Parashá Trienal – Shemot (Éxodo) 38:21-31
Nombre de la Parashá: HaMishkán – La Morada
Lecturas Complementarias: Jeremías 30:18-22 | Romanos 12:1-13
Shemot Significado
El nombre hebreo del segundo libro de la Torá no es Éxodo, sino Shemot, que significa “nombres”
Yehováh habitando en medio de su pueblo
La tarea de construir una “morada” para Yehováh, es de hecho sorprendente. ¿Acaso existe algún registro de otros dioses queriendo hacer lo mismo? ¿No es esta una evidencia precisamente de la autenticidad del Dios de los Hebreos? Hay varios aspectos colaterales a este asunto a los que debemos poner atención.
Primero traigamos a la memoria lo que conocemos de los Templos dedicados a otras supuestas deidades: ¿qué características tienen? ¿Cuál es su propósito? ¿Qué efecto tienen esos edificios en sus visitantes?
Tales construcciones son lujosas porque eso seduce a los ingenuos, que creen que la riqueza es poder y por eso tales dioses deben tener el control sobre sus vidas. De manera similar, sus ministros, independiente del nombre que se les dé, vienen a ser proyecciones de esa deidad; porque la verdad, si usted ve a un ministro pobremente vestido y sin capacidad de influencia, no merecerá su respeto.
Ahora veamos cuál fue el plan de Yehováh. Primero tengamos en cuenta, que nunca Él usó esa palabra para referirse a su Morada. La primera vez que hay una referencia en la Escritura usando la palabra הֵיכָל hekjal (cuyo significado puede ser palacio, templo, santuario, nave grande), en referencia al Tabernáculo, está en 1 Samuel 1:9 (en la versión RVA), cuando Ana fue allí a orar por un hijo que no podía tener.
En segundo lugar consideremos cuál era la apariencia del Tabernáculo a los ojos de visitante casual, o aún de quienes vivían en su entorno: No era nada más que una gran carpa, como la llamaríamos hoy, rodeada de unas telas a manera de cerca. Nada codiciable o atractivo; quizás su diseño llamaba la atención porque se salía de la norma, pero nada más.
Un visitante podría pensar que era una lugar de reuniones simplemente, y no se iría “impresionado” por la fastuosidad y riqueza del lugar. Tengamos presente, que lo que era valioso estaba oculto a los ojos de la gente común; algunas cosas eran accesibles para los sacerdotes y la más valiosa, el Arca de la Alianza, solo lo era para el Cohen Gadol una vez al año. En otras palabras, el Mishkán, Tabernáculo o Tienda de Yehováh, no era impresionante para los visitantes.
La Morada de Yehováh, el Mishkán, fue diseñada por Él mismo e instruyó a su siervo Moshé para que dirigiera su construcción. Es más Yehováh dotó a los artesanos con su Espíritu, con capacidades fuera de lo común para llevar a cabo la tarea. ¿Existe un templo que haya sido construido de manera similar? Es decir, dirigida por la deidad a la que se le dedica?
Démonos cuenta de la versatilidad de Mishkán. Ese prototipo de diseño fue totalmente revolucionario. ¿Se sabe por la historia, de algún templo que fuera de lugar en lugar, viajando con sus adoradores? Pues bien, el Mishkán estaba diseñado para ser desarmado y armado de manera precisa, conservando siempre la misma apariencia y funcionalidad.
De hecho para lograr esto último, se requirió de una organización asombrosa: Moshé debió asignar cada parte del Mishkán a un grupo de personas que lo desarmarían, lo transportarían y lo pondrían en el nuevo sitio de forma exacta y rápida. Eran decenas de piezas que tenían que ser ensambladas cuidadosa y ordenadamente, de manera que los responsables no podían llegar en tropel a realizar sus tareas. Tuvo que haber una meticulosa planeación.
Bemidbar (Números) 10:11-28 nos relata cómo marchaba el pueblo y el Mishkán con ellos:
En resumen: Yehováh hubiera podido hacer el Mishkán con todo esplendor y belleza, de igual forma y con el mismo poder que utilizó en la Creación y establecerlo en algún lugar para impresionar a los seres humanos y dar un testimonio de su realeza y existencia. Pero no lo hizo así, sino que delegó la tarea a su pueblo.
A diferencia de los templos paganos, construidos para que los devotos de sus deidades se reúnan en su interior, los admiren, se sobrecojan y rindan culto, el Mishkán era el lugar de habitación de Yehováh y la gente debía permanecer alrededor suyo.
Oro y Plata mecidos…
Todo el oro utilizado para la obra en todo lo necesario para el santuario, el oro de la ofrenda mecida… Éxodo 38:24
La palabra utilizada para ofrenda mecida en tenufah (הָופּנְתַ ּה), que el mismo término usado en otros versos donde se describe la porción que debía ser mecida por el cohen (sacerdote) y que era parte de las ofrendas de paz, cuya característica principal era que la gente podía comer de ellas.
De lo anterior podemos deducir que el oro utilizado para el Mishkán, habiendo sido presentado como ofrenda mecida a Yehováh, le pertenece a Él. Es Su lugar de habitación. No es para que el pueblo entre allí como vimos que sucede en los templos paganos, los cuales terminan siendo instrumentos de las religiones para impresionar y manipular a sus seguidores.
Yehováh nos dio instrucciones para que no el Mishkán, la parte física de Su Morada, sino nuestra manera de vivir la Toráh, fuera la que causa impresión en los que nos rodean:
Mirad, o os he enseñado estatutos y juicios tal como Yehováh mi Dios me ordenó, para que hagáis así en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla. Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: «Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente». Porque, ¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está Yehováh nuestro Dios siempre que le invocamos? ¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios tan justos como toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Devarim (Duteronomio) 4:5–8
Las Cuentas
Un líder responsable rinde cuentas de lo que le ha sido confiado. Si bien tanto Bezaleel como Aholiab eran hombres íntegros, Moshé no se conformó con ello y cuidadosamente rindió un informe detallado del uso del oro, la plata y el bronce ofrendados por el pueblo.
Todo el oro utilizado para la obra en todo lo necesario para el santuario, el oro de la ofrenda mecida, pesó 29 talentos 730 siclos [1.930 libras], utilizando el siclo del santuario. La plata dada por la comunidad pesó 100 talentos 1.775 siclos [6.650 libras], usando el siclo del santuario. Éxodo 38:24–25 (CJB)
El sentido de responsabilidad y de transparencia de la gestión del líder es clave para conservar la confianza y el respeto del pueblo.
Finalmente, recordemos que nosotros somos la Morada de Yehováh, y que nuestras características están descritas en Gálatas 5:22-23
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, humildad, dominio de sí mismo. Nada en la Toráh se opone a tales cosas.
Para decirlo de alguna manera, estas son las “decoraciones” o características que debe tener el lugar de habitación de nuestro Padre, y de manera similar al Mishkán están en el interior y no a la vista externa. Pero deben ser exhibidas en nuestro trato con quienes nos rodean.
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