Parashá Trienal – Vaykra (Levítico) 8:1-36
Nombre de la Parashá: Aaron
Lecturas Complementarias: Ezequiel 43:27 – 44:8 | Hebreos 7:11-28
La investidura de Aaron y sus hijos parece haber tenido lugar el primer día del año, luego de que el Tabernáculo fuera levantado según Éxodo 40. Este capítulo está dedicado completamente a los procedimientos que debían ser llevados a cabo con ellos y que se repetirían cada vez que hubiese necesidad de ungir un nuevo Cohen a causa de la muerte del anterior.
Esta era una responsabilidad hereditaria; no era una elección o una opción. Si Usted hubiera nacido en aquél tiempo, desde niño hubiera sido preparado para tal tarea, sin tener alternativa de realizar “sus propios” sueños, como sucede hoy día.
El verso 3 nos dice:
y congrega a toda la asamblea a la entrada del Tabernáculo de Reunión.
Este uno de los versos que nos debiera conducir a considerar el tamaño real del pueblo que salió de Mitsrayim (Egipto), pues cuando se afirma que fueron cerca de dos millones de individuos, debemos considerar que reunir tal cantidad de personas enfrente de las puertas del Tabernáculo resulta sencillamente imposible y poco práctico, porque ¡el Tabernáculo tenía cerca de 50 metros de largo por 12.50 de ancho! Dejo el tema para reflexionar, pues “los sabios” de Yisrael afirman que ocurría un milagro y el tabernáculo se ensanchaba de manera que los 600.000 varones cabían todos allí.
Baño corporal
Los rituales de la ordenación habían sido explicados a Moshé en el Monte Sinay y era el momento de llevarlos a cabo: Sacrificar un toro o becerro, (vs. 14,15), dos carneros (vs: 18-23): uno para holocausto y otro como ofrenda de paz, y finalmente una cesta de panes sin levadura (vs. 26).
La ordenación abarca rituales complejos de purificación y consagración. Lo primero era la inmersión de los cohanim (sacerdotes) en el verso 6.
Y aquí vale la pena tener en cuenta que el aseo físico es importante cuando nos acercamos a Yehováh. Si bien es cierto que vivimos en su presencia todo el tiempo, hay situaciones cuando de manera especial nos dirigimos a Él, ya sea en una festividad o en una reunión fraternal o familiar. Es mi apreciación, que deberíamos ser conscientes de nuestro estado físico y tal como hacemos cuando vamos a una entrevista con alguien importante, deberíamos “practicar” la presencia de Yehováh arreglándonos apropiadamente, lo cual incluye desde el aseo físico hasta la ropa apropiada. Es a esto que se refiere Shaúl cuando afirma:
Lleguémonos con corazón verdadero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia.
Hebreos 10:22
Recordemos que en una de las parábolas de yeshúa, hubo uno que se presentó a las bodas vestido de manera inapropiada y fue expulsado de la fiesta. Con esto quiero invitar al lector a tener presente que cuando vamos a la Presencia de nuestro Padre, le honramos cuando nos esforzamos en atender a nuestra condición física también, no solo a la espiritual.
Regresando al tema, los cohanim necesitaban practicar baños o inmersiones diariamente para poder llevar a cabo su servicio en el Tabernáculo. Estas inmersiones de los cohanim, nos recuerdan la inmersión que hacemos los discípulos de Yeshúa al inicio de nuestro caminar; que dicho sea de paso, también nosotros podemos repetir cuando lo consideremos necesario, ya que día a día colectamos no solo mugre físico sino también espiritual porque estamos rodeados de un mundo caído.
Los ropajes
Siendo que la descripción de los ropajes del cohen ungido (sumo sacerdote) están ampliamente descritas, solo mencionaremos que a diferencia de este, el resto de los cohanim (sacerdotes) vestían simplemente túnicas blancas de lino y fajas.
Las ofrendas
En primer lugar se presentaba una ofrenda por el pecado, cuyo propósito era remover cualquier impedimento que pudiera existir en la vida de los participantes y que estorbara su relación con Yehováh. En seguida una ofrenda para holocausto o de humo ascendente la cual constituía un acto de adoración y compromiso con Yehováh; y finalmente se presentaba la ofrenda de paz, que simbolizaba el compañerismo con Yehováh y que era la comida compartida entre todos los oferentes, mencionado en el texto como “el carnero de ordenación”.
En el capítulo 4 vimos el procedimiento para este sacrificio, que iniciaba por la imposición de las manos de los oferentes, en este caso Aarón y sus hijos (vs 14), sobre la víctima. Moshé entonces procedió de acuerdo a lo requerido.
La ofrenda de humo ascendente u holocausto
En todo este proceso Moshé ofició como cohen (sacerdote) y llevó a cabo las tareas conforme a las instrucciones detalladas que había recibido previamente de labios de Yehováh. Esta ofrenda sería de aroma agradable para Yehováh.
El carnero de la ordenación
El verso 22 nos menciona el carnero de la consagración; del término hebreo מלאים millu’im, que es traducido por algunas versiones como ordenación. Su significado básico es: llenar, es decir en este caso, llenar las manos de los cohanim para el servicio a Yehováh.
De manera que lo que tenemos aquí es una ceremonia para que los cohanim pudieran llenar sus manos para el servicio. “De lo recibido de tu mano te damos…”
Las marcas de sangre
…y Moisés tomó la sangre y la puso en el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, en el dedo pulgar de su mano derecha y en el dedo pulgar de su pie derecho.
Luego mandó a aproximarse a los hijos de Aarón, y Moisés aplicó de la sangre sobre el lóbulo de la oreja derecha de ellos, en el pulgar de la mano derecha de ellos y en el pulgar del pie derecho de ellos. Levitico 8:23-24
¿Qué significan estas marcas? ¿Por qué eran necesarias? Aquí estamos ante mandamientos que no tienen explicación clara; pero veremos lo que los sabios de Yisrael han considerado.
Los rituales levíticos, dan preferencia al lado derecho, y esto se interpreta como señal de autoridad y de bendición divina. Recordemos a Ya’qov bendiciendo a los hijos de Yosef.
Ahora, ¿Por qué el lóbulo derecho y el pulgar de la mano y el dedo pulgar del pie del lado derecho? Jacob Milgrom señala que las marcas de sangre en los cohanim corresponden a las marcas de sangre que se hacían en los cuernos del altar. Las tres partes del cuerpo del sacerdote que eran untadas con sagre, son lugares vulnerables, que según él, corresponden a los cuernos del altar de las ofrendas por el pecado; ahora bien, como los rituales son similares, podemos inferir que la función era la misma: La sangre untada sobre los cuernos del altar limpiaba de la contaminación y hacía expiación por el oferente; de manera similar la sangre en los cohanim los limpiaría de su contaminación y haría expiación por ellos.
Lo cierto es que al llevar a cabo las mismas acciones sobre los cuernos del altar y sobre los cohanim se creaba un vínculo estrecho entre éstos y el altar, concediéndoles el permiso para acercarse a él y ministrar en favor del pueblo. Curiosamente, no fue la sangre del becerro la que se utilizó para esto, sino la del carnero.
La Ofrenda Mecida
Los verso 8:25-27 nos muestran lo que realizó Moshé a continuación. Mecer estas partes del carnero y la Minja (ofrenda de alimento) significa la transferencia de propiedad a Yehováh. Esas porciones mecidas luego fueron quemadas en el altar. El resto de la carne sería para los oferentes, para disfrutarla en presencia de Yehováh.
Finalmente Moshé salpicó el aceite y algo de la sangre sobre Aaron y sus hijos lo cual equivale a lo que se hacía con el resto de la sangre en el altar: regarla sobre el suelo.
La celebración
Por último, Moshé ordenó entonces a los cohanim, consumir la carne y lo que quedare debería ser consumido por el fuego. Aaron y su familia entonces tendrían que permanecer siete días en el Tabernáculo, durante los cuales Moshé continuó ofreciendo sacrificios cada día según la instrucción que recibió en Exodo 29:36-37.
Una Aplicación Práctica
¿Cómo nos preparamos para ir a la presencia de Yehováh? Como lo expresamos anteriormente, es cierto que vivimos en la presencia suya momento tras momento. Pero cuando hay tiempos señalados por Él (moedim), tales como el Shabbath, o cualquiera de las Fiestas de Yehováh, deberíamos poner especial atención a nuestra apariencia personal.
Por ejemplo, cuando Yehováh iba a entregar los Diez Mandamientos, ordenó a Moshé que el pueblo lavara sus ropas y ellos mismos también (Éxodo 19:10), pues nadie se pone ropa limpia sin haberse aseado previamente. Ciertamente, si recibiéramos una invitación para un encuentro personal con Yeshúa, buscaríamos arreglarnos de la mejor manera; no para impresionarlo, sino porque al presentarnos bien, estaríamos mostrandole el respeto que se merece.
Así que le invito a considerar esta práctica. No se trata de “poner una regla”; es mas bien un asunto de sentido común que nos puede ayudar a estar más conscientes de la Presencia de Yehováh en esos día en particular; pues no fue en vano que Yehováh ordenara tener un recipiente con agua permanentemente en el Tabernáculo y que diera instrucciones tan claras respecto al cuidado de las vestiduras de los cohanim.
Es mejor este sistema de parashat. Aprendemos más
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