en una casta rica y poderosa, cuya condición los condujo a alejarse de Yehováh y de su Toráh, llevando a la nación a la cautividad y al exilio como nos lo cuenta la historia.
Una aplicación para nuestras vidas
Estos capítulo nos permiten descubrir un poco del carácter de nuestro Padre: No solo es un Elohim de orden, sino de justicia. Y esas son características que han de estar presentes en nuestra vida, creciendo en la medida que caminamos más a Su lado.
Resulta contradictorio que a más tiempo en la Palabra y en la Toráh, nuestras vidas reflejen lo contrario a lo anterior. Si así sucede, es tiempo de hacer un alto para evaluarnos seriamente y clamar a nuestro Padre para que nos guíe a ser como Yeshúa, quien es el modelo designado por Él para todos nosotros.