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Vaykra (Levítico) 15:1-33 | Zav

Parashá Trienal – Vaykra (Levítico) 15:1-33

Nombre de la Parashá: Zav – Un flujo

Lecturas Complementarias: Oseas 6:1-9 | Fiipenses3:1-21

Impurezas por secreciones corporales

El capítulo 15, nos da instrucciones respecto de impurezas sexuales debidas a secreciones corporales ya sean del hombre o de la mujer.

La Septuaginta (versión de la Biblia Hebrea traducida al Griego por setenta sabios), en lugar de la expresión flujo seminal (o flujo de semen), utiliza la palabra gonorouos de la cual viene la palabra gonorrea, (infección bacteriana altamente contagiosa producida en los genitales), que es utilizada en unas pocas versiones de la Biblia en español.

Sin embargo, si este fuera el caso, estaríamos hablando de un problema mayor, puesto que tal infección es adquirida por contacto sexual directo con una persona contagiada; esto significaría que el individuo en cuestión, habría tenido relaciones con alguien promiscuo dentro o fuera de Israel, y tal violación caería dentro del rango de la fornicación o el adulterio, con las penalidades subsecuentes prescritas por la Toráh.

En cualquier caso, el asunto aquí, es la importancia de la pureza. Esta infección es de  categoría mayor  o “madre de las impurezas” puesto que el solo contacto físico con tal persona, deja en ese mismo estado a los demás y a las cosas tocadas por ella. El varón debería considerarse impuro si padecía un flujo anormal, en cuyo caso debería seguir instrucciones precisas para purificarse en una mikvah realizando una inmersión (bautismo) de purificación.

Menstruación

En el caso de la mujer, debido a su ciclo menstrual debería pasar por un ritual similar luego de siete días de impureza. Las relaciones sexuales durante este período le están prohibidas y las puede reasumir solamente después de que la mujer haya realizado una inmersión (tevilá). Una completa inmersión es una de las maneras primarias de llevar a cabo un baño de purificación y se considera esencial para la pureza y la santidad.

Efectivamente en los tiempos del Templo quien deseara entrar en él, incluidos los sacerdotes, deberían primero hacer una inmersión, en una de las piscinas – (mikvoth) que había para tal efecto a la entrada del mismo y que eran más de cien.

Aunque el Templo fue destruIdo, el ritual en las mikvoth (plural de mikvá) continúa hasta hoy en Israel; este es una asunto muy privado por lo cual no se realiza en lugares públicos.

La mikvah se utiliza solamente para efectos rituales y de purificación de la familia. Es algo similar a lo que conocemos como “bautismo” en las iglesias modernas, solo que cuando se realiza en piscinas de aguas estancadas no cumple exactamente con los requerimientos bíblicos.​

Actualmente algunos judíos piadosos, hacen su inmersión antes de cada Shabbat para entrar en ese día especial purificados e igual lo practican en los días de Fiestas Especiales.

Yohanán (Juan), al que conocemos como bautista, motivaba a la gente a realizar una inmersión (tevilá) de arrepentimiento, esa es la expresión que aparece en los textos antiguos y no: “bautismo”. La gente entraba en las aguas del Jordán, que eran corrientes (no estancadas), se sumergían y teniendo a Yohanán como testigo, se comprometían a abandonar su vida pecaminosa y a vivir en obediencia a la Toráh -instrucciones- de Yehováh.

¿Estuvo Yeshúa impuro en algún momento?

Los relatos de los Evangelios nos muestran que así fue. Recordemos que una condición de impureza, no significa que la persona este “en pecado” o que necesariamente haya cometido alguno. El estado de impureza tiene que ver con la limitación de la persona para participar en alimentos consagrados mediante sacrificios a Yehováh y con limitación de entrar al área del Templo nada más. Con esto en mente recordemos las veces que Yeshúa estuvo en tal condición:

  • Cuando tocó al leproso y le sanó.
  • Cuando la mujer con flujo de sangre  le toca sus tzit-tzit y  fue sanada
  • Cuando tomó la mano de la hija de Jairo, una niña que había muerto, a quien él resucitó.

Podemos estar seguros que a lo largo de su vida, Yeshúa debió haberse encontrado en situaciones similares de impureza, ya fuera ante la muerte de algún familiar o amigo, pues el solo hecho de entrar en una casa donde hubiera un cadáver ya contaminaba a la persona; o por haber tenido que lidiar con el cadáver de un animal impuro: un burro o un caballo o incluso un ratón que hubiera tenido que enterrar.

Negar que Yeshúa hubiera estado en una condición así, sería negar su humanidad, puesto que tales situaciones son propias de todos los seres humanos normales, y Yeshúa es uno de nosotros, pero sin pecado.

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